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sábado, 5 de enero de 2008

Recuentos


Imagen tomada de: http://ellesirg.files.wordpress.com/2007/06/retrovisor1.jpg

Una vez ido el 2007, pienso en él como un año muy malo para mí. Después de conversar con algunas personas creo que fue malo también para ellas. No para todos, lo sé. Aquí haré algún recuento básico de lo que puedo recordar que caracterizó el año pasado en lo que respecta al tema que ocupa a este blog.
El 2007 empezó con una gran fiesta que organicé junto con una amiga en casa. Digo gran fiesta porque, a pesar de que no éramos muchos -unos ocho- sí fue un gran esfuerzo porque nos pusimos a cocinar desde temprano e hicimos no sé cuántas cosas de comida. En resumen, recibí el año con una gran fiesta entre amigos, bailando y riéndonos hasta más allá de las cinco de la mañana. Nada de sexo esa noche, pero estaba contento.
A principios del 2007 una amiga se fue a vivir al extranjero, con su pareja, con quien estaba a punto de casarse. Para despedirse, nos fuimos a tomar unos tragos y, una vez que le hicieron efecto, nos fuimos a mi casa e hicimos el amor. Mal, como siempre, pero digamos que nos la debíamos y que era seguro que así nos despediríamos. Me pregunto qué estaría haciendo el futuro marido, allá en el otro país, mientras esperaba que llegara su "esposa to be" ¿le habrán dado también su despedida?
Las cosas con El Señor de las Imágenes siguieron muy bien, llenas de afecto, de expresiones de cariño, de buscar momentos para estar juntos, etcétera, pero, gracias a este blog que también empecé el año pasado, comencé a darme cuenta de que hay cosas que no me gustan, que me gustaría reavivar la pasión, incluso empecé a sentir la falta de convivencia con una mujer, pues pasaron muchos meses en los que yo nomás tuve sexo con él.
A lo largo de este año, esporádicamente, se apareció La Flaca en mi vida y en mi cama, como para echarnos el acostón que cada tanto tiempo repetimos. No estuvo mal, pero tampoco de lo mejor.
Este año 2007 también tuve una visita inesperada, de La Azotada Europea, por un problema familiar. Pasó únicamente una noche en casa pero eso bastó para que después me hiciera el comentario-reclamación de que no le había tirado la onda ese día, que esperaba que yo lo hiciera. No las entiendo. Venía por un problema grande y serio, tiene a su marido en Europa, a su amante también y de todos modos quería sexo conmigo en esas circunstancias. Increíble. Yo no hubiera podido de haber estado en su lugar, creo. A veces los cambios de escenarios liberan la libido. Eso es algo que ya he escrito por acá.
Hubo un intento de otros amigos de presentarme a una chica muy jovencita, que no me gustó realmente mayor cosa y que no fructificó. La cosa quedó hasta ahí, por ahora.
Hacia finales de este año las emociones en torno a mi sexualidad se hicieron más presentes. Me enteré por La Mujer del Bosque que La Internauta Italiana le comentó a El Diplomático Oriental que yo tenía una relación con El Señor de las Imágenes. Eso hace que casi se me saliera el corazón. Cuando lo comenté con El Señor de las Imágenes entramos los dos en un estado mala onda, muy molestos y terminamos alejándonos un poco de La Mujer del Bosque, quien está pagando por nuestro malestar anímico. Uno de los costos que tuvo esa declaración fue que yo ya no puedo pensar eróticamente en La Internauta Italiana porque me viene a la mente su comentario y ahora la odio por eso. Al parecer, entonces, El Diplomático Oriental, uno de mis más queridos amigos, sabe mi rollo y, según supe, está molesto conmigo porque yo no le he contado directamente.
Días después me acosté con La Flaca y en algún momento empecé a sentir que podría tener sentido que tuviéramos una relación de "mantenimiento" mientras ambos conseguíamos pareja por otro lado. Fue una idea que me atravesó la mente pero que se estacionó por unos momentos y empecé a darle vueltas al asunto.
