lunes, 22 de octubre de 2007

De pausas y de viajes

Imagen tomada de: http://www.artoris.es/

Después de casi dos meses de interrupción en este blog, retomo las reflexiones en torno a mi vida, mi persona, mi sexualidad, mi historia y todo aquello que ha ido saliendo en estos meses de intentar este nuevo –y viejo- modo de reflexión. Nuevo, porque ahora se hace de manera distinta, en computadora, conectado a una red, con la posibilidad de ponerlo ahí, para todos los que quieran leerlo. Viejo porque desde siempre he realizado este tipo de ejercicio, en cuadernos, en diarios, incluso con el terapeuta.
Aprovechando que voy volando en un viaje del trabajo, utilizo esta hora –o lo que dure la batería de la computadora- para escribir algunas líneas y reiniciar el ejercicio de pensar en mí, algo que he apreciado mucho desde la primera vez que fui con psicólogo y entendí en qué consistía hacer análisis. Ahora, después de años de no ir a consulta, después de mucho tiempo de haber sido dado de alta, extraño el hábito de ir, pensar en qué voy a hablar y darme cuenta que siempre, siempre, salía algo distinto de lo que tenía planeado. Un poco pasa lo mismo aquí. Empiezo con una idea más o menos preconcebida y termino hablando de otra cosa. Escribir en este blog se ha convertido también en una sorpresa de mí para mí.
En algunas de estas entregas he escrito sobre lo excitante que resulta pensar en encuentros casuales, sobre todo cuando uno está en otro escenario. Hoy es el caso, ya que estaré tres días fuera de la ciudad de México y bueno, uno nunca sabe con quién puede toparse. Lo cierto es que me gusta esta idea de “convocar a la casualidad”. Entrecomillo esa expresión porque no es mía, sino de un autor mexicano que a su vez citaba a otra persona para hablar de la fascinación de los viajes. En fin, uno nunca sabe con quién podría toparse y creo que en esta ocasión estoy mucho más abierto a que ciertas cosas sucedan.
Bien dicen que cuando uno busca una experiencia fuera de la relación de pareja es porque algo anda mal en ese tema. En este caso es cierto, aunque no necesariamente anda mal la cosa. Pongámoslo positivamente, digamos que podría estar mejor, tal vez se podría decir que existen muchas áreas de oportunidad para trabajar en ese rollo. Aunque también vienen a mi cabeza ideas de dejarlo todo y comenzar de nuevo.
Lo que ha pasado en este tiempo es que, no sé si a partir de este blog o de antes, seguramente de antes, he empezado a darme cuenta que la relación que tengo con el Señor de las Imágenes tiene límites, fallas, desencuentros e insatisfacciones. Creo que ésta es la forma más dura en la que he expresado ese sentimiento. Sin embargo, a pesar de todo lo que yo pudiera quejarme, desde hace mucho tiempo no me he animado a salir con alguien más. No sé por qué ha sucedido, aunque creo tener ciertas ideas al respecto. Lo quiero mucho y eso me jode el entusiasmo para salir y conocer otras personas. Todavía no me hago a la idea de terminar la relación que tengo y empezar otra. Sin embargo, siento que el tiempo pasa, que ya van siete años con él, que yo no tengo hijos, que no me he pensado viviendo así como lo estoy haciendo ahora, solo. Por el contrario, siempre me pienso viviendo en una relación de pareja con una mujer, con un niño por lo menos y viendo las caras felices de los miembros de mi familia porque finalmente “pude rehacer mi vida”.
Además de eso está el rollo sexual. Acá he mencionado más de una vez que ese asunto ha tenido momentos de mucho hastío porque siento que a esta relación le falta un poco de imaginación en la parte íntima, que funciona muy bien en otros aspectos, que hay muchísimo cariño y gusto y ganas de estar juntos pero creo que hoy me está costando mucho hacer como que acá no pasa nada, que estoy a gusto haciendo siempre lo mismo, no lo sé. Tal vez solamente me estoy quejando.
He tratado de hacer que las cosas sean distintas en los últimos meses. He buscado hacer más juego previo; he tratado de expresar qué cosas me gustan y qué cosas me disgustan; he cambiado los rituales; he vuelto a ocupar otros espacios de la casa, como la sala, el comedor, el baño, pero pareciera que yo soy el único que está buscando variedad y eso impacta también en mi propio deseo. Lo que uno desea es el deseo del otro, eso me queda claro, pero cuando el otro no tiene tantos problemas en mantener las cosas como están, en repetir siempre la misma faena, en ocupar invariablemente el mismo papel, se siente como una especie de monólogo de búsqueda, que el cambio y la experimentación es solo para mí, porque si dejamos las cosas tal como están, él estará de todos modos contento y satisfecho.
El otro día, después de una discusión que nos separó por más de tres semanas, entre el sacón de onda y las actividades de ambos –viajes y otras cosas- tuvimos relaciones. Cuando terminamos, él me dijo que necesitaba más besos, que sentía la cosa muy impersonal si no nos besábamos en la boca mientras hacíamos el amor. Yo estuve de acuerdo en que habría que besarnos más, pero le dije que no me gustaba cuando él lo hacía muy fuerte, muy violento, porque su barba me irritaba los labios y después me quedaban muy resentidos. Si lo hacíamos delicadamente, sin empujar su cara contra la mía, sin lastimarme, lo haríamos más seguido.
Sin embargo, creo que eso evidenció que yo no estoy mucho en el tema de lo sexual con él. Han seguido los encuentros y me siento un poco desconectado. Incluso, debo confesar, a veces no he tenido nada de ganas de hacer el amor y lo he hecho para que no haya problemas y porque en general a los hombres se nos da fácil ese rollo de coger aunque no tengamos ganas. Un poquito de estimulación y con eso basta. Me ha pasado así en este tiempo y creo que no está bien y también pienso que por eso estoy pensando en tener otras historias.
El vuelo se está terminando y voy a tener que terminar este post. Quiero finalizar diciendo que, haya o no haya aventuras en estos días, en la cabeza me está dando vueltas esta idea de que no estoy completamente satisfecho ahora y que básicamente tengo de dos sopas, arreglo lo que tengo o empiezo a pensar que es momento de partir. La mujer del bosque me dijo hace unos meses “a ti lo que te paso es que quisiste experimentar el rollo con un hombre y te topaste, para tu mala suerte, con el hombre más bueno y maravilloso que pudiste encontrar, que te ama y que hizo que lo amaras mucho, ahora eso es lo que te está pesando para terminar esta relación y empezar otra con una mujer, tal como siempre te he pensado”. Fueron palabras duras que han resonado en mi cabeza desde entonces.
¿Cómo deshacerse de un hombre maravilloso? Tiene sentido terminar lo que funciona o es mejor enfrentar las fallas y buscar soluciones. En el mejor estilo de aquella serie de televisión que tanto nos gusta a los dos ¿Cuándo hay suficientes razones para terminar algo maravilloso?

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