viernes, 11 de septiembre de 2009

Yo en mis imágenes.


Imagen tomada de: http://juansahumerio.wordpress.com/2009/05/

El cuerpo no es más que un medio de volverse temporalmente visible.
Amado Nervo.

He reflexionado muchas veces en este blog sobre el cuerpo y sus consecuencias. En buena medida, todo este blog es una reflexión sobre ese tema y, por más que pienso que todo sobre mí y sobre mi cuerpo ya lo he dicho, siempre saltan temas acá y allá, en el ir y venir de los días, de los encuentros y las historias tropezadas.
Hace algunas semanas regresé de vacaciones en la playa. Precisamente el post anterior a éste hace referencia a esos días maravillosos en una isla que es como una fantasía. Cuando me encontraba en casa, de vuelta, lo primero que quise hacer fue subir algunas de las fotografías que tomé entonces. Me apuré a publicarlas en el Facebook para que mis amigos y mi familia las vieran. Hacer la selección del material no fue tarea fácil ya que tuve que revisar más de mil imágenes para finalmente hacer una presentación de sesenta de las más relevantes, de las mejor tomadas y de aquéllas en las que a mí me gustaba cómo yo me veía. Esta última parte es la que me parece relevante para el blog porque escoger esas fotografías que considerara dignas de publicación implicó también darme cuenta de un proceso que pasaba por mi autoimagen, por aquella cristalización mental sobre mi cuerpo y mi persona que está fija en mí y que tenía que coincidir con la imagen que aparecía en las fotografías. No en todos los casos sucedió así, tengo que comentarlo. De hecho, en muy pocos casos sucedió así. Pocas de las fotos tomadas satisfacían los requerimientos que yo considero necesarios para que fueran publicadas. Fotos, por ejemplo donde salía gordo, con la cara demasiado redonda o con expresiones no muy estéticas fueron desechadas, incluso en alguna en que la expresión era de lo más natural. Si no me gustaba, no era seleccionada.
¿Cuáles eran entonces aquellas imágenes que sí pasaban la censura autoimpuesta? Las que no mostraban las carnes demasiado desproporcionadas, demasiado sueltas o donde mi cara se veía delgada o con una expresión agradable. En pocas palabras, donde me alcanzaba a ver más delgado, más joven y más bello, por decirlo en unas cuantas palabras. Todo eso es sumamente subjetivo, me dí cuenta después porque posteriormente, cuando compartí las fotos y pregunté a algunas personas dónde es que les gustaba más cómo me veía, las elecciones no coincidieron con las mías necesariamente. Mientras alguno de los encuestados elegía una foto, yo trataba de entender qué era lo que le había gustado de ella y hasta pedía explicaciones de ello.
Sorprende saber que lo que a uno mismo le gusta de sí, no es lo mismo que los demás aprecian. Una sonrisa que a mí me parece seductora no causa ningún efecto en otros, sin embargo una cara seria tal vez sea más llamativa para los demás, aunque no necesariamente. "En gustos se rompen géneros" dice el lugar común, y es todavía más clara esa diferencia cuando se trata de uno mismo.
La cosa es que yo me preocupé mucho por no verme mal en las imágenes. No sé si todos harían lo mismo. De hecho, esta reflexión se disparó cuando un amigo, que también fue a la playa días después publicó sus propias fotos y, la verdad, siento que se veía muy mal en ellas. Eso me llamó la atención porque sé que él es muy vanidoso, se preocupa mucho por su físico. Es bastante más joven que yo y cuando salíamos juntos él siempre estaba pendiente de su aspecto, mucho más que yo. Cuando yo vi sus fotos me pregunté ¿pues qué no se habrá dado cuenta de que se ve tan mal? La verdad no sé si él se dio cuenta o no. Tampoco creo que podré preguntárselo, pero bueno, eso hizo que yo pensara en mis fotos y en este especial cuidado que tuve para no poner ninguna donde yo no me gustara.
Más allá de la vanidad y de la inseguridad sobre mi cuerpo y mi autoimagen, lo que intento poner acá es esta idea de qué es lo que ven los demás de uno en una fotografía y qué es lo que uno ve en la misma imagen cuando se trata de que sujeto y objeto son la misma cosa. Tal vez la gente no sea tan enjuiciadora al ver las fotos. O tal vez sea todavía más que uno. No estoy muy seguro de eso. Tal vez la gente que siente afecto por uno no le importe todo esto que yo estoy pensando, sino que mira la foto y lo que ve es algo que tiene relación con una conexión afectiva, o algo así. Mirará la felicidad de uno, quizá. Mirará no solamente a la persona fotografiada sino todo el entorno y se hará una imagen de lo que la persona en la imagen vivió y eso tal vez distraiga o distorsione la percepción del contenido. No lo sé. Yo no lo hice con las fotos de mi amigo. Yo vi alguien feo y mi amigo no es feo.
En muchas de las fotos de la playa yo salgo con camiseta. Casi no me dejé tomar fotos con el torso descubierto, para que no me viera gordo. Sin embargo, en casa yo me he fotografiado desnudo muchas veces, muchas. Incluso hasta he publicado unas cuantas en Facebook pero sin mostrarlo todo. Qué locura. Bueno, hasta tengo un blog en donde cuento el proceso de llevar una buena alimentación y sus efectos en la estética corporal en donde salgo completamente desnudo. Eso sí, sin mostrar la cara, por aquello de que el anonimato me da mucha más libertad en estos espacios públicos.
Mi cuerpo entonces es la exhibición máxima, la vulnerabilidad total, tal como lo escuché en un texto hoy mismo. No estoy dispuesto a mostrarlo todo. Quizá porque yo no lo acepto todo como es, pero lo cierto es que así es. Hoy pensé "tengo el cuerpo de alguien que hace las cosas que yo hago: escribir, leer, escuchar música, ir al cine, comer bien". No podría tener un cuerpo distinto si no hago cosas distintas. ¿Qué tan dispuesto estoy a hacer algo distinto con mi cuerpo, con mi persona? No mucho, creo yo, así que seguramente mi cuerpo seguirá siendo el que es, con sus defectos, con sus "oportunidades".