En tanto, el 2007 fue también el año en que apareció nuevamente Audrey y nuevamente empezamos el juego de seducción, conversando por mail, por teléfono, viéndonos para tomar café por las tardes, inventándonos cosas que sería bueno compartir. Para después de unas cuantas salidas, todo de gente muy decente, yo ya estaba listo para hacer el amor de nuevo con ella. En realidad estaba listo desde hacía tiempo, pero ahora sentía que ya no podía esperar más. Avanzamos las cosas y una vez me invitó a comer a su casa. Yo me porté como el provocador que soy y no le insinué nada, simplemente estuve correcto y encantador. Otro día cenamos en un lugar que nos gusta mucho a los dos. Al día siguiente ella tuvo un problema serio y yo estuve ahí para ayudarla, porque me llamó por teléfono para que fuera en su rescate. Pensé, ahora sí, esta noche, pero no fue posible. Se postergó hasta tres días más tarde cuando, después de una excursión al centro del DF acabamos besándonos en plena calle y a la vista de todos. Pasamos la noche juntos y estuvo maravilloso. Tanto, que el neurótico que traigo dentro empezó a sentirse genuinamente sacado de onda respecto a este momento de felicidad en una de las circunstancias más raras: ella estuvo todo este año en un proceso de tratamiento de su fertilidad para embarazarse por inseminación artificial. No ha podido terminarlo exitosamente hasta el momento y el 2008 será el año de intentarlo mediante la técnica de in vitro. En tanto, en la noche que pasamos juntos y al día siguiente que nos despertamos, yo hice el amor con estricto uso del condón. Lo disfruté como pocas cosas he disfrutado en el 2007 y como siempre he disfrutado del sexo con Audrey, que es una de las personas con quien ese tema resulta siempre a la perfección.
Me faltaba comentar que este año que ha muerto fue el que volví a ver a Mi Francesa Preferida, de quien he comentado en entradas anteriores. La volví a ver y me volvió a gustar tanto como siempre, volví a sentir húmedas las manos del sudor y volví a sentir palpitaciones cuando me la encontré. Hice lo posible para organizar encuentros para conversar. Así sucedió una vez, cuando conocí su nueva casa y salimos por un café. Realmente me gusta esa mujer, es linda, es inteligente, es algo así como todo lo que yo quisiera en alguien. El único problema es que parece que no le intereso prácticamente nada en el tema pareja porque, después de esa salida, yo la invité nuevamente para que hiciéramos algo juntos, no sé, el cine o algo así y me mandó un mail diciéndome que no tenía tiempo porque estaba ocupada, ocupadísima y que no le sería posible distraerse más porque su meta era terminar unos compromisos profesionales a la brevedad. Mensaje recibido: se acabó la historia con la francesa. Lo malo es que nunca me la cogí, y ésa era también una de mis ideas, lo lamento.
La sorpresa del año: encontarme primero a la familia de El Neurólogo Catalán. Casi me da un brinco el corazón, cuando encontré a sus dos hijos, que no conocía, y a su esposa -supongo que era su esposa, ¡qué fea!- con un cartel con su nombre apoyándolo en una carrera atlética. Los vigilé durante una hora para ver si yo también podía verlo, aunque fuera de lejos. No sucedió así y yo salí de ahí pensando en él. Fuera del estadio, hacia la sección de registro de corredores, lo vi. Estaba parece un poco más gordito. Lo vi incluso un poco más chaparro, pero era él, estoy seguro. Era de noche y no se distinguía bien todo, pero sí, era él. Pasé a unos metros de distancia. No sé si él no me vio o sí y se hizo el ciego, lo cierto es que yo lo dejé pasar. Yo iba con alguien de mi familia, pero incluso nada hubiera pasado. Pero no me atreví, lo vi pasar únicamente. Después de eso, me quedé como en blanco. Me costaba mucho responder a cualquier pregunta, estaba en la luna, pero no por la nostalgia de los buenos momentos con él, sino por el hecho de que no me atreví a abordarlo.
Por último, Leo, el amante telefónico anda desaparecido. He llamado a su número, la única forma de contacto que tengo con él y contesta una grabadora con una voz de mujer. ¿Se habrá mudado de casa? ¿estará viviendo con otra persona? ¿Se habrá casado? No me parece que eso pudiera ser cierto, se "oía" bastante gay, eso era justo lo que no me gustaba de él. La cosa es que, después de no sé cuántos intentos de llamadas, no he tenido la suerte de encontrármelo y tampoco él ha llamado. Buuuu y yo que quería que estas vacaciones fueran la fecha de nuestro encuentro personal por primera vez en nuestra historia. Ya no fue así en el 2007 ¿será en el 2008?
Acá estoy, a la vuelta de todas esas peripecias, pensando en mi futuro, disfrutando la soledad y al mismo tiempo queriendo tener más compañía, más sexo, mejor.
Lo mejor en el 2008 para todos quienes han leído alguna vez este blog.

