domingo, 30 de diciembre de 2007

En oferta


Imagen tomada de: http://www.mundochica.com/imagenes/Septiembre/copas-vino.jpg

Temporada navideña o vacaciones o la acostumbrada solitude decembrina o algo peor, quizá una necesidad de volver a sentir mujeres o de volverme a sentir entre mujeres, para sentirme masculino de nuevo, para ser el único con pene en la cama. Lo cierto es que de pronto necesito heterosex y este fue el caso en estos días. Audrey revisitada y La Flaca también. ¿Qué poca, no? dirían los que me conocen. La verdad es que sí, que tengo poca y estoy en plan de que me vale todo.
Siempre he pensado que esto de probar con hombres es algo pasajero. Pero bien me lo dijo La Mujer del Bosque un día, la mala suerte fue que me topé con la mejor persona que podía encontrar. La peor persona para dejar, para escapar de él.
Lo extraño, lo sé. Volverá, volveremos a estar juntos, pero ahora disfruto las noches entre mujeres, mintiendo allí, disimulando allá y contando medias historias por todas partes. No me importa. Hoy soy uno de esos hombres que disfrutan de coleccionar historias de cama.
Anoche, mientras La Flaca aprovechaba su estado etílico para montarse en mí, yo me desdoblaba en el pensamiento y me veía allí como si estuviera fuera de mí, mirando desde arriba, observando a un hombre de más de cuarenta y una mujer más o menos de la misma edad dándose un gusto simplemente por hacerlo. Hacer volar la noche sin límites y disfrutar de una velada en donde sabes que te vas a emborrachar, sabes que te lo van a pedir y sabes que lo vas a dar. Eso sí, cero besos. Forma parte de mis irreductibles y caracterizan mi hijaputez con la susodicha. A momentos es triste, es sórdido es patético, pero lo disfruté, no puedo negarlo.
Claro que disfruté más aquella noche con Audry, hace unos días. Pero yo me sentía raro en aquella ocasión o la rareza me alcazó a mitad del encuentro. No sé qué fue lo que pasó. Quería estar con ella y me empezó a gustar mucho hacer el amor pero de pronto lo único que quería era acariciarla, hacerle sexo oral, disfrutar su olor, sus besos. Yo cantaba, mientras tanto: nada sabe tan dulce como su boca/ tan solo alguna cosa que no se nombra.
Me sentí solo allí con Audrey, me sentí como perdiendo frente a mis sentimientos, considerando la posibilidad de una vida juntos. Ella se dio cuenta de mi vulnerabilidad y me preguntó, pero yo no respondí, pero casi podía leerme, fui obvio. Demasiada ternura simpre termina en suspicacias. Luego ella lloró y eso me empezó a dar un poco de flojera. Dormimos muy abrazados. Yo la tenía toda rodeada. Por alguna razón mi boca estaba llena de pavor esa noche. Dormí mal. Pensaba en El Señor de las Imágenes pero trataba de borrarlo de mi mente para disfrutar el momento. Estaba totalmente consciente. También estaba demasiado consciente de mi cuerpo y mi pene se encargó de recordármelo. Ayer no. Estaba borracho, había fumado. No, no había fumado, fumé después, algo así. Hoy por la mañana seguía con ganas de tener el mejor sexo impersonal que puedo tener, el que tengo con La Flaca.
Me siento hoy como el personaje de Judy Dench en Escándalo. Cínico y divertido, escribiendo un diario inmoral.
Pero debo aceptarlo, lo extraño.

sábado, 29 de diciembre de 2007

Faudra que tu me reves

Esta canción me encanta. El video también. Acá la pongo porque quiero compartirla.



Artist: Maïdi Roth

Album: Horizon Vertical
Year: 2005
Title: Faudra Que Tu Me Rêves

Faudra que tu me rêves
Une eternelle envie
Je te parle en amie
Qui sait si dans une autre vie
Peut-être que si

Faudra qu'on s'abandonne
mon amour impossible
De ma bouche tu sors
Et je te glisse

Dans la nuit qui s'étonne d'en finir
Faudra que l'on se rêve
Paradise moi en silence
Imagine tout ce qu'on aurait pu faire

Accroche-moi l'été en décembre
Quelque part entre nous et nowhere
Tu es ma haine, mon absence
Imagine tout ce qu'on aurait pu faire

Décroche-moi de toi sans attendre
Un autre vent se lève

Faudra que tu me rêves
Faudra que je me tire
Plus vite que ton ombre
On sera les fantômes
De nous-même
Effacés du futur à l'instant

Faudra que tu me rêves
Où il fait bon mourrir
sur un champ de bataille
dans ton lit
Je serai l'ennui mortel de ta vie.

Faudra que l'on se rêve
Paradise-moi en silence
Imagine tout ce qu'on aurait pu faire
Accroche-moi l'été en décembre
Quelque part entre nous et nowhere

Tu es ma haine, mon absence
Imagine tout ce qu'on aurait pu faire
Décroche-moi de toi sans attendre
Un autre vent se lève
Paradise-moi en silence
Faudra que l'on se rêve

Faudra que tu me rêves
Qui sait si dans une autre vie
Peut-être que si

Faudra que l'on se rêve

(Merci à Justine pour cettes paroles)
[Faudra Que Tu Me Rêves Lyrics on
http://www.lyricsmania.com/

jueves, 8 de noviembre de 2007

La espera

Imagen tomada de: http://www.zonalibre.org/blog/itaca/archives/reloj_arena1.jpg

Hay algo en el juego de seducción que me atrae con un magnetismo especial. Es la espera. Lo he mencionado aquí antes, cierto. La tensión entre dos que surge cuando ambos quieren lo mismo pero ninguno de los dos se atreve. Yo sé lo que ella quiere -¿lo sé?- y sé que ella sabe que yo lo sé. Ella sabe lo que yo quiero y yo sé que ella sabe lo que yo quiero. Pero esperamos. Posmonemos los encuentros y alargamos la espera. A veces puede resultar un juego peligroso porque en realidad tal vez ninguno de los dos sepa exactamente qué terreno está pisando en esta nueva reunión con Audrey.
Ambos estamos mucho más allá en nuestra vida de lo que estábamos hace tiempo, cuando estuvimos juntos. Creo en realidad que ella está mucho más allá y yo no tanto. Sin embargo, estamos juntos de nuevo, medio inventando planes, medio expresándonos afecto, medio aceptando las demostraciones de afecto.
También creo que todo esto es un juego de poder. A ver quién es el que da el primer paso y se rinde. Quién es el que abre el juego de cartas y habla claramente.
Quisiera irme a la cama con ella. Eso es un hecho. Ohhh, sí, claro que quiero irme a la cama con ella de nuevo. Hace mucho, mucho tiempo que no estoy con una mujer y no quisiera que pasara más tiempo. Pero además, ella me encanta, me gusta mucho el sexo con ella... por peligroso, por costoso, no lo sé, pero el sexo con ella es algo que luego pago caro.
Aquí el problema son sus procesos para aquello del embarazo. Inseminación artificial, inseminación in vitro, etcétera. Ella tratando de quedar en cinta y yo, obviamente trataría que no estar involucrado en ese proceso. ¿Es raro, no? Pensar en que podría irme a la cama con alguien que está buscando embarazarse a partir de un banco de semen y yo tratando de que no se me escape ninguno de mis soldaditos para que ella no quede embarazada.
¿Realmente se dará algún encuentro sexual entre ella y yo en esas circunstancias?
Todo está por verse.
En tanto, la espera continúa.

martes, 6 de noviembre de 2007

Una relación pornográfica


Imagen tomada de: http://blog.daum.net/_blog/
Es el título de una película francesa que he visto como tres veces y que tiene un misterioso atractivo para mí. Hace unos días estaba explicándole a una amiga la razón por la que me llamaba tanto la atención esta cinta y creo que en realidad son varias las razones. Obviamente, en esta explicación, se asoman rasgos de mi personalidad en la dimensión sexual que muestran un poco de mi perfil íntimo.
La película tiene una trama más o menos simple: una mujer francesa pone un anuncio en una revista solicitando algún interesado para que ella pueda llevar a cabo una fantasía sexual específica. Un hombre español contesta su anuncio y se conocen en un café. Se van a un hotel, cierran la puerta y no se sabe qué hacen. Se despiden pero acuerdan verse de nuevo. Eso se convierte en una especie de rutina que les lleva -imperceptiblemente para ellos, evidentemente para el espectador- a desarrollar ciertos sentimientos que, por un juego de equivocaciones, no podrán llevarlos al siguiente nivel.
Utilizando dos planos temporales, uno son entrevistas por separado tanto a ella como a él sobre cómo resultó su experiencia en lo sexual y en lo emotivo, y el otro son flashbacks que muestran las escenas del encuentro y sus detalles, la cinta aborda el tema de la pulsión sexual, de la necesidad de experimentación, de las decisiones adultas, de la dificultad para identificar la transición de la atracción sexual a la atracción sentimental y, por supuesto, las trampas comunicativas en las parejas.
La cinta me encanta por varias razones. La primera porque habla de una sexualidad adulta y civilizada, donde las cosas se realizan de común acuerdo pero abiertamente, por el gusto de experimentar. Segundo, porque mantiene elegantemente en secreto la fantasía sexual que ella deseaba realizar y que llevó a cabo con el español, de esa manera uno puede pensar lo que sea, lo que su imaginación pueda darle. Tercero, porque plantea una relación que surge de un impersonal encuentro sexual que vuelve personal una relación de adultos y a la que ellos van acercándose con sigilo, miedo y al mismo tiempo disfrutando el proceso. Cuarto, porque hay un punto de quiebre en la comunicación entre ellos que hace que las cosas cambien de maneras que ellos no se esperaban. El lenguaje verbal les juega una mala pasado, lo mismo que la comunicación no verbal. Por último, la quinta razón, es porque finalmente esta historia triste es narrada por los entrevistados de una forma positiva, es decir, no lo ven como una tragedia, sino como un pasaje en sus vidas y ese contraste entre nuestra visión como expectadores y la de ellos como protagonistas hace que la historia sea más profunda.
En fin, lo cierto es que es una recomendable cinta francesa que se llamó acá Una relación íntima.

