domingo, 30 de diciembre de 2007

En oferta


Imagen tomada de: http://www.mundochica.com/imagenes/Septiembre/copas-vino.jpg

Temporada navideña o vacaciones o la acostumbrada solitude decembrina o algo peor, quizá una necesidad de volver a sentir mujeres o de volverme a sentir entre mujeres, para sentirme masculino de nuevo, para ser el único con pene en la cama. Lo cierto es que de pronto necesito heterosex y este fue el caso en estos días. Audrey revisitada y La Flaca también. ¿Qué poca, no? dirían los que me conocen. La verdad es que sí, que tengo poca y estoy en plan de que me vale todo.
Siempre he pensado que esto de probar con hombres es algo pasajero. Pero bien me lo dijo La Mujer del Bosque un día, la mala suerte fue que me topé con la mejor persona que podía encontrar. La peor persona para dejar, para escapar de él.
Lo extraño, lo sé. Volverá, volveremos a estar juntos, pero ahora disfruto las noches entre mujeres, mintiendo allí, disimulando allá y contando medias historias por todas partes. No me importa. Hoy soy uno de esos hombres que disfrutan de coleccionar historias de cama.
Anoche, mientras La Flaca aprovechaba su estado etílico para montarse en mí, yo me desdoblaba en el pensamiento y me veía allí como si estuviera fuera de mí, mirando desde arriba, observando a un hombre de más de cuarenta y una mujer más o menos de la misma edad dándose un gusto simplemente por hacerlo. Hacer volar la noche sin límites y disfrutar de una velada en donde sabes que te vas a emborrachar, sabes que te lo van a pedir y sabes que lo vas a dar. Eso sí, cero besos. Forma parte de mis irreductibles y caracterizan mi hijaputez con la susodicha. A momentos es triste, es sórdido es patético, pero lo disfruté, no puedo negarlo.
Claro que disfruté más aquella noche con Audry, hace unos días. Pero yo me sentía raro en aquella ocasión o la rareza me alcazó a mitad del encuentro. No sé qué fue lo que pasó. Quería estar con ella y me empezó a gustar mucho hacer el amor pero de pronto lo único que quería era acariciarla, hacerle sexo oral, disfrutar su olor, sus besos. Yo cantaba, mientras tanto: nada sabe tan dulce como su boca/ tan solo alguna cosa que no se nombra.
Me sentí solo allí con Audrey, me sentí como perdiendo frente a mis sentimientos, considerando la posibilidad de una vida juntos. Ella se dio cuenta de mi vulnerabilidad y me preguntó, pero yo no respondí, pero casi podía leerme, fui obvio. Demasiada ternura simpre termina en suspicacias. Luego ella lloró y eso me empezó a dar un poco de flojera. Dormimos muy abrazados. Yo la tenía toda rodeada. Por alguna razón mi boca estaba llena de pavor esa noche. Dormí mal. Pensaba en El Señor de las Imágenes pero trataba de borrarlo de mi mente para disfrutar el momento. Estaba totalmente consciente. También estaba demasiado consciente de mi cuerpo y mi pene se encargó de recordármelo. Ayer no. Estaba borracho, había fumado. No, no había fumado, fumé después, algo así. Hoy por la mañana seguía con ganas de tener el mejor sexo impersonal que puedo tener, el que tengo con La Flaca.
Me siento hoy como el personaje de Judy Dench en Escándalo. Cínico y divertido, escribiendo un diario inmoral.
Pero debo aceptarlo, lo extraño.

No hay comentarios.: