martes, 27 de mayo de 2008

Otras preocupaciones o de la sexualidad exigente



Hoy conversé por el chat con un amigo a quien no veo muy seguido, pero con el que me mantengo en comunicación a través del internet. Él es casado y tiene dos hijos chicos.
Después de los saludos rigurosos de siempre, me contó un chisme de La Internauta Italiana. Una buena noticia afortunadamente. Buena noticia para ella.
Seguimos la conversación y me preguntó si sabía algo de una ex pareja que él había tenido y que se dedica a la danza clásica. Yo le informé que no sabía nada de ella, que hacía mucho tiempo que no tenía noticias de la bailarina en cuestión.
Después de eso me preguntó cómo estaba, particularmente respecto al sexo. Esto tal vez suene algo extraño pero él y yo casi crecimos juntos así que nos tenemos mucha confianza como para hacernos esas preguntas muy directamente.
Yo le contesté que, en ese aspecto, la cosa estaba bastante aburrida y que sabía que debía hacer algo para remediarlo, pero que por el momento no se me ocurría nada y que no tenía como solucionarlo.
A mi pregunta sobre el mismo tema, él contestó que estaba más o menos en las mismas condiciones. Sexo poco y mal, que consideraba que eso era típico de hombre casado, pero que tampoco quería pensar en cómo solucionarlo por el momento, que su cabeza estaba en otra preocupaciones.
Luego de nuestras tristes confesiones sexuales no pudimos seguir conversando mucho más porque cada uno estaba en su oficina y tenía mil cosas que atender.
Yo me quedé con esta sensación de que tenía que hablar de ello, decir que no me consuela aquello de mal de muchos, que en realidad lo considero un consuelo de tontos, pero lo cierto es que yo estoy así, sin mucho sexo en estos días y el poco que hay es bien poco emocionante.
Pero la pregunta es ¿tiene que ser el sexo siempre emocionante? ¿No tiene razón de ser si es previsible, incoloro, inodoro e insípido? ¿Hay que estar siempre en el mejor estado sexual? A veces pienso que esa exigencia desvirtúa el carácter humanista de la sexualidad.
Todo el tiempo aparecen artículos, en los diarios, en el internet, en las revistas, en la tele y en todos los medios que se encuentren a la mano, recomendaciones para mejorar la vida sexual. Parece ser que un desempeño sexual excelente, perfecto, es el único desempeño que se permite en estos tiempos y cualquier otro es considerado una expresión del mal funcionamiento en esa área de la vida.
Lo que quiero poner acá sobre la mesa no es la coincidencia de que mi amigo y yo tengamos mal sexo o poco de ello en estos tiempos, sino el hecho de que ambos compartimos en este momento una especie de poco interés por el asunto sexual. Pareciera que las satisfacciones están en otra parte, o bien las preocupaciones ocupan tanto lugar que no hay mucho más para este tipo de temas. No lo sé y no puedo decir que mi amigo y yo coincidamos en la misma circunstancia. Quizá alguno de los dos está deprimido. No lo sé. Quizá alguno de los dos tiene presiones económicas tan fuertes que no tiene cabeza para pensar en programas interesantes en la cama. Quizá las relaciones de pareja que ambos tenemos han alcanzado una estabilidad tal que cuesta mucho inclinar hacia arriba la curva de la sexualidad y del goce de pareja. No lo sé. Tal vez los dos necesitamos encontrar alguien que nos sacuda en ese aspecto y nos trastorne un poco la vida, aunque sea por unos instantes. No lo sé. Tal vez la testosterona está disminuyendo pero, ¿tan pronto?
Todo esto son hipótesis y todo surgió en el momento que en la computadora, la ventana de conversacion de mi amigo anunció: your friend is now offline.