martes, 23 de octubre de 2007

Reunión cumpleañera


Bien, ya cumplí 43 años... y todo sereno.
Hice una reunión familiar a la que invité a algunos amigos. La pasé muy bien, muy contento, sin embargo, no dejó de llamarme la atención la conexión que tengo con cada uno de los amigos a los que invité y, dado que es rara, más rara se veía que yo se los presentara a mi familia. Me voy a ir explicando por partes para tratar de ser claro.
La primera invitada fue La Flaca, a quien le comenté sobre la reunión con mucha anticipación. Como puede verse por la lectura de este blog, ella es una de mis amigas más cercanas y en mi familia piensan que yo tengo "algo más que una relación de amistad con ella" y yo no tengo ningún problema en dejarlos pensar eso. Lo cierto es que, salvo algunas veces en que nos gana la risa y terminamos en la cama, nuestra relación es básicamente amistosa y tiene poco o nada de ingredientes sexuales. Tuvo hace tiempo pero ya no tien más. Por cierto, a ella le encanta ser considera como la amiga-novia de este servidor para los ojos de mi familia.
La segunda persona que invité fue a El Señor de las Imágenes, a quien mi familia conoce por encuentros casuales en algunos lugares y al que le tienen un aprecio basado casi exclusivamente en lo que yo les he contado de él. De mi familia nadie sabe, por supuesto, que él es mi pareja y por esa razón y por ser la primera vez que él iba a ir a una reunión familiar en pleno, estaba muy nervioso, pensando, tal vez, que nuestra relación "se podría notar". Pues yo creo que no se notó nada en particular porque prácticamente él y yo no cruzamos palabra en toda la tarde-noche, así que yo creo que la cosa pasó de incógnito, aunque él tiene ciertas suspicacias respecto a mi mamá. Yo también las tengo, pero, mientras ella se haga la loca, pues ni modo que sea yo el que me encargue de ventilar estos asuntos.
La siguiente persona que invité fue La Mujer del Bosque, de quien no todos en mi familia saben que es gay o bi. Claro que a ella se le nota un poco porque es medio fuerte, pero en esta ocasión iba muy bien arreglada y se portó bien. Con ella alguna vez nos fuimos a la cama y fue una de las experiencias más raras que he tenido porque yo estaba borracho y por eso fue que me animé. Ella no me gusta absolutamente nada pero ese momento fue muy íntimo y yo estaba muy sensible. Habíamos estado conversando sobre mi vida pasada y yo lloré, lloré un montón mientras le contaba mis antiguas tragedias, justamente porque se me habían pasado las copas y me había puesto sentimental. Sin saber ni cómo, terminamos en mi cama y yo me encargué de hacerle un sexo oral largo y tendido, hasta que alcanzó el orgasmo. Cual sería mi sorpresa cuando ella me confesara después que era la primera vez que tenía un orgasmo con un hombre. Y eso que había tenido varios novios y relaciones estables. Bueno, ella también fue a mi fiesta de cumpleaños. Ella sí sabe cuál es mi relación con El Señor de las Imágenes. Es la única.
La siguente invitada fue una amiga, compañera de la universidad que estuvo fuertemente enamorada de mí durante un tiempo, pero todo fue en vano porque yo nunca le hice caso. Luego de esa larga, larga temporada, nos hicimos amigos muy cercanos y lo hemos seguido siendo desde hace veinte años. Una vez, en su casa, fumamos mota y nos agarró la noche. Decidimos que estábamos muy pasados y yo me quedé allí con ella. Al poco rato que estábamos en su cama, ella intentó meterme mano y yo reaccioné como si hubiera visto un fantasma: me levanté de un salto, le dije que me tenía que ir, tomé mis cosas y salí de ahí despavorido. No quería tener nada de rollo con ella y por eso evité a toda costa caer en provocaciones. Ella se hizo la loca y nunca más comentamos el punto. Ahora ella me cuenta las frustradas historias que tiene para conseguir pareja y yo le cuento algunas de las historias de pareja que yo he tenido. Excepto la de El Señor de las Imágenes. Cuando yo se lo presenté, a ella le llamó bastante la atención y trató de ligárselo, pero él nunca le hizo caso y quedó la cosa en amigos. Debido a que hay muchas otras cosas que contar de ella, de ahora en adelante ella ocupará el nombre de La Ricitos Colorados.
Mis últimos invitados fueron un amigo que conocí por asuntos de mi trabajo y su novia, con la que vive en la ciudad de México. La Mujer del Bosque sabe que este hombre llamó mi atención en el principio de nuestra relación. En realidad todavía lo sigue haciendo y a veces siento que sus mensajes son ambiguos, pero, hasta donde sé y hasta donde él se ha dejado ver, es completamente straight, apasionado de las mujeres, muy sexual, medio infant terrible a ese respecto y no se plantea ni de broma la exploración con otros hombres. Asistió con su novia, la cual me parece una chica hermosa, simpática y muy inteligente. Él será conocido en este chat como El Infant Terrible.
Pues ahí estaban, mi eterna enamorada-supuesta pareja, mi pareja, mi confidente, mi amiga la que quiso propasarse un día de marihuana y mi nueva atracción and his beautiful girlfriend, como en la canción de Alanis Morrissette. Todos ellos en una gran reunión familiar con mi abuela, mi madre, mi hermano, mis tías, tíos, primos, etcétera, todos reunidos por mi cumpleaños.
Feliz cumpleaños a mí.

lunes, 22 de octubre de 2007

De pausas y de viajes

Imagen tomada de: http://www.artoris.es/

Después de casi dos meses de interrupción en este blog, retomo las reflexiones en torno a mi vida, mi persona, mi sexualidad, mi historia y todo aquello que ha ido saliendo en estos meses de intentar este nuevo –y viejo- modo de reflexión. Nuevo, porque ahora se hace de manera distinta, en computadora, conectado a una red, con la posibilidad de ponerlo ahí, para todos los que quieran leerlo. Viejo porque desde siempre he realizado este tipo de ejercicio, en cuadernos, en diarios, incluso con el terapeuta.
Aprovechando que voy volando en un viaje del trabajo, utilizo esta hora –o lo que dure la batería de la computadora- para escribir algunas líneas y reiniciar el ejercicio de pensar en mí, algo que he apreciado mucho desde la primera vez que fui con psicólogo y entendí en qué consistía hacer análisis. Ahora, después de años de no ir a consulta, después de mucho tiempo de haber sido dado de alta, extraño el hábito de ir, pensar en qué voy a hablar y darme cuenta que siempre, siempre, salía algo distinto de lo que tenía planeado. Un poco pasa lo mismo aquí. Empiezo con una idea más o menos preconcebida y termino hablando de otra cosa. Escribir en este blog se ha convertido también en una sorpresa de mí para mí.
En algunas de estas entregas he escrito sobre lo excitante que resulta pensar en encuentros casuales, sobre todo cuando uno está en otro escenario. Hoy es el caso, ya que estaré tres días fuera de la ciudad de México y bueno, uno nunca sabe con quién puede toparse. Lo cierto es que me gusta esta idea de “convocar a la casualidad”. Entrecomillo esa expresión porque no es mía, sino de un autor mexicano que a su vez citaba a otra persona para hablar de la fascinación de los viajes. En fin, uno nunca sabe con quién podría toparse y creo que en esta ocasión estoy mucho más abierto a que ciertas cosas sucedan.
Bien dicen que cuando uno busca una experiencia fuera de la relación de pareja es porque algo anda mal en ese tema. En este caso es cierto, aunque no necesariamente anda mal la cosa. Pongámoslo positivamente, digamos que podría estar mejor, tal vez se podría decir que existen muchas áreas de oportunidad para trabajar en ese rollo. Aunque también vienen a mi cabeza ideas de dejarlo todo y comenzar de nuevo.
Lo que ha pasado en este tiempo es que, no sé si a partir de este blog o de antes, seguramente de antes, he empezado a darme cuenta que la relación que tengo con el Señor de las Imágenes tiene límites, fallas, desencuentros e insatisfacciones. Creo que ésta es la forma más dura en la que he expresado ese sentimiento. Sin embargo, a pesar de todo lo que yo pudiera quejarme, desde hace mucho tiempo no me he animado a salir con alguien más. No sé por qué ha sucedido, aunque creo tener ciertas ideas al respecto. Lo quiero mucho y eso me jode el entusiasmo para salir y conocer otras personas. Todavía no me hago a la idea de terminar la relación que tengo y empezar otra. Sin embargo, siento que el tiempo pasa, que ya van siete años con él, que yo no tengo hijos, que no me he pensado viviendo así como lo estoy haciendo ahora, solo. Por el contrario, siempre me pienso viviendo en una relación de pareja con una mujer, con un niño por lo menos y viendo las caras felices de los miembros de mi familia porque finalmente “pude rehacer mi vida”.
Además de eso está el rollo sexual. Acá he mencionado más de una vez que ese asunto ha tenido momentos de mucho hastío porque siento que a esta relación le falta un poco de imaginación en la parte íntima, que funciona muy bien en otros aspectos, que hay muchísimo cariño y gusto y ganas de estar juntos pero creo que hoy me está costando mucho hacer como que acá no pasa nada, que estoy a gusto haciendo siempre lo mismo, no lo sé. Tal vez solamente me estoy quejando.
He tratado de hacer que las cosas sean distintas en los últimos meses. He buscado hacer más juego previo; he tratado de expresar qué cosas me gustan y qué cosas me disgustan; he cambiado los rituales; he vuelto a ocupar otros espacios de la casa, como la sala, el comedor, el baño, pero pareciera que yo soy el único que está buscando variedad y eso impacta también en mi propio deseo. Lo que uno desea es el deseo del otro, eso me queda claro, pero cuando el otro no tiene tantos problemas en mantener las cosas como están, en repetir siempre la misma faena, en ocupar invariablemente el mismo papel, se siente como una especie de monólogo de búsqueda, que el cambio y la experimentación es solo para mí, porque si dejamos las cosas tal como están, él estará de todos modos contento y satisfecho.
El otro día, después de una discusión que nos separó por más de tres semanas, entre el sacón de onda y las actividades de ambos –viajes y otras cosas- tuvimos relaciones. Cuando terminamos, él me dijo que necesitaba más besos, que sentía la cosa muy impersonal si no nos besábamos en la boca mientras hacíamos el amor. Yo estuve de acuerdo en que habría que besarnos más, pero le dije que no me gustaba cuando él lo hacía muy fuerte, muy violento, porque su barba me irritaba los labios y después me quedaban muy resentidos. Si lo hacíamos delicadamente, sin empujar su cara contra la mía, sin lastimarme, lo haríamos más seguido.
Sin embargo, creo que eso evidenció que yo no estoy mucho en el tema de lo sexual con él. Han seguido los encuentros y me siento un poco desconectado. Incluso, debo confesar, a veces no he tenido nada de ganas de hacer el amor y lo he hecho para que no haya problemas y porque en general a los hombres se nos da fácil ese rollo de coger aunque no tengamos ganas. Un poquito de estimulación y con eso basta. Me ha pasado así en este tiempo y creo que no está bien y también pienso que por eso estoy pensando en tener otras historias.
El vuelo se está terminando y voy a tener que terminar este post. Quiero finalizar diciendo que, haya o no haya aventuras en estos días, en la cabeza me está dando vueltas esta idea de que no estoy completamente satisfecho ahora y que básicamente tengo de dos sopas, arreglo lo que tengo o empiezo a pensar que es momento de partir. La mujer del bosque me dijo hace unos meses “a ti lo que te paso es que quisiste experimentar el rollo con un hombre y te topaste, para tu mala suerte, con el hombre más bueno y maravilloso que pudiste encontrar, que te ama y que hizo que lo amaras mucho, ahora eso es lo que te está pesando para terminar esta relación y empezar otra con una mujer, tal como siempre te he pensado”. Fueron palabras duras que han resonado en mi cabeza desde entonces.
¿Cómo deshacerse de un hombre maravilloso? Tiene sentido terminar lo que funciona o es mejor enfrentar las fallas y buscar soluciones. En el mejor estilo de aquella serie de televisión que tanto nos gusta a los dos ¿Cuándo hay suficientes razones para terminar algo maravilloso?