viernes, 3 de agosto de 2007

Retomando el hilo de la conversación

Imagen tomada de: http://j4tb.com/sharedir/monastery_story/forest03.jpg

Después de un montón de días desaparecido por vacaciones y otras historias, acá me encuentro de nuevo retomando mi querido blog para hablar de temas de sexualidad desde una perspectiva personal, reflexionando en torno a mi historia y a mi presente.
Están terminando las vacaciones y resultó que yo no conocí a mi amigo telefónico, ni hablamos por teléfono en estas dos semanas. Pareciera que el simple hecho tener la posibilidad de contactar nos alejó más y eso, la verdad, me gusta, porque parece que él tampoco está buscando el sexo por el sexo, sino que percibo que es un hombre tranquilo, que también como yo tiene miedo de encontrarse con malas experiencias. En mi caso, además, me di cuenta estas vacaciones que no estoy muy interesado en tener otras experiencias sexuales con hombres. Tal vez sea porque me siento comprometido con El Señor de las Imágenes. Puede que eso sea, que si voy a estar con un hombre va a ser con alguien a quien quiero mucho, a quien amo. No lo sé. A veces tengo fantasías con otros hombres, pero creo que funcionan muy bien pero únicamente como eso, como fantasías y no como para llevarlas a la vida real. Tal vez el amigo telefónico entre en este contexto que estoy planteando. En lo que voy a hacer con él algún día, seguramente será tomarme un café o un par de tragos, conversar de nuestra historia y quedar como amigos. Además, tengo la idea que él no me va a gustar cuando lo vea y la historia ser acabará.
No así con las mujeres. En los últimos días he conocido o he conversado con algunas que no conocía muy bien y me he sentido con ganas de gustar, de atraer con mi conversación, de manifestar interés. Creo que eso no lo haría con un hombre en este momento.
Hace unos días, La Mujer del Bosque me dijo algo que yo había pensado a un nivel medio inconsciente, es cierto, pero ya lo había pensado. Me dijo, "a ti lo malo que te pasó con El Señor de Las Imágenes es que tú querías saciar un poco tu curiosidad homosexual, saber cómo era el rollo más allá de la historia que tuviste con El Neurólogo Catalán, pero resultó que te topaste con un tipo excelente, maravilloso, interesante y de buen corazón. Y te quedaste ahí por lo bien que te sientes con él más como amigo que como cualquier otra cosa".
Fue un poco duro oírlo porque, como digo arriba, yo lo había pensado o digamos que esa idea se había asomado en mi pensamiento pero no con todas sus letras, tal como me lo dijo mi amiga. Es cierto. En este blog ha quedado constancia de que yo lo amo y lo aprecio muchísimo y que me cae bien y que me encanta estar con él en todo momento, pero en el terrero de lo sexual, digamos que la novedad ya pasó, y no me refiero a él como novedad, sino a la experiencia con un hombre como novedad.
En fin, estas vacaciones también fueron momentos de estar solo y reflexionar sobre muchas cosas, como mi vida de pareja. El Señor de las Imágenes volverá mañana sábado y muy pronto nos veremos. Nos hemos mantenido en contacto y nos hemos expresado continuamente afecto y deseo de vernos y seguramente lo recibiré con los brazos abiertos. Y estaré contento, lo sé.

sábado, 14 de julio de 2007

Algo personal

Imagen tomada de: http://www.criminalistaenred.com.ar/Lectores%20de%20huellas%202.html

El erotismo es la apreciación subjetiva de la sexualidad, la interpretación intelectual, la forma en que le damos sentido y significamos esa realidad biológica de ser sexuados. Es, digamos, la parte más estrictamente humana de la sexualidad y, claro está, aquello que nos hace únicos.
No hay nada tan personal como el erotismo en las personas. Si uno hiciera una encuesta y preguntara a la gente qué es lo que le parece erótico, encontraríamos un gran tronco de coincidencias, un cuerpo simbólico que remite a nuestra cultura y a los valores que compartimos en común. También encontraríamos aquellos que socialmente es considerado no sexual, un saber y una forma de percibir el mundo que está allá afuera y que es aprendida individualmente por cada uno de nosotros. Sin embargo, el detalle fino, la diferencia que nos hace únicos se encuentra en las ramas de ese gran árbol, esas pequeñas hojitas que dan cuenta de nuestra personal interpretación del mundo y del sexo, es por decirlo de algún modo, el lente con la que enfocamos nuestra experiencia sexual.
Esa individualidad erótica se vive en la práctica en el encuentro de las parejas. Toparnos con gente que hace el amor tal como nos gusta es bastante difícil, es casi un golpe de suerte, pero hacer coincidir todo nuestro mapa erótico con alguien me parece que es una empresa imposible.
Como en todas las etapas de mi vida en pareja, hoy me encuentro en una con la que tenemos grandes coincidencias en lo sexual pero también grandes diferencias. Por ejemplo, a él no le gusta mucho hablar durante el sexo, porque dice que se desconcentra, en cambio a mí me encanta. Él muere de ganas de que un día nos bañemos de aceite, de gel, de crema o de cualquier sustancia resbaladiza y nos frotemos el uno contra el otro. Esa es, de hecho, una de unas mayores fantasías no satisfechas en nuestra relación de pareja. A mí, en cambio, eso no me atrae mayor cosa y siempre le contesto que sí lo podemos hacer, pero no en mi cama, que es donde siempre o casi siempre hacemos el amor.
En el terreno de la imaginación las diferencias también existen. A él le gustaría que hiciéramos un trío con alguien más, un hombre siempre, con el que organizáramos un ménage a trois en el que él estuviera en el medio y fuera penetrado por mí y por el invitado especial. Eso le parece sumamente erótico. A mí no tanto. En cambio, cuando se trata de ménages a trois, lo que a mí se me antoja es un trío con una mujer, en la que nosotros dos estemos penetrándola, mientras nos vemos a los ojos.
La Flaca, en cambio, tiene una persistente fascinación por el exhibicionismo. Le excita poderosamente la idea de ser observada mientras hace el amor con alguien. Nunca ha llevado a cabo su fantasía, pero simplemente con que se le venga a la mente la idea se enciende sexualmente. Otra cosa que le erotiza es imaginar que ella deja entrar a un hombre a su casa con la intención de hacer algún servicio doméstico, como plomería, carpintería, pintura, etcétera, lo seduce y tiene relaciones con él.
El amigo telefónico tiene la fantasía de penetrarme violentamente, de una sola vez y atestiguar que me duele. Eso le excita porque supongo que tiene una callada fascinación por ser un atacante. Le gusta decir malas palabras durante el sexo, insultar y eso también tiene coherencia con el perfil que estoy haciendo de él. Es un hombre amable, muy respetuoso y seguramente tímido, pero cuando estamos imaginando hacer el amor, se vuelve alguien agresivo y vive su fantasía de esa forma. A pesar de ser gay, tal como él me lo ha hecho saber, no le gusta mucho dar sexo oral a un hombre, tampoco lo han penetrado nunca, ni le gusta mucho la idea. Su personaje erótico es algo que yo francamente no comparto mucho. Bueno, hay una parte que sí, una pequeña parte de su persona sexual que sí me gusta a veces y que es el uso de cierta fuerza aplicada para la provocación, para tener relaciones aunque la otra persona diga que no. Para mí un "no" es excitante y convertirlo en un "sí" se vuelve un objetivo.
A Audrey le gustaba mucho el drama, la personificación. Era toda una actriz de clóset y creo que secretamente guardaba su gusto por ser una dominatriz, alguien fuerte en la cama, que pudiera atar a su hombre y tener el control de todo. Si eso es cierto, fue una fantasía que nunca llevamos a cabo, pero creo que por ahí iba la cosa. A veces yo sentía además que ella estaba viviendo su propio cuento cuando hacíamos el amor. Como que se desconectaba o como que actuaba demasiado sus expresiones. Sus gemidos eran bastante cinematográficos, tanto que a veces yo pensaba que debía estar exagerando. Ella aseguraba que no, pero yo no me quedaba muy convencido. A mí me gustaba imaginar escenas en las que ella era una mujer que estaba más arriba en la escala social (realmente lo estaba) que yo. Por ejemplo, que era una princesa medieval y yo un guerrero que hacía el amor con ella secretamente, evadiendo la vigilancia de sus padres quienes me habían conferido a mí la responsabilidad de cuidar su virginidad. Otras veces me imaginaba siendo un guerrero árabe que cuidaba del harem de un sheik poderoso y, burlando las reglas, hacía el amor con una de sus mujeres. Así mis fantasías.
Puedo seguir contando otras formas del erotismo en las personas que conozco sexualmente, o de aquellas con las que no he tenido sexo pero que los momentos de intimidad han permitido hacer espacio para las confesiones. Lo que quería expresar acá es esta vivencia personal que es el erotismo, esto único que tenemos como individuos, aquello que nos hace personas, que nos separa y al mismo tiempo nos une con los demás es algo que todos llevamos dentro y que ponemos en marcha tanto en la intimidad como en la esfera de lo público, que moldea nuestra personalidad y le da forma a esa huella digital, a ese código genético único que es nuestra experiencia del sexo.

