domingo, 3 de junio de 2007

Una voz llamada Leo



Tengo una relación de sexo telefónico con una voz. Esa voz se llama Leo. Lo conocí chateando, pero no me acuerdo exactamente dónde. Supongo que en algún lugar de conversaciones de hombres o de sitios gay, no lo sé. Tampoco tengo muy claro desde cuándo tenemos esta relación. Lo único que sé es que se llama Leo y que me llama de vez en cuando para tener sexo telefónico. Siempre por las mañanas, a eso de las 8 y 40 minutos.

Siempre hacemos más o menos lo mismo. Él me llama, a veces me despierta, a veces no. Dice que acaba de regresar de correr y de hacer un poco de ejercicio. Dice que tiene un cuerpo atlético y musculoso, que tiene muy buena nalga y muy desarrollados los pectorales. Sé también que vive lejos, bastante lejos de donde yo vivo y que a veces viaja fuera del país, que le va bien económicamente y que no tiene una pareja estable.

Él sabe de mí que me llamo Bruno, que vivo solo, que tengo una pareja desde hace algunos años, que no siempre mi pareja se queda a dormir en mi casa, que a veces puedo contestarle y a veces no, que a mi pareja le gusta recibir penetración pero muy poco invertir los papeles, que eso a mí a veces me aburre, que tengo un dildo y que soy bisexual.

Nuestra relación está cimentada más o menos sobre esa base. No más. A veces las llamadas son más o menos seguidas y a veces se vuelven muy esporádicas, digamos, una vez al mes o incluso menos. En todo el tiempo que tenemos de conocernos nunca ha habido ningún problema, ningún disgusto o sacón de onda, nada. Es una relación verdaderamente estable.

El problema es que también esta relación es bastante monótona. A pesar de que por medio del teléfono tendríamos toda la posibilidad de inventar mundos fantásticos, de recrear escenas sexuales de todo tipo y de probar cosas nuevas, la llamada sucede siempre más o menos en estos términos. Él me llama, yo le contesto (si estoy ocupado le digo que está equivocado y él entiende). Me pregunta cómo estoy, dónde me cuentro, qué traigo puesto. Él siempre trae solamente un short en el caso de que haya llegado de correr o bien una toalla amarrada en la cintura, si acaba de salir de darse una ducha. Él dice que está caliente y que se estaba acordando de mí. Yo le digo que me da mucho gusto y le pregunto qué se le antoja. Él me pide que le diga qué ropa tengo en ese moento y que me saque lo que traiga puesto. A veces lo hago, a veces solamente le miento que sí. Entonces él dice que quiere ponerse encima de mí, quiere besar mi cuello, mi boca ¡y hace ruidos como si me estuviera dando un beso apasionado!, luego dice que recorre con su boca hacia mi pecho, me muerde una tetilla y me pide que grite. Yo grito o a veces hago ruidos. Luego dice que sigue recorriendo mi cuerpo con su boca, que besa mi ombligo y llega hasta mi vello púbico. Me pide que le diga que me mame la verga y él hace caso, empieza a mamarme la verga. Me pregunta cuánto mide mi pene. Siempre me pregunta cuánto mide mi pene. Yo le digo que 15 centímetros y él sigue mamando. Luego dice que me va a lamer los testículos y luego se sigue por el perineo hasta llegar al ano. Siempre me da besos en el ano y trata de meterme la lengua. Me dice que le pida que me penetre y yo le digo que me meta su pene pero lentamente. A él no le gusta hacerlo lentamente, siempre lo mete de una sola vez, violentamente. Mientras dice eso, me pide que yo me meta los dedos en el ano o que busque mi dildo, le ponga lubricante y me lo introduzca de la misma forma violenta que él está penetrándome. Yo le digo que estoy siguiendo al pie de la letra sus instrucciones, pero nunca hago eso que me pide. Me dice que su pene mide 19 centímetros, siempre me dice eso. Yo nunca le pregunto cuanto mide su pene, pero para él las dimensiones del mío y del suyo es algo muy importante en ese momento. Luego me dice que me está follando fuerte y que me va a doler pero que me tengo que aguantar. Me pregunta ¿te gusta putito? y eso a mí me caga y me baja la mitad de la calentura que pueda haber alcanzado hasta ese momento. Le digo que sí, que sí me gusta. Me pregunta cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que me penetraron y yo le contesto que desde la última vez que él me llamó, que nadie me penetra más que él. Me pide que haga ruidos y yo los hago, me pide que me meta tres dedos en el ano y yo le digo que estoy haciendo exactamente lo que me dice. Me ordena que me alcance la próstata y que le dé masaje. Yo le digo que sigo sus instrucciones y que estoy muriéndome de placer. Me dice que está muy caliente que disfruta de mi culo y que me ama. Me dice "te amo cabrón". Eso me excita verdaderamente. Yo le digo que yo también lo amo y que lo extrañaba. Él me pregunta si ya estoy para venirme y yo le digo que sí, que estoy para venirme y que quiero que él se venga. Entonces el empieza a hacer más ruidos y me avisa que ya, que ya viene, que ahí está que ahhhh...

Luego me asegura que eyaculó por chorros, que está todo empapado. Yo le digo que a mí me pasó lo mismo, que estuvo muy fuerte, que me gustó mucho. A veces es cierto lo que digo, a veces es totalmente falso. No sabemos qué agregar y nos quedamos un momento extáticos. Luego decimos que tenemos que conocernos algún día, que ha pasado mucho tiempo y que hemos tenido muchísimo sexo telefónico y que deberíamos dar el siguiente paso. Ambos estamos de acuerdo que pronto lo haremos.

Y yo me pregunto ¿lo haremos?




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