martes, 21 de agosto de 2007

Un día, dos grandes encuentros


Imagen de la obra Encuentro de Remedios Varo, tomada de: daturasinanistas.blogspot.com


Hoy asistí a una conferencia en a la que había confirmado desde hacía más de un mes. El tema era la condición femenina a lo largo de la historia y la daba un investigador y filósofo francés muy famoso en América Latina, por lo menos en México.
El auditorio, como era lógico, estaba repleto de mujeres y entre un cinco y un diez por ciento eran escuchas masculinos que venían a escuchar a otro hombre hablar sobre las mujeres. La conferencia, siendo francos, se quedó muy corta respecto a las expectativas que yo tenía y esa desilusión fue compartida con por lo menos una persona más.
En medio de esas mujeres interesadas en el feminismo, en los estudios de género y en la historia de las mujeres, me encontré a dos mujeres que tienen que ver con mi historia, la pasada y la más o menos reciente. Dos escenas de una vida que ya corre algunos años.
La primera no era una alguien con una relación directa a mí, sino que esta mujer estaba -y tal vez sigue estando- vinculada a La Internauta Italiana. Eran las mejores amigas e incluso recuerdo haber visitado a esta chica en su casa, cuando ella tenía otra pareja diferente a la actual y habíamos organizado una cena para cuatro adultos, que cada uno vivía solo pero que hacíamos un lindo dúo de parejas jóvenes y modernas. Ella me saludó con mucho gusto y eso me gustó. Fue afectuoso y, gracias a Dios, no salió el tema de La Internauta Italiana en la conversación. Me dio su tarjeta para que estableciéramos contacto nuevamente, me contó de su pareja actual, con la cual lleva ya cuatro años y me dijo que nos viéramos, que convesáramos, que no perdiéramos la comunicación. A mí me sorprendió porque, como digo arriba, no era exactamente mi amiga, sino la amiga de mi pareja y entonces como que tanto entusiasmo no me checaba exactamente. En fin, conversamos un par de cosas, nos actualizamos en torno a los desempeños profesionales y nos despedimos con mucho gusto de habernos encontrado. Ufff, el tiempo pasa y vamos acumulando muchas historias en la vida.
El segundo encuentro sucedió con una mirada justo antes de comenzar la conferencia y los saludos, abrazos y besos los tuvimos al final. Ella es La Francesa, una chica que me encanta y que me ha encantado desde el primer día en que la conocí. Bueno, desde el segundo día en que la ví, y que cada vez que nos encontramos me hace ponerme nervioso, me siento torpe y siento que me tiemblan las piernitas cada vez que estoy frente a ella. Hacía mucho tiempo que no nos veíamos porque ella se había ido a vivir a otra ciudad y eso nos había hecho perder el contacto. Qué raro es, a veces, a pesar del mail y de todas las formas de comunicación que hay en la actualidad, de todos modos necesitas tener a la gente cerca para conservar una relación, ya sea de amistad o simplemente de conocidos que se caen bien.
La cosa es que a ella le dio mucho gusto encontrarse conmigo, me dio el número de su celular y me insistió en que nos viéramos. ¿Puedo adelantar una frase aquí que seguramente parecerá descontextualizada? Ella es exactamente lo que me recetó el doctor. Es linda, es inteligente, es divertida y es francesa, eso le da un plus a la hora de escuchar su acento. Me encanta. Desde que nos conocimos empecé como aquellas mujeres a las que les urge casarse, a pensar en cómo sería tener hijos con ella, cómo sería ser pareja de ella, cómo sería casarme con ella. Increíble. Uno no piensa esas cosas cuando conoce a alguien. Menos un hombre. Nosotros no pensamos eso cuando conocemos a una mujer que nos gusta. Sin embargo, a mí me pasó y volé con mi imaginación hasta mi matrimonio y mi casita con hijitos biculturales que tienen padres intelectuales.
Cuando llegué hoy a la casa de regreso del trabajo y ya relajado después de un rato de ver televisión, me masturbé pensando en ella y en lo rico que sería que ella se montara encima de mí y gozara de mi penetración a su ritmo y yo observando ese ritmo. Me gustó la imagen. Era tan amable, tan correcta, tan como debe ser para mí.
Mi francesa vive nuevamente en esta ciudad y entonces ahora tengo muchas más oportunidades de verla. Lo haré, nos veremos para conversar. Mañana, de hecho, la volveré a ver, pero en un entorno de mucha gente en el que me será difícil llamar su atención.
Saliendo de mi encuentro le llamé a La Mujer del Bosque para contarle este segundo encuentro. Se emocionó conmigo y me insistió en no dejar pasar más tiempo antes de invitarla a salir. Lo haré, lo haré, sí que lo haré.
Me encanta. Solamente puede decir eso. Me encanta.

domingo, 19 de agosto de 2007

Indirectas

Imagen de la película Shortbus tomada de: http://www.laltrapagina.it/giornale
style="text-align: justify;">

Este fin de semana mi pareja trajo una película para que la viéramos en casa. Se trata de Shortbus, una cinta más o menos reciente que se presentó en Cannes y que estuvo en cartelera en los meses pasados y a nosotros se nos fue. Él ya la había visto en la semana y quería que yo la viera porque le interesaba saber mi opinión. También quería mostrarme un par de escenas que le parecieron muy "llamativas".
Bien, la película reflexiona sobre una serie de temas relacionados con la sexualidad de adultos jóvenes que viven en Nueva York y que asisten a un lugar de reunión que se llama como la película y que es un lugar para participar en orgías o para reunir a mujeres a hablar de su sexualidad o para el ligue gay.
Las escenas llamativas a las que me refiero eran unas de sexo explícito entre parejas heterosexuales, orgías y un threesome entre los hombres protagonistas. La verdad nos sé cómo las hicieron si es que son trucadas porque se ven espectacularmente reales.
Víctimas del cansancio, tuvimos que ver la cinta en dos partes porque el sábado nos quedamos dormidos. Este domingo la terminamos y nos levantamos rápidamente (sexo mediante) porque teníamos muchas cosas que hacer. Ninguno de los dos habló más de las escenas particulares que mi pareja quería que yo viera. Ahora que estoy en casa acordándome de la película, me doy cuenta que la conversación quedó pendiente. ¿Por qué querría que las viera? ¿Cuál era el mensaje en todo eso?
Supongamos que se trataba de plantear el asunto de un ménage a trois. Es un tema que hemos conversado muchas veces, pero que nunca nos lo hemos planteado en serio. Nunca hemos hecho uno juntos y no sé cómo nos sentiríamos de hacer. Además, con el enorme clóset que cada uno de nosotros carga a cuestas, está difícil que, por una calentura, lleguemos compartir con un tercero nuestra cama. Pero ¿y qué tal si eso es efectivamente lo que mi pareja estaba planteando? ¿Qué tal que lo que quiere es hacer un ménage o incluso ir más allá, hacer una relación abierta en la que podamos interactuar con otras personas? Lo primero pienso que podría se excitante e interesante, es una experiencia que yo nunca he vivido y la verdad creí que ya no la viviría. El ya la vivió. Claro, necesitaría unos muchos tragos y mucho ánimo para hacerlo... Me quedé pensando y creo que sí lo haría si la ocasión se prestara pero tendrían que reunirse muchas condiciones. Primero que encontráramos a alguien que estuviera dispuesto a hacerlo. Segundo que nosotros estuviéramos dispuestos a decirle que i) nos gustan los hombres, ii) somos pareja, iii) queremos hacer un trío, iv) queremos hacerlo con él, v) queremos que nadie se entere y vi) queremos que después desaparezca de nuestras vidas (esta última condición podría negociarse).
En cuanto a la otra posibilidad, la que tiene que ver con hacer una relación abierta, no creo que esa haya sido su intención porque no lo veo a él en ese plan para nada. Por el contrario, lo veo en plan tan exclusivo como siempre. Tampoco creo que nos funcionaría. Pero supongamos por un minuto que sí, que efectivamente lo está planteando. Seguramente él se conseguiría otro hombre. Seguramente yo me conseguiría una mujer. Veo difícil que yo quisiera establecer una nueva relación con un hombre. Tal vez sexo casual -como con el amigo telefonista, que es una clase que tengo pendiente- pero de buscar a alguien como para relacionarme sería con una mujer.
De cualquier manera, insisto, creo que eso no fue lo que quiso decir. Tampoco creo que a nuestra relación se falte ese "oxígeno" que otras parejas de hombres necesitan. Tal vez no por ahora. Sin embargo, en un momento en que he querido incrementar la calidad de nuestros encuentros sexuales tratando de sacarlos de la rutina en la que habíamos caído y "desterritorializándolos", es decir haciéndolo en lugares distintos a los habituales, quizá no debería echar en saco roto la "sutil" recomendación cinematográfica que me hizo él y a lo mejor es bueno abordar el tema más abiertamente en una conversación de cuates, entre él y yo, claro. Mantendré informes.

