jueves, 9 de agosto de 2007

Razones que pesan

Imagen tomada de: http://www.jimloy.com/arts/renoir0.htm


El otro día leí un artículo que reportaba resultados de una investigación sobre la relación de la obesidad y el deseo sexual. En ella se decía que existía evidencia estadística que indicaba que las mujeres y los hombres que sufren sobrepeso u obesidad tienden a ser menos activos sexualmente y a tener menos deseo sexual debido a sufren ciertos problemas de autoestima como su imagen corporal y la aceptación de su figura. Eso les lleva a tener poco ánimo para mostrarse desnudos frente a otra persona, incluso si esa persona es su pareja.
Los resultados de la investigación eran, desde mi punto de vista, bastante lógicos. Es fácil imaginarse a una mujer que no quiere exhibirse frente a otro porque piensa que a ese otro no le resultarán atractivas las carnes sueltas, el exceso de grasa corporal y los tejidos flácidos. Además de eso, es cierto que una persona con sobrepeso o con obesidad tiene menos capacidad física y el sexo es un acto que requiere cierta condición, no digamos atlética, pero sí una cierta habilidad para el movimiento.
Conforme han pasado los años, yo he ido ganando peso de una manera que no me tiene muy contento. No soy un hombre gordo, eso sería una exageración, pero digamos que estoy en un carnoso promedio para un hombre latinoamericano. No hago ejercicio así que tengo poca condición física, pero lo que más me ha molestado con el paso del tiempo es que la carne se afloja, los tejidos cambian de textura y se pierde volumen muscular. Es una desgracia pero es cierto, los años pasan.
De mi cuerpo, lo que más me molesta es no tener un abdomen plano y, sobre todo, tener cierta acumulación de grasa en la zona pectoral, es decir, para ponerlo en lenguaje llano, soy un poco chichón. Es una molestia grande, callada y contenida.
Sin embargo, no creo estar tan mal para mi edad. Otros, a mis años o mucho más jóvenes tienen un abdomen impresionante y, sobre todo, un aspecto de señores que me impacta, porque yo no me veo así, y he preguntado a mis cercanos y siempre me dicen que me veo más joven de lo que aparento.
Los kilos son desagradables para mi cuerpo pero no lo son cuando los veo en el cuerpo de otras personas y esto es un cambio que se ha venido dando en mi vida en los años recientes, digamos en la última década. Conforme avanzo en edad, me doy cuenta que las carnes me atraen. Cuando estaba en la preparatoria o en la universidad, lo que me gustaba de las mujeres era que fueran muy delgadas. Flacas. Recuerdo que tenía un compañero en la preparatoria que me decía que estaba loco, que cómo me podían gustar las mujeres de puros huesos, si lo bueno eran las buenas piernas, las caderas anchas, los senos frondosos. Yo no lo entendía y le decía que tenía gustos de naco, es decir, de gente del pueblo, sin educación.
Han pasado los años y de las muchas cosas que han cambiado en mi vida ha sido también eso. Ahora me gustan las mujeres como le gustaban a mi amigo hace veinte años, con carnes, con curvas, etc. Lo mismo me pasa con los hombres. A pesar de que un hombre atlético es tremendamente estético, me doy cuenta que me atrae mucho la figura de los hombres que son del tipo "osos", peludos y rechonchitos.
A este respecto tengo dos fantasías sobre la gordura, una con una mujer y otra con un hombre. La de la mujer está basada en un cuento erótico que leí hace mucho tiempo que se trataba de un hombre que moría asfixiado mientras le hacía sexo oral a una mujer muy gorda. Ella estaba sentada encima de su cara y él disfrutaba de su vagina y sus fluidos mientras se daba cuenta que le faltaba el aire hasta la asfixia y luego la muerte. Eso, por alguna razón que no alcanzo a reconocer, me excitó mucho y me di cuenta que me atraía la idea de hacerle sexo oral a una mujer hermosa pero bien entrada en carnes.
La otra fantasía, es con un hombre del tipo que dije antes. Siempre me he imaginado que me monto en él mientras me penetra y yo disfruto de la vista de su abdomen amplio y peludo así como de su pecho y sus brazos carnosos. A veces he logrado el orgasmo mientras me masturbo pensando concentradamente que, en esa posición sexual me vendría solamente de recargarme en su panza, mientras la acaricio y me embeleso con su vista.
Por otro lado, me parece de lo más maravilloso cuando en el cine o en la literatura aparece algún personaje gordo que tiene una enorme cachondería, un atractivo erótico que radica en la aceptación de sus carnes y en el disfrute de su figura, sin inhibiciones, sin complejos, sin apegarse a los esquemas socialmente establecidos. Eso me encanta.
Recuerdo que en la película El Piano, que dirigió Jane Campion y en la que actúa Holly Hunter y Harvey Keitel hay una escena en la que ese actor sale desnudo. Su personaje es un hombre entrado en años y con sobrepeso. Me pareció una de las escenas más eróticas que he visto en el cine, porque es acerca de un hombre mayor, que podría ser poco atractivo pero que mantiene su deseo erótico y que puede disfrutar con una mujer sin pensar en nada más.
Una vez, después de hacer el amor con Audrey, salió el tema de las películas pornográficas. Yo le comenté que a mí lo que no me gustaba de muchas de esa películas, sobre todo las softporno, es que todo en la imagen es tan estético que me termina pareciendo profundamente artificial. El sexo no es así, recuerdo que le dije, el sexo es antiestético, uno hace caras, suda, se pone colorado, se despeina, se le ve la panza, se pone en posiciones hasta ridículas. Pero se trata de eso, de salirse de todo lo otro, lo estético, lo socialmente aceptado, para disfrutar el sexo puro. Pienso que esa reflexión tiene que ver también con eso del sobrepeso.
No quiero decir que ya no me gusten los cuerpos bien formados, nada de eso, pero hay algo en esto de las carnes que me atrae, que me parece más auténtico y tal vez también tiene que ver con que yo estoy evolucionando tanto física como mentalmente y eso me hace relacionarme distinto con el cuerpo y sus formas.

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