domingo, 3 de junio de 2007

Una voz llamada Leo



Tengo una relación de sexo telefónico con una voz. Esa voz se llama Leo. Lo conocí chateando, pero no me acuerdo exactamente dónde. Supongo que en algún lugar de conversaciones de hombres o de sitios gay, no lo sé. Tampoco tengo muy claro desde cuándo tenemos esta relación. Lo único que sé es que se llama Leo y que me llama de vez en cuando para tener sexo telefónico. Siempre por las mañanas, a eso de las 8 y 40 minutos.

Siempre hacemos más o menos lo mismo. Él me llama, a veces me despierta, a veces no. Dice que acaba de regresar de correr y de hacer un poco de ejercicio. Dice que tiene un cuerpo atlético y musculoso, que tiene muy buena nalga y muy desarrollados los pectorales. Sé también que vive lejos, bastante lejos de donde yo vivo y que a veces viaja fuera del país, que le va bien económicamente y que no tiene una pareja estable.

Él sabe de mí que me llamo Bruno, que vivo solo, que tengo una pareja desde hace algunos años, que no siempre mi pareja se queda a dormir en mi casa, que a veces puedo contestarle y a veces no, que a mi pareja le gusta recibir penetración pero muy poco invertir los papeles, que eso a mí a veces me aburre, que tengo un dildo y que soy bisexual.

Nuestra relación está cimentada más o menos sobre esa base. No más. A veces las llamadas son más o menos seguidas y a veces se vuelven muy esporádicas, digamos, una vez al mes o incluso menos. En todo el tiempo que tenemos de conocernos nunca ha habido ningún problema, ningún disgusto o sacón de onda, nada. Es una relación verdaderamente estable.