jueves, 9 de agosto de 2007

Razones que pesan

Imagen tomada de: http://www.jimloy.com/arts/renoir0.htm


El otro día leí un artículo que reportaba resultados de una investigación sobre la relación de la obesidad y el deseo sexual. En ella se decía que existía evidencia estadística que indicaba que las mujeres y los hombres que sufren sobrepeso u obesidad tienden a ser menos activos sexualmente y a tener menos deseo sexual debido a sufren ciertos problemas de autoestima como su imagen corporal y la aceptación de su figura. Eso les lleva a tener poco ánimo para mostrarse desnudos frente a otra persona, incluso si esa persona es su pareja.
Los resultados de la investigación eran, desde mi punto de vista, bastante lógicos. Es fácil imaginarse a una mujer que no quiere exhibirse frente a otro porque piensa que a ese otro no le resultarán atractivas las carnes sueltas, el exceso de grasa corporal y los tejidos flácidos. Además de eso, es cierto que una persona con sobrepeso o con obesidad tiene menos capacidad física y el sexo es un acto que requiere cierta condición, no digamos atlética, pero sí una cierta habilidad para el movimiento.
Conforme han pasado los años, yo he ido ganando peso de una manera que no me tiene muy contento. No soy un hombre gordo, eso sería una exageración, pero digamos que estoy en un carnoso promedio para un hombre latinoamericano. No hago ejercicio así que tengo poca condición física, pero lo que más me ha molestado con el paso del tiempo es que la carne se afloja, los tejidos cambian de textura y se pierde volumen muscular. Es una desgracia pero es cierto, los años pasan.
De mi cuerpo, lo que más me molesta es no tener un abdomen plano y, sobre todo, tener cierta acumulación de grasa en la zona pectoral, es decir, para ponerlo en lenguaje llano, soy un poco chichón. Es una molestia grande, callada y contenida.
Sin embargo, no creo estar tan mal para mi edad. Otros, a mis años o mucho más jóvenes tienen un abdomen impresionante y, sobre todo, un aspecto de señores que me impacta, porque yo no me veo así, y he preguntado a mis cercanos y siempre me dicen que me veo más joven de lo que aparento.
Los kilos son desagradables para mi cuerpo pero no lo son cuando los veo en el cuerpo de otras personas y esto es un cambio que se ha venido dando en mi vida en los años recientes, digamos en la última década. Conforme avanzo en edad, me doy cuenta que las carnes me atraen. Cuando estaba en la preparatoria o en la universidad, lo que me gustaba de las mujeres era que fueran muy delgadas. Flacas. Recuerdo que tenía un compañero en la preparatoria que me decía que estaba loco, que cómo me podían gustar las mujeres de puros huesos, si lo bueno eran las buenas piernas, las caderas anchas, los senos frondosos. Yo no lo entendía y le decía que tenía gustos de naco, es decir, de gente del pueblo, sin educación.
Han pasado los años y de las muchas cosas que han cambiado en mi vida ha sido también eso. Ahora me gustan las mujeres como le gustaban a mi amigo hace veinte años, con carnes, con curvas, etc. Lo mismo me pasa con los hombres. A pesar de que un hombre atlético es tremendamente estético, me doy cuenta que me atrae mucho la figura de los hombres que son del tipo "osos", peludos y rechonchitos.
A este respecto tengo dos fantasías sobre la gordura, una con una mujer y otra con un hombre. La de la mujer está basada en un cuento erótico que leí hace mucho tiempo que se trataba de un hombre que moría asfixiado mientras le hacía sexo oral a una mujer muy gorda. Ella estaba sentada encima de su cara y él disfrutaba de su vagina y sus fluidos mientras se daba cuenta que le faltaba el aire hasta la asfixia y luego la muerte. Eso, por alguna razón que no alcanzo a reconocer, me excitó mucho y me di cuenta que me atraía la idea de hacerle sexo oral a una mujer hermosa pero bien entrada en carnes.
La otra fantasía, es con un hombre del tipo que dije antes. Siempre me he imaginado que me monto en él mientras me penetra y yo disfruto de la vista de su abdomen amplio y peludo así como de su pecho y sus brazos carnosos. A veces he logrado el orgasmo mientras me masturbo pensando concentradamente que, en esa posición sexual me vendría solamente de recargarme en su panza, mientras la acaricio y me embeleso con su vista.
Por otro lado, me parece de lo más maravilloso cuando en el cine o en la literatura aparece algún personaje gordo que tiene una enorme cachondería, un atractivo erótico que radica en la aceptación de sus carnes y en el disfrute de su figura, sin inhibiciones, sin complejos, sin apegarse a los esquemas socialmente establecidos. Eso me encanta.
Recuerdo que en la película El Piano, que dirigió Jane Campion y en la que actúa Holly Hunter y Harvey Keitel hay una escena en la que ese actor sale desnudo. Su personaje es un hombre entrado en años y con sobrepeso. Me pareció una de las escenas más eróticas que he visto en el cine, porque es acerca de un hombre mayor, que podría ser poco atractivo pero que mantiene su deseo erótico y que puede disfrutar con una mujer sin pensar en nada más.
Una vez, después de hacer el amor con Audrey, salió el tema de las películas pornográficas. Yo le comenté que a mí lo que no me gustaba de muchas de esa películas, sobre todo las softporno, es que todo en la imagen es tan estético que me termina pareciendo profundamente artificial. El sexo no es así, recuerdo que le dije, el sexo es antiestético, uno hace caras, suda, se pone colorado, se despeina, se le ve la panza, se pone en posiciones hasta ridículas. Pero se trata de eso, de salirse de todo lo otro, lo estético, lo socialmente aceptado, para disfrutar el sexo puro. Pienso que esa reflexión tiene que ver también con eso del sobrepeso.
No quiero decir que ya no me gusten los cuerpos bien formados, nada de eso, pero hay algo en esto de las carnes que me atrae, que me parece más auténtico y tal vez también tiene que ver con que yo estoy evolucionando tanto física como mentalmente y eso me hace relacionarme distinto con el cuerpo y sus formas.

sábado, 4 de agosto de 2007

En un mar de sueños

Imagen tomada de: http://www.mundosimaginados.com/galeria_1/640x480/mar_de_nubes.jpg

Disfrutando mi último día de vacaciones, estuve en casa toda la mañana, revisando mis correos electrónicos, leyendo un rato y cocinando, tres de las cosas que más me gusta hacer cuando estoy solo.
En la navegación por internet, me puse a revisar otros blogs y sitios web de contenido erótico. Después de un rato saltando de aquí para allá y de regreso, estaba muy excitado y me masturbé. La última imagen que tuve en el monitor de la computadora fue una pareja de hombres negros que estaban haciendo sexo oral. No era particularmente erótica, pero me sirvió para echar a volar mi imaginación y terminar pensando en otra cosa, hasta que llegué al orgasmo. Fue uno muy fuerte, muy eléctrico, que viajó por mi cuerpo desde mi cabeza, erizándome el cuero cabelludo hasta la punta de mis pies, llenándolos de un exquisito hormigueo de miles y miles de puntos de luz que estallaban por dentro de mi cuerpo. Mi espina dorsal era una carretera donde oleadas de energía iban y venían arrítmicas, desordenadas y sin control.
Después de que me vine me fui a la cama porque quería leer un poco antes de bañarme. Me acosté de nuevo en la cama, me tapé y tomé el libro que estoy leyendo en este momento.
Poco a poco empecé a sentir una relajación muy particular. Era una relajación con una enorme sensación de placer, en las piernas, en la cadera, en la espalda, en los hombros, en la cabeza. Era un placer que emanaba de mis huesos, era algo profundo. Sentía mi esqueleto bajo los efectos del orgasmo que acababa de tener momentos antes, frente a la computadora.
Seguí leyendo un rato disfrutando de esa sensación que recorría mi cuerpo. Quería hundirme en el colchón de mi cama, quería que mi cama me abrazara, me acurrucara y me envolviera con su suavidad. Disfrutaba de la lectura pero me daba cuenta que el disfrute del orgasmo se estaba prolongando. "Eso pasa cuando uno se viene como Dios manda", pensé para mis adentros, porque francamente el orgasmo que tuve fue muy intenso, muy largo y me hizo eyacular un montón de semen.
Seguí leyendo unas cuantas páginas más, pero el sueño empezó a vencerme, a llevarme lejos de mi libro. Era una sensación increíblemente agradable, como cuando fumas mota y sientes que estás en otra dimensión. Eso, me sentía drogado por mis propias endorfinas y por todas las sustancias que mi organismo había liberado con esa masturbación. Todavía estaba despierto pero sentía que había perdido el control de mi cuerpo. Mi mente alcanzaba a tener conciencia de que me estaba quedando dormido pero mi cuerpo se había dormido hacía algunos minutos, en anticipación a mi mente. Seguían las oleadas de placer, mis huesos continuaban emanando aquello que me hacía sentir que todo mi ser era una energía que fluía por mi columna vertebral.
Era el placer después de el placer. Era yo dejándome vencer por mí mismo. Era una caída a un mundo alterno. Era yo. Era...
Y después de eso no recuerdo más.

viernes, 3 de agosto de 2007

Retomando el hilo de la conversación

Imagen tomada de: http://j4tb.com/sharedir/monastery_story/forest03.jpg

Después de un montón de días desaparecido por vacaciones y otras historias, acá me encuentro de nuevo retomando mi querido blog para hablar de temas de sexualidad desde una perspectiva personal, reflexionando en torno a mi historia y a mi presente.
Están terminando las vacaciones y resultó que yo no conocí a mi amigo telefónico, ni hablamos por teléfono en estas dos semanas. Pareciera que el simple hecho tener la posibilidad de contactar nos alejó más y eso, la verdad, me gusta, porque parece que él tampoco está buscando el sexo por el sexo, sino que percibo que es un hombre tranquilo, que también como yo tiene miedo de encontrarse con malas experiencias. En mi caso, además, me di cuenta estas vacaciones que no estoy muy interesado en tener otras experiencias sexuales con hombres. Tal vez sea porque me siento comprometido con El Señor de las Imágenes. Puede que eso sea, que si voy a estar con un hombre va a ser con alguien a quien quiero mucho, a quien amo. No lo sé. A veces tengo fantasías con otros hombres, pero creo que funcionan muy bien pero únicamente como eso, como fantasías y no como para llevarlas a la vida real. Tal vez el amigo telefónico entre en este contexto que estoy planteando. En lo que voy a hacer con él algún día, seguramente será tomarme un café o un par de tragos, conversar de nuestra historia y quedar como amigos. Además, tengo la idea que él no me va a gustar cuando lo vea y la historia ser acabará.
No así con las mujeres. En los últimos días he conocido o he conversado con algunas que no conocía muy bien y me he sentido con ganas de gustar, de atraer con mi conversación, de manifestar interés. Creo que eso no lo haría con un hombre en este momento.
Hace unos días, La Mujer del Bosque me dijo algo que yo había pensado a un nivel medio inconsciente, es cierto, pero ya lo había pensado. Me dijo, "a ti lo malo que te pasó con El Señor de Las Imágenes es que tú querías saciar un poco tu curiosidad homosexual, saber cómo era el rollo más allá de la historia que tuviste con El Neurólogo Catalán, pero resultó que te topaste con un tipo excelente, maravilloso, interesante y de buen corazón. Y te quedaste ahí por lo bien que te sientes con él más como amigo que como cualquier otra cosa".
Fue un poco duro oírlo porque, como digo arriba, yo lo había pensado o digamos que esa idea se había asomado en mi pensamiento pero no con todas sus letras, tal como me lo dijo mi amiga. Es cierto. En este blog ha quedado constancia de que yo lo amo y lo aprecio muchísimo y que me cae bien y que me encanta estar con él en todo momento, pero en el terrero de lo sexual, digamos que la novedad ya pasó, y no me refiero a él como novedad, sino a la experiencia con un hombre como novedad.
En fin, estas vacaciones también fueron momentos de estar solo y reflexionar sobre muchas cosas, como mi vida de pareja. El Señor de las Imágenes volverá mañana sábado y muy pronto nos veremos. Nos hemos mantenido en contacto y nos hemos expresado continuamente afecto y deseo de vernos y seguramente lo recibiré con los brazos abiertos. Y estaré contento, lo sé.

domingo, 15 de julio de 2007

Erótica para tus oídos


Imagen tomada de http://www.lavitrola.8k.com

Algo light, para un domingo como éste. Diez canciones en español que son, desde mi punto de vista, particularmente cachondas.

  • La mujer que yo quiero. Joan Manuel Serrat. Interpreta Idem.
La mujer que yo quiero, no necesita
bañarse cada noche en agua bendita.
Tiene muchos defectos, dice mi madre,
y demasiados huesos, dice mi padre.

Pero ella es más verdad que el pan y la tierra.
Mi amor es un amor de antes de la guerra
para saberlo...
La mujer que yo quiero, no necesita
deshojar cada noche una margarita.

La mujer que yo quiero, es fruta jugosa
prendida en mi alma como si cualquier cosa.
Con ella quieren dármela mis amigos,
y se amargan la vida mis enemigos...

porque sin querer tú, te envuelve su arrullo
y contra su calor, se pierde el orgullo
y la vergüenza...
La mujer que yo quiero, es fruta jugosa
madurando feliz, dulce y vanidosa.

La mujer que yo quiero, me ató a su yunta,
para sembrar la tierra de punta a punta
de un amor que nos habla con voz de sabio
y tiene de mujer la piel y los labios.

Son todos suyos mis compañeros de antes...
Mi perro, mi Scalextric y mis amantes.
¡Pobre Juanito...!
La mujer que yo quiero, me ató a su yunta:
pero, por favor, no se lo digas nunca.

Pero, por favor, no se lo digas nunca...

  • Y el amor. Joan Manuel Serrat. Interpreta Idem.
El milagro de existir, el instinto de buscar,
la fortuna de encontrar, el gusto de conocer,
la ilusión de vislumbrar, el placer de coincidir,
el temor a reincidir, el orgullo de gustar,
la emoción de desnudar y descubrir, despacio, el juego,
el rito de acariciar prendiendo fuego,
la delicia de encajar y abandonarse,
el alivio de estallar y derramarse.
Y el amor...
  • Te digo compañero. José Manuel Pintado/Guillermo Griseño. Interpreta Eugenia León.
Una luna se acostó
su luz te quita la sed
el agua se despertó
con su cara entre tu piel.

Tu cuerpo es mi porvenir
tu mirada mi ciudad
contigo empiezo a sentir
que alumbra la oscuridad.

Se rompe la soledad
se suicida la pared
asaltas la realidad
el mundo empieza a nacer.
  • Lía. José María Cano. Interpreta Ana Belén
Lía con tu pelo un edredón, de terciopelo
que me pueda guarecer
si me encuentra en cueros al amanecer.
Lía entre tus labios a los míos
respirando en el vacío aprenderé
como por la boca muere y mata el pez.

Lías telaraña que enmaraña mi razón
que te quiero mucho y es sin ton ni son
lías cada día con el día posterior
y entre día y día, lía, lía.

Lía con tus brazos
un nudo de dos lazos
que me ate a tu pecho, amor
lía con tus besos
la parte de mis sesos
que manda en mi corazón.

Lías tus miradas a mi falda
por debajo de mi espalda, y digo yo
que mejor que el ojo, pongas la intención.
Líame a la pata de la cama
no te quedes con las ganas de saber
cuánto amor nos cabe de una sola vez.

Lías cigarrillos de cariño y sin papel
para que los fume dentro de tu piel
lías a la cruceta de ésta pobre marioneta
y entre lío y lío, lía, lía.

Lía con tus brazos...

  • La flor de la mañana. Nacho Mañó. Interpreta Presuntos implicados.
Eran sólo dos extraños
concediéndose deseos
como dos enamorados.
Que vaciaron sus manos
de desengaños y miedos
y de afecto las llenaron.

Calmaron con fresas su hambre,
con vino su sed,
y el frío, con su calor.
Y el sueño venció.
La mañana volvió
y pensaron los dos:

"Que habrá tras tu mirada,
que tanto oculta y tanto da.
Vuelve a la cama a soñar,
que, amor que mucho piensa,
verás como comienza;
y entonces pronto acabará.

La flor de la mañana hoy
sembraste en mi ventana
fingiendo que fingías
que me amabas".

Y prometieron locuras,
y cumplieron las promesas,
y se derramó ternura.
Y confundieron sus cuerpos
en un solo abrazo largo;
como dos enamorados.

Calmaron con fresas su hambre...

  • Aire. Miguel Bosé. Interpreta Idem.
Una idea, un continente, una mirada.
Casi sin querer...
Se me escapa, se me nubla, no se acaba
Casi sin querer...

No hay nada ya,
No hay nada ya
Tocarte por dentro, besar...
No hubo y no habrá
No hay nada aquí ya
Volarme y al tiempo volar...

Aire soy y al aire
El viento no, el viento, el viento no
Que sin ti soy nadie...
Sin ti yo no, sin ti, sin ti yo no...

Una fuga.
Un SOS.
Una parada.
Casi sin querer...
Y la duda en sentimiento transformada
Casi sin querer...

No hay nada ya,
No hay nada ya.
Tan bello es caer a tus pies...
No hubo y no habrá.
No hay nada aquí ya.
¿De quién este cielo es?
¿De quién?

Aire soy y al aire...

  • Derroche. Manuel Jiménez. Interpreta Ana Belén.
El reloj de cuerda suspendido
el teléfono desconectado
en una mesa, dos copas de vino
Y a la noche se le fue la mano...

Una luz rosada imaginamos
comenzamos por probar el vino
con mirarnos todo lo dijimos
Y a la noche se le fue la mano...

Si supiera contar todo lo que sentí
no quedó un lugar que no anduviera en ti...

Besos, ternura
qué derroche de amor
cuánta locura
Besos, ternura
qué derroche de amor
cuantá locura

Que no acabe esta noche
ni esta luna de abril
para entrar en el cielo, no es preciso morir

Besos, ternura...

Parecíamos dos irracionales
que se iban a morir mañana...
Derrochábamos, no importaba nada
las reservas de los manantiales
Parecíamos dos irracionales
que se iban a morir mañana...

Si pudiera contar, todo lo que sentí
No quedó un lugar que no anduviera en ti...

Besos, ternura...

Que no acabe esta noche
ni esta luna de abril
para entrar en el cielo
no es preciso morir...

Besos, ternura
Y la noche es testigo de esta inmensa locura
Besos, ternura
nuestra ruta de amor, se convierte en ternura
Besos, ternura
Besos...
  • Kumbala. Maldita vecindad y los hijos del quinto patio. Interpreta Idem.
Luz roja es la luz
luz de neón
que anuncia el lugar
baile Kumbala va
y adentro la noche es
música y pasión

Sol no entiendes lo
que pasa aquí
esto es la noche
y de la noche son
las cosas del amor
el corazón a media luz
siempre se entregará

Mar todo el ambiente
huele a mar
mucho calor
sudores en la piel
sudor sabor a sal y en
la pista una pareja
se vuelve a enamorar

(hablado)
sol no entiendes
lo que pasa aquí
esto es la noche
y de la noche son
las cosas del amor oye oye

una risa una caricia
y en la pista una pareja
se vuelve a enamorar

un sabroso y buen danzón
a media luz el corazón
y en el Kumbala todo es
música y pasión.
  • Han caído los dos. Santiago y Luis Auserón. Interpreta Radio Futura.
Han caído los dos...
Han caído los dos cual soldados fulminados al suelo
y ahora están atrapados los dos en la misma prisión
vigilados por el ojo incansable del deseo voraz
sometidos a una insoportable tensión de silencio.

Han caído los dos bajo el punto de vista exclusivo
iniciando una guerra en que nadie pudo vencer jamás
ella sabe lo que el hombre espera sin haberlo aprendido
y él encuentra sentido al enigma que no le dejaba existir.

Antes eran dos barcos sin rumbo
hoy son dos marionetas que van
persiguiendo una luz cegadora
por la línea del tiempo.

Han caído los dos en la boca de un dios tenebroso
que sonríe mostrando sus dientes de acero.

Han caído los dos cual soldados fulminados al suelo...

Antes eran dos barcos sin rumbo
hoy son dos marionetas que van
persiguiendo una luz cegadora
por la línea del tiempo.

Han caído los dos en la boca de un dios tenebroso
que sonríe mostrando sus dientes de acero.

Ella sabe lo que el hombre espera sin haberlo aprendido
y él encuentra un sentido al enigma que no le dejaba existir
  • Juegos de seducción. Gustavo Ceratti. Interpreta Soda Stereo.
Voy a ser tu mayordomo
y vos harás el rol de señora bien
o puedo ser tu violador
la imaginación esta noche todo lo puede

Te llevaré hasta el extremo
te llevaré, abrázame,
este es el juego de seducción

Estamos solos en la selva
nadie puede venir a rescatarnos
estoy muriéndome de sed
y es tu propia piel la que me hace sentir este infierno

Te llevaré hasta el extremo
te llevaré, abrázame
este es el juego de seducción

Estoy muriéndome de sed
y es tu propia piel la que me hace mover,
me hace mover, me hace mover
en extremo
  • Bésame mucho. Consuelo Velázquez. Interpreta (muchos).
Bésame, bésame mucho
como si fuera esta noche la última vez
Bésame, bésame mucho
que tengo miedo perderte, perderte después.

Quiero tener muy cerca
mirarme en tus ojos
verte junto a mí
piensa que tal vez mañana
yo ya estaré lejos,
muy lejos de ti.

Bésame, bésame mucho
como si fuera esta noche
la última vez
bésame, bésame mucho
que tengo miedo perderte,
perderte después.


¿Alguien podría aportar a esta incipiente y nada exhaustiva lista de canciones para ponerse a tono?

sábado, 14 de julio de 2007

Algo personal

Imagen tomada de: http://www.criminalistaenred.com.ar/Lectores%20de%20huellas%202.html

El erotismo es la apreciación subjetiva de la sexualidad, la interpretación intelectual, la forma en que le damos sentido y significamos esa realidad biológica de ser sexuados. Es, digamos, la parte más estrictamente humana de la sexualidad y, claro está, aquello que nos hace únicos.
No hay nada tan personal como el erotismo en las personas. Si uno hiciera una encuesta y preguntara a la gente qué es lo que le parece erótico, encontraríamos un gran tronco de coincidencias, un cuerpo simbólico que remite a nuestra cultura y a los valores que compartimos en común. También encontraríamos aquellos que socialmente es considerado no sexual, un saber y una forma de percibir el mundo que está allá afuera y que es aprendida individualmente por cada uno de nosotros. Sin embargo, el detalle fino, la diferencia que nos hace únicos se encuentra en las ramas de ese gran árbol, esas pequeñas hojitas que dan cuenta de nuestra personal interpretación del mundo y del sexo, es por decirlo de algún modo, el lente con la que enfocamos nuestra experiencia sexual.
Esa individualidad erótica se vive en la práctica en el encuentro de las parejas. Toparnos con gente que hace el amor tal como nos gusta es bastante difícil, es casi un golpe de suerte, pero hacer coincidir todo nuestro mapa erótico con alguien me parece que es una empresa imposible.
Como en todas las etapas de mi vida en pareja, hoy me encuentro en una con la que tenemos grandes coincidencias en lo sexual pero también grandes diferencias. Por ejemplo, a él no le gusta mucho hablar durante el sexo, porque dice que se desconcentra, en cambio a mí me encanta. Él muere de ganas de que un día nos bañemos de aceite, de gel, de crema o de cualquier sustancia resbaladiza y nos frotemos el uno contra el otro. Esa es, de hecho, una de unas mayores fantasías no satisfechas en nuestra relación de pareja. A mí, en cambio, eso no me atrae mayor cosa y siempre le contesto que sí lo podemos hacer, pero no en mi cama, que es donde siempre o casi siempre hacemos el amor.
En el terreno de la imaginación las diferencias también existen. A él le gustaría que hiciéramos un trío con alguien más, un hombre siempre, con el que organizáramos un ménage a trois en el que él estuviera en el medio y fuera penetrado por mí y por el invitado especial. Eso le parece sumamente erótico. A mí no tanto. En cambio, cuando se trata de ménages a trois, lo que a mí se me antoja es un trío con una mujer, en la que nosotros dos estemos penetrándola, mientras nos vemos a los ojos.
La Flaca, en cambio, tiene una persistente fascinación por el exhibicionismo. Le excita poderosamente la idea de ser observada mientras hace el amor con alguien. Nunca ha llevado a cabo su fantasía, pero simplemente con que se le venga a la mente la idea se enciende sexualmente. Otra cosa que le erotiza es imaginar que ella deja entrar a un hombre a su casa con la intención de hacer algún servicio doméstico, como plomería, carpintería, pintura, etcétera, lo seduce y tiene relaciones con él.
El amigo telefónico tiene la fantasía de penetrarme violentamente, de una sola vez y atestiguar que me duele. Eso le excita porque supongo que tiene una callada fascinación por ser un atacante. Le gusta decir malas palabras durante el sexo, insultar y eso también tiene coherencia con el perfil que estoy haciendo de él. Es un hombre amable, muy respetuoso y seguramente tímido, pero cuando estamos imaginando hacer el amor, se vuelve alguien agresivo y vive su fantasía de esa forma. A pesar de ser gay, tal como él me lo ha hecho saber, no le gusta mucho dar sexo oral a un hombre, tampoco lo han penetrado nunca, ni le gusta mucho la idea. Su personaje erótico es algo que yo francamente no comparto mucho. Bueno, hay una parte que sí, una pequeña parte de su persona sexual que sí me gusta a veces y que es el uso de cierta fuerza aplicada para la provocación, para tener relaciones aunque la otra persona diga que no. Para mí un "no" es excitante y convertirlo en un "sí" se vuelve un objetivo.
A Audrey le gustaba mucho el drama, la personificación. Era toda una actriz de clóset y creo que secretamente guardaba su gusto por ser una dominatriz, alguien fuerte en la cama, que pudiera atar a su hombre y tener el control de todo. Si eso es cierto, fue una fantasía que nunca llevamos a cabo, pero creo que por ahí iba la cosa. A veces yo sentía además que ella estaba viviendo su propio cuento cuando hacíamos el amor. Como que se desconectaba o como que actuaba demasiado sus expresiones. Sus gemidos eran bastante cinematográficos, tanto que a veces yo pensaba que debía estar exagerando. Ella aseguraba que no, pero yo no me quedaba muy convencido. A mí me gustaba imaginar escenas en las que ella era una mujer que estaba más arriba en la escala social (realmente lo estaba) que yo. Por ejemplo, que era una princesa medieval y yo un guerrero que hacía el amor con ella secretamente, evadiendo la vigilancia de sus padres quienes me habían conferido a mí la responsabilidad de cuidar su virginidad. Otras veces me imaginaba siendo un guerrero árabe que cuidaba del harem de un sheik poderoso y, burlando las reglas, hacía el amor con una de sus mujeres. Así mis fantasías.
Puedo seguir contando otras formas del erotismo en las personas que conozco sexualmente, o de aquellas con las que no he tenido sexo pero que los momentos de intimidad han permitido hacer espacio para las confesiones. Lo que quería expresar acá es esta vivencia personal que es el erotismo, esto único que tenemos como individuos, aquello que nos hace personas, que nos separa y al mismo tiempo nos une con los demás es algo que todos llevamos dentro y que ponemos en marcha tanto en la intimidad como en la esfera de lo público, que moldea nuestra personalidad y le da forma a esa huella digital, a ese código genético único que es nuestra experiencia del sexo.

jueves, 12 de julio de 2007

Testigo


Imagen tomada de http://www.playatroncones.com/

Hace un año, como otros veranos, fui a acampar a una playa en la costa del Pacífico mexicano. Había organizado con una amiga unos días lejos de todo en un lugar que a los dos nos gusta mucho porque hay poca gente, la playa es hermosa y se puede estar en paz sin vendedores, ni música invasiva, ni nada que moleste.
En cuanto llegamos, nos instalamos en el lugar que más o menos teníamos pensado ubicarnos, cerca de un hotelito donde hay unos amigos que nos apoyan con algunos requerimientos básicos: baño, restaurante, alberca (piscina) y algunos otros servicios, pero al mismo tiempo relativamente separados de ellos para no invadir ni ser invadidos.
El lugar había sido ideal, algo así como una pequeña isla de arena rodeada de vegetación por un lado y por el otro la vista hermosa del mar.
Instalamos la tienda de campaña, organizamos todo tal como nos gusta, ya que tenemos larga experiencia en irnos de camping y por la noche hicimos una fogata y conversamos hasta tarde mientras compartíamos un toque y unos tragos.
A la mañana siguiente llegó un grupo de chicos, serían unos ocho, que venían con la intención de instalarse cerca de nosotros. Amablemente nos preguntaron si teníamos algún problema en que se instalaran en los alrededores y nosotros respondimos que ninguno. Se veían buena onda, chavos universitarios, medio hippiosos algunos (eso fue lo que nos gustó) y otros medio nerds, pero todos muy educados y respetuosos. Eran algo así como cinco hombres y tres mujeres, no recuerdo bien. Todos de unos 22 o 23 años más o menos, no más que eso. Se instalaron a una prudente distancia y en tres tiendas de campaña de distintos tamaños, una de cuatro personas y dos para parejas.
Por la noche hicieron una gran fogata con pedazos de madera y cocos secos que encontraron en las cercanías. La quisieron hacer tan espectacular que se la pasaron todo el tiempo consiguiendo material combustible para mantenerla viva y eso a mi amiga y a mí nos causaba mucha gracia. Más que descansar, estaban dedicados a alimentar el fuego que consumía con una enorme velocidad todo aquello que le daban.
Poco a poco se fueron a dormir y nosotros hicimos lo mismo un poco más tarde, porque no queríamos perder ni un momento el espectáculo de las estrellas fugaces que siempre o casi siempre se observa en la playa en las noches en que no hay luna y que, paradójicamente, se pierde cuando se está cerca de una gran fuente de luz, como una fogata.
A la mañana siguiente nosotros nos levantamos muy temprano. Ellos fueron apareciendo tiempo después, bastante tiempo después. Tal como iban asomándose por las puertas de las tiendas de campaña, se estiraban con una enorme flojera y se alejaban para caminar a la orilla de la playa, en el momento más agradable para hacerlo por que el calor es menos y el sol no quema tanto.
Una de las parejas que estaba acomodada en una de las casas de campaña por separado se demoró un poco más en salir. Él asomó la cabeza un rato después, nos saludó y se fue caminando, posiblemente al auto a buscar algunas cosas. Regresó al poco rato y volvió a meterse a su tienda de campaña donde estaba todavía su chica.
Por la posición del sol y el lugar en el que yo estaba acomodado la tienda de campaña de ellos se transparentaba de una forma impresionante. Podía verlos perfectamente allí dentro, acostados y suponía que ellos no podían verme a mí.
"Nomás falta que estos se pongan a coger", pensé yo en un momento imaginando la escena y pensando qué dirían sus amiguitos si me vieran observándolos mientras hacen el amor sin darse cuenta que alguien los está viendo.
Efectivamente, los dos chicos se empezaron a sacar la ropa y, sin mucho preámbulo, se acomodaron en la posición de misionero y, frente a mis ojos, se pusieron a hacer el amor allí, mientras el resto de sus amigos se habían ido a caminar y otros todavía no se levantaban.
Yo pude haberme retirado de donde estaba y dejarlos "solos", sin embargo me quedé allí, maravillado con lo que estaba viendo. Primero que nada, creo que nunca había visto a una pareja hacer el amor así, delante de mis ojos, a dos metros de distancia. En segundo lugar, ellos no me veían a mí y yo esperaba que no se dieran cuenta que su tienda de campaña se transparentaba de esa manera. Pero en tercer lugar, y más importante que todo lo demás, me quedé allí porque, al verlos, su imagen mi hizo recordar otra época de mi vida en la que me hice pareja de Tita, justamente en la playa y más o menos a esa misma edad. Verlo a él me hacía verme a mí, casi veinte años antes y verla a ella me recordaba a esa mujer de la que yo me enamoré justo cuando no debía, pero que no me importó.
El sexo que tuvieron estos chavitos no duró mucho más de diez o quince minutos y no tuvo prácticamente ninguna gracia, no hubo casi ningún preámbulo, no cambiaron de posición, no hubo quejidos, ni respiraciones agitadas ni nada. Eso hizo también que yo viera la escena completita, desde que él se acercó a ella hasta que se acostó de espaldas a su lado y se quedaron jugando con las manos.
No sabía si decirle o no a mi amiga lo que yo había visto. Me sentía un poco culpable por haberme quedado de mirón en un momento ajeno y privado. Finalmente se lo conté y los dos nos reímos un poco de todo eso. Irónicamente, cuando llegaron estos niños sentimos que el hecho de que se instalaran cerca de nosotros era, de alguna manera, una invasión a nuestra intimidad y no estábamos muy convencidos de tenerlos ahí. Sin embargo, quien hizo una verdadera invasión a la intimidad fui yo, de manera involuntaria, eso sí, pero de cualquier manera el momento me puso frente a ellos, sin que tuvieran la menor idea de que yo observé todo y mucho menos de que estaría contando su historia en este blog. Eso fue hace apenas un año. ¿Qué habrá sido de ellos?

domingo, 8 de julio de 2007

El regalo de La Internauta Italiana

Imagen tomada de: http://www.allposters.com

La misma noche que hace blanquear los mismo árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Pablo Neruda
Poema 20.

Ella apareció en una noche de fiesta, cuando yo ni siquiera había empezado a vivir mi vida anterior. Tenía unos 19 años y un escuálido novio con cara de tonto. Yo tenía 23 y la mirada puesta en otra mujer. Me gustó desde el primer momento en que la vi, pero su actitud y su manera de ignorarme me hizo sentir que yo estaba muy lejos de llamar su atención. Se parecía a Catherine Deneuve, siempre se lo dije aunque nunca me lo creyó.
La vida nos hizo amigos primero. O incluso menos que eso, porque ella fue en realidad la amiga de mi ex mujer, compañeras de escuela y copartícipes de un mundo al que yo no tenía mucho acceso, el de los niños que van a escuelas privadas y que son hijos de padres universitarios, un mundo entre intelectual y snob que al mismo tiempo me atraía y repelía.
Amigos o compañeros de fiesta fuimos los primeros ocho años, más o menos. A pesar de que yo estaba perfectamente consciente de que ella me gustaba, nunca hice nada para conquistarla en ese tiempo. Incluso, una vez, en una fiesta, pocos años después de habernos conocido, ella se animó a coquetear conmigo directamente. Al calor del alcohol y entrada la noche, dejó claro que yo le gustaba. Mi ex mujer -ex novia en aquel tiempo- se dio cuenta y no le causó la menor gracia. Ni siquiera perdonó que todo había sido producto de los tragos.
La Internauta Italiana cambió de novio y con éste nos hicimos más amigos. Los cuatro salíamos frecuentemente junto con otras dos parejas. Fueron años muy felices, ahora lo tengo muy claro. De aquellos tiempos no sobrevive ninguna de esas uniones.
Muchos tiempo pasó y de pronto nos encontramos ella y yo viviendo más o menos en el mismo vecindario y recuperándonos de nuestras respectivas rupturas amorosas más importantes. Mi ex se había ido de la casa y su ex había hecho lo mismo con una diferencia de un mes. Ambos estábamos destrozados, perdidos, aturdidos por la pena. Fue esa circunstancia la que nos acercó. Primero, sin afán de nada, más que saber cómo iban nuestras respectivos procesos de sanación. Empezamos a salir solamente para acompañar nuestra soledad y porque de alguna manera sentíamos que el otro estaba viviendo lo mismo y podía comprender más que las demás personas el dolor y la desorientación.
Seis meses después de haber terminado con mi ex, La Internauta Italiana y yo nos dimos el primer beso e hicimos el amor por primera vez. Para mí eso no significó el inicio de una nueva relación porque yo en realidad no quería tener en ese momento ninguna relación. Sin embargo, mirando retrospectivamente, esa primera noche fue el comienzo de una vida de pareja que me costó mucho entender, aceptar y disfrutar.
La Internauta Italiana y yo fuimos pareja durante cinco años. Varias veces terminamos pero volvíamos y volvíamos, a veces a mi pesar, otras más convencido. Ella me gustaba mucho y en muchos aspectos nuestras vidas eran muy similares, aunque en ese tiempo yo no quisiera verlo.
El sexo con ella era siempre muy bueno, por muchas razones. Es muy rico irse a la cama con alguien que de verdad te gusta mucho y creo que ella ha sido la mujer que más me ha gustado físicamente. Yo tenía fascinación por su cuerpo y por lo que hacíamos en privado.
Siempre estaba dispuesta a hacer el amor. Para mí, que venía de una relación donde muchas veces me escatimaron los encuentros, esto era como llegar al paraíso. Cuando yo le preguntaba ¿quieres hacer el amor? ella siempre me contestaba lo mismo ¿alguna vez te he dicho que no? Era fantástico.
Un día decidimos probar el sexo anal y ambos nos hicimos adictos. No fue instantáneo para ella, claro está, porque el sexo anal es un gusto adquirido la mayor parte de las veces, pero aprendió a relajarse y ambos lo disfrutamos enormemente. A ella le gustaba la idea de que yo fuera el único que había entrado en su cuerpo de esa manera. A mi me gustaba la idea de que estábamos transgrediendo "el orden natural de las cosas". Cada loco con su tema.
Con La Internauta Italiana exploramos un montón de cosas. Nos gustaba hacer el amor con un toque; a los dos nos encantaban las fantasías y hablar mucho mientras lo hacíamos; a ella le atraía la idea de introducirme un dedo en el ano y a mí también me gustó cuando lo hizo; ambos nos dimos besos negros; ella descubrió un día entre mis libros El punto G, de Beverly Wiple y lo leyó muy interesada. Así aprendió a eyacular y eso a mí me hizo todavía más feliz. Creo que de lo único que me podría quejar sería que no era muy buena en el sexo oral. Tenía la boca pequeña y no era muy hábil con ella. Tampoco con los besos, pero igual me encantaba besarla.
Con ella hice el amor en muchas partes, además de nuestras respectivas casas. Viajamos por México y en todos lados buscábamos donde coger. También lo hicimos en mi oficina un sábado en que no había nadie, frente a un gran espejo que había a la entrada. La masturbé en el auto, a media carretera rumbo a la playa y de regreso a México. Le hice el amor miles de veces, miles y nunca me dejó de gustar. Cuando besaba sus senos perfectos siempre la decía que ella era una fruta y era para mí.
Transcurrieron los cinco años de nuestra relación y las cosas empezaron a cambiar en mi vida. No entraré en detalles ahora. Simplemente anotaré que fue cuando quise probar la otra parte de mi sexualidad, cuando conocí al Neurólogo Catalán y otras historias. Finalmente nos separamos gracias a mí y a pesar de ella.
La Internauta Italiana me regaló un día la imagen que ilustra esta entrada. Yo la portaba en mi Palm y la veía cada vez que la encendía para trabajar. Me recordaba su gusto por el arte, su amor por mí y aquella conexión entre ella y yo que nos hacía eternos. Born away, to the stars, es el título de este dibujo de Henry Matisse, uno de sus pintores favoritos y representa para mí la urgencia de fundirse en un abrazo hasta hacerse uno solo. Una especie de danza cósmica.
Han pasado siete años desde que nos separamos y, aunque recuerdo perfectamente por qué decidí hacerlo, aún me pregunto si tomé la mejor decisión y a veces me descubro pensando cómo sería mi vida hoy a su lado.