El problema es que también esta relación es bastante monótona. A pesar de que por medio del teléfono tendríamos toda la posibilidad de inventar mundos fantásticos, de recrear escenas sexuales de todo tipo y de probar cosas nuevas, la llamada sucede siempre más o menos en estos términos. Él me llama, yo le contesto (si estoy ocupado le digo que está equivocado y él entiende). Me pregunta cómo estoy, dónde me cuentro, qué traigo puesto. Él siempre trae solamente un short en el caso de que haya llegado de correr o bien una toalla amarrada en la cintura, si acaba de salir de darse una ducha. Él dice que está caliente y que se estaba acordando de mí. Yo le digo que me da mucho gusto y le pregunto qué se le antoja. Él me pide que le diga qué ropa tengo en ese moento y que me saque lo que traiga puesto. A veces lo hago, a veces solamente le miento que sí. Entonces él dice que quiere ponerse encima de mí, quiere besar mi cuello, mi boca ¡y hace ruidos como si me estuviera dando un beso apasionado!, luego dice que recorre con su boca hacia mi pecho, me muerde una tetilla y me pide que grite. Yo grito o a veces hago ruidos. Luego dice que sigue recorriendo mi cuerpo con su boca, que besa mi ombligo y llega hasta mi vello púbico. Me pide que le diga que me mame la verga y él hace caso, empieza a mamarme la verga. Me pregunta cuánto mide mi pene. Siempre me pregunta cuánto mide mi pene. Yo le digo que 15 centímetros y él sigue mamando. Luego dice que me va a lamer los testículos y luego se sigue por el perineo hasta llegar al ano. Siempre me da besos en el ano y trata de meterme la lengua. Me dice que le pida que me penetre y yo le digo que me meta su pene pero lentamente. A él no le gusta hacerlo lentamente, siempre lo mete de una sola vez, violentamente. Mientras dice eso, me pide que yo me meta los dedos en el ano o que busque mi dildo, le ponga lubricante y me lo introduzca de la misma forma violenta que él está penetrándome. Yo le digo que estoy siguiendo al pie de la letra sus instrucciones, pero nunca hago eso que me pide. Me dice que su pene mide 19 centímetros, siempre me dice eso. Yo nunca le pregunto cuanto mide su pene, pero para él las dimensiones del mío y del suyo es algo muy importante en ese momento. Luego me dice que me está follando fuerte y que me va a doler pero que me tengo que aguantar. Me pregunta ¿te gusta putito? y eso a mí me caga y me baja la mitad de la calentura que pueda haber alcanzado hasta ese momento. Le digo que sí, que sí me gusta. Me pregunta cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que me penetraron y yo le contesto que desde la última vez que él me llamó, que nadie me penetra más que él. Me pide que haga ruidos y yo los hago, me pide que me meta tres dedos en el ano y yo le digo que estoy haciendo exactamente lo que me dice. Me ordena que me alcance la próstata y que le dé masaje. Yo le digo que sigo sus instrucciones y que estoy muriéndome de placer. Me dice que está muy caliente que disfruta de mi culo y que me ama. Me dice "te amo cabrón". Eso me excita verdaderamente. Yo le digo que yo también lo amo y que lo extrañaba. Él me pregunta si ya estoy para venirme y yo le digo que sí, que estoy para venirme y que quiero que él se venga. Entonces el empieza a hacer más ruidos y me avisa que ya, que ya viene, que ahí está que ahhhh...

Luego me asegura que eyaculó por chorros, que está todo empapado. Yo le digo que a mí me pasó lo mismo, que estuvo muy fuerte, que me gustó mucho. A veces es cierto lo que digo, a veces es totalmente falso. No sabemos qué agregar y nos quedamos un momento extáticos. Luego decimos que tenemos que conocernos algún día, que ha pasado mucho tiempo y que hemos tenido muchísimo sexo telefónico y que deberíamos dar el siguiente paso. Ambos estamos de acuerdo que pronto lo haremos.

Y yo me pregunto ¿lo haremos?