viernes, 6 de julio de 2007

Pesadilla al amanecer



Hoy viernes estoy despertándome con una pesadilla que quiero relatar cuanto antes aquí antes de que se me olvide. Fue bastante violento mi despertar y creo que tiene relación con lo que escribo acá así que por eso decidí compartirla en este blog.
Estaba en Miami o algo así, como de vacaciones en el mar y junto a mi familia. Estábamos todos en un balcón tomando la brisa pero cubriéndonos del sol. Yo me encontraba de muy buen humor, cosa que no siempre sucede.
De pronto les aviso a mis familiares con los que estaba que voy a ir a bañarme para sacarme la sal del mar. Serían algo así como las 14:00 o 15:00 hrs., más o menos. Lo calculo por el tipo de luz que había. Lo curioso es que los baños de ese hotel estaban hacia adentro del mar y para llegar a ellos había que caminar por una especie de muelle hasta llegar a una instalación desde la que se podía ver por las ventanas el hotel frente a la costa de Miami. Allí me encontraba yo, dentro del baño, que era más como un baño de vapor o uno de esos grandes baños de gimnasio. Estaba orinando cuando se aparece un tipo también completamente desnudo y me saluda. Yo inmediatamente capté que el tipo era gay y quería ligar conmigo. Yo lo saludo cordialmente pero no le hago mayor caso. De cualquier manera recuerdo que me dio cierto gusto y cierta incomodidad que alguien quisiera abordarme ahí, en ese baño. Al tipo se le notaba bastante que era gay, así que para mí eso es una buena razón para ignorarlo.
No bien había terminado mi reflexión sobre el tipo aquél, cuando empieza un fuerte terremoto. Las cosas empiezan a moverse violentamente de un lado para el otro y lo que a mí más me impresionaba era que la fuerza telúrica era más bien una fuerza magnética que amenazaba con desprender la parte de los baños, donde me encontraba yo, del resto del hotel donde se encontraba mi familia.
El movimiento era muy intenso y con mucha dificultad el tipo que estaba conmigo y yo alcanzamos la puerta, muy asustados. Abrimos la puerta del baño y vemos pasar a un hombre volando justo frente a nosotros. Era un hombre mayor, que había perdido fuerza para sostenerse de los barandales y se encontraba a merced del movimiento de la tierra y el mar.
Poco a poco el tipo y yo logramos salir del baño y empezamos a caminar por el muelle en dirección al hotel, para buscar un sitio más seguro. Se movía todo, la tierra, el mar, el cielo estaba gris y corría un aire intenso. Yo veía al tipo adelante de mí. Estaba muy asustado y de pronto grita "¡no quiero morir así!" y a mí me dá más miedo todavía de que su pánico tenga justificada razón.
En un momento el tipo pierde fuerza y se suelta del barandal. Sale volando y lo pierdo de vista. Me doy cuenta de que la cosa es mucho más grave de lo que pensaba y empiezo a dudar que pueda llegar a la parte del hotel donde se encontraba mi familia. Mientras avanzo hacia allá pienso que esa es justo la peor manera que tendría para morir. Siempre me ha parecido que morir ahogado es la peor de las muertes y la angustia de ahogarme en el mar me ha generado muchas pesadillas.
Poco a poco sigo avanzando atenazado al barandal que es mi único asidero antes de llegar a tierra firme. Se mueve todo. En un momento, esa fuerza magnética, gravitacional, hace que las estructuras del muelle comiencen a estirarse, como si fueran un chicle y a alejarse del resto de la construcción donde estaba mi familia. Empiezo a ver que me alejo de ellos y que el mar amenaza con tragarme. Todo empieza a borrarse, a perderse en una tormenta que además me nubla la vista. La estructura se estira más y más, pero no se rompe...
En ese momento desperté. Estaba en casa, en mi cama, en México. Todo seguro.
¿Qué diría Freud de mi sueño?

jueves, 5 de julio de 2007

Baño de hombres

Imagen tomada de http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/misc/newsid_6076000/6076718.stm


Una experiencia que siempre me ha llamado la atención es la de compartir con otros hombres la desnudez en los vestidores de un club deportivo o de un gimnasio. Tuve la primera oportunidad de hacerlo cuando tenía más o menos 15 años y desde entonces me llamó la atención esa sensación de libertad que se experimenta ahí dentro. Yo era todo un adolescente en ese tiempo y sufría las típicas pulsiones de pudor por mis genitales, el desarrollo del vello público, etc., sin embargo, estando ahí dentro eso parecía no importar.
El primer baño que compartí fue el de la piscina olímpica de la ciudad de México. Siendo un espacio construído para las Olimpiadas de 1968, las instalaciones eran enormes, con un baño que tenía no sé cuántas duchas instaladas una al lado de la otra, a cada lado de un pasillo.
El flujo de personas que se bañaban ahí era siempre muy intenso. Las clases de natación en la esa piscina son masivas y, a la hora de terminar la clase, los vestidores se atiborran de niños, jovencitos y adultos que se bañan al mismo tiempo en una especie de camaradería que únicamente está limitada por el sexo -ya que solo hay hombres- pero que atraviesa edades, apariencias físicas, orígenes sociales y hasta preferencias sexuales. Allí todos éramos simplemente hombres (y heterosexuales, por obvia añadidura).
Recuerdo de aquellos tiempos la sensación de libertad de la que gozaba estando desnudo en el vestidor. Disfrutaba bañarme "en público" y demoraba el momento para ponerme la ropa interior con el fin de aprovechar cada momento de mi compartida desnudez. Al mismo tiempo, me llamaba la atención que otros adolescentes eran mucho más pudorosos que yo. Se daban una ducha de 10 segundos y nunca se sacaban el traje de baño. Salían de las duchas siempre con la toalla enredada en la cintura, se sacaban el traje de baño por abajo de la toalla y se ponían los calzones de la misma forma. Me parecía sumamenten ridículo y pensaba que en su familia debían de tener valores religiosos muy arraigados y muy conservadores que les hacían ser tan pudorosos con su propio cuerpo.
Años más tarde, en un club deportivo, tuve de nuevo la experiencia de compartir con hombres en el baño y en los vestidores. Ahora la cosa era diferente porque aquí además había baño sauna y eso cambia un poco la dinámica porque no se trata únicamente de darse un duchazo y vestirse rápidamente. No. Acá la cosa era más recreativa y tanto los hombres mayores como los niños disfrutaban de largas duchas con agua muy caliente y muchos entraban al sauna un buen rato. Esos, en su mayoría eran los hombres adultos o mayores, quienes disfrutaban de sesiones de calor intenso mucho más allá de lo que yo podía soportar. En esta segunda época yo era ya completamente adulto pero muy joven todavía. Unos 25 años más o menos. Las duchas eran ligeramente distintas que en vestidor anterior porque aquí sí había divisiones entre cada ducha, aunque no había puertas así que, si uno entraba por el pasillo buscando un lugar libre, podía ver a todos completamente desnudos bañándose.
En este vestidor la gente estaba siempre de buen humor, los niños corrían por todos lados persiguiéndose mientras sus papás conversaban con otros hombres en total relajación. Allí fue cuando me empezó a llamar la atención que, si bien yo siempre me he sentido cómodo con la desnudez, creo que ellos se sentían mucho más cómodos que yo, porque sus conversaciones siempre eran hablando en voz muy alta, cantando en grupo, diciéndose muchas bromas e incluso haciéndose pesadeces como pegarse con la toalla o esconderse las cosas de aseo personal. Me llamó la atención porque ya no se trataba de bañarse después de hacer ejercicio, sino de pasar un rato con los amigos. La mayoría eran hombres mayores, de 60 años, que, sin prisa por salir a trabajar, se quedaban horas "en bolas" en un pequeño mundito que era solo de hombres.
Esas escenas se repitieron en otros vestidores y baños que compartí a lo largo de los años y me di cuenta de que había una relación directamente proporcional entre la edad de los usuarios y el tiempo de estancia en el baño. Eso además se relacionaba con su actitud abierta, desenfadada, despreocupada y poco pudorosa respecto a su cuerpo. Los hombres gordos, viejos, canosos, arrugados y con unos penes que daban más tristeza que otra cosa eran los más relajados y contentos allí dentro, mientras que aquellos más jóvenes y con mejor físico eran más propensos a ir exclusivamente a bañarse, vestirse y salir. Nada de hacer amigos, nada de conversar con los demás.
Y respecto a mirarse o no, yo creo que todos lo hacemos, pero también creo que la forma es muy discreta. Pienso que todos bajamos en algún momento la vista para ver el pene de los demás, pero las reglas tácitas están tan claras que nadie comete el error de querer ver el pene del otro sin que se arriegue a que el objeto de sus miradas lo considere un maricón descarado. Eso se hace discretamente y como si fuera de forma distraída y desinteresada.
Durante esas experiencias me di cuenta de que, si yo alguna vez me consideré vanidoso por verme en el espejo y fijarme en mi arreglo personal, estaba muy lejos de lo que muchos otros hacían (bueno, empezando por mi padre, que pueden pasar horas entre que sale de la ducha y se pone los pantalones). Allí los hombres se toman el tiempo. Se meten al vapor o al sauna a relajarse y a afeitarse. Se bañan largo y calmadamente y se acicalan después con calma y usando a veces un montón de productos de belleza, sobre todo lociones y talcos perfumados. Es a veces más el tiempo que ocupan en el baño que lo que practican deporte. Tal vez de eso se trate y quizá por eso también los hombres disfrutan de los spas ahora que están tan popularizados. Nos encantan la desnudez, nos gusta el agua y también nos gusta la compañía de otros hombres desnudos, aunque no sean nuestros amigos, ni siquiera nuestros conocidos, pero ese circular de hombres tiene algo mágico y definitivamente muy placentero.
Esto lo saben bien los orientales. Chinos, japoneses, indios y en general el mundo asiático hace del baño todo un arte y un ritual. En contraste, en occidente, cada vez somos más concientes del desperdicio de agua de de combustible con esas sesiones maratónicas en el baño. En algún momento, en nuestro latinoamericano mundo, esto también estará prohibido y se convertirá en un recuerdo los tiempos idos y de la inconciencia ecológica de las generaciones anteriores. Algo demodé en beneficio del medio ambiente. Pero eso es otra historia.