lunes, 13 de julio de 2009

En el país de los tuertos


Imagen tomada de http://escuchandoelladob.blogspot.com/

No sé bien cómo decir esto sin que suene presuntuoso pero, al parecer, los hombres son bastante torpes cuando se trata de mujeres. Eso es lo que terminé concluyendo luego de este reciente fin de semana. Tal vez si cuento la historia completa la cosa quede un poco más clara.
La Azotada Europea está de visita en el país y contactó conmigo para que nos encontráramos fuera de esta ciudad. El fin de semana pasado nos vimos y, bueno, tuvimos sexo. Todo estuvo bien, aunque debo confesar que yo me sentía bastante cohibido. Ella causa en mí ese sentimiento, esa especie de inseguridad, por lo menos en el primer encuentro. A pesar de que he escrito aquí varias veces sobre ella y su, sorprendentemente, poco conocimiento que tiene sobre algunas cosas relacionadas con la sexualidad, siempre genera en mí una imagen como de mujer muy experimentada, como de mujer muy exigente con sus amantes, como de mujer que difícilmente se deja sorprender por un amante torpe.
Así las cosas, nos reunimos y tuvimos un encuentro sexual. La cosa no sería merecedora de mayor comentario si no fuera porque ella terminó completamente "sorprendida" con mis habilidades sexuales. Que conste que avisé que esto sonará presuntuoso. Al terminar nuestra sesión los dos estábamos empapados en sudor, exhaustos. Cuando me recosté en la cama ella apenas podía hablar, dijo algo como "me duelen hasta los ojos" -en realidad no dijo eso, pero algo muy parecido, sin embargo, no puedo poner la frase exacta acá a riesgo de que este blog pierda confidencialidad-. Yo me quedé sorprendido porque entendí el sentido de la frase. Estaba sexualmente muy satisfecha y agotada. Agregó -no sé ni cuántas veces tuve orgasmos, perdí la cuenta de pronto-. Claro, no hay nada más agradable para un hombre que le digan algo como eso, saber que la mujer quedó completamente satisfecha y sorprendida incluso por el la intensidad del encuentro y las habilidades del amante. Yo me sentía muy bien de oir eso pero, más allá de mi sobada de ego, me llamó la atención como además comentó -no sé en qué escuela aprendiste todo eso pero voy a inscribir a algunos cuantos que yo conozco- más sobada al ego. Sí, todo fantástico.
Sin embargo, a la hora de reflexionar sobre todo ello y una vez disfrutada estimulación de la autoestima, lo que me queda por pensar es en esa miseria sexual en la que parece que estamos viviendo en estos tiempos.
La Azotada Europea está casada con un hombre al que quiere mucho, me consta. Tuvo un amante durante mucho tiempo del que contaba maravillas. Su experiencia sexual es basta, amplia, diversa. Muchas mujeres entradas en la década de los cuareta quisieran siquiera soñar con lo que ha disfrutado ella, sin embargo, con tanta alabanza a mis habilidades sexuales me deja la impresión de que es mucho más difícil de lo que parece encontrarse a un hombre que sepa realmente hacer el amor.
Ella no es la única. Hace mucho tiempo también me di cuenta un día, casi por casualidad que La Flaca no había identificado -esto va a sonar casi como si me lo estuviera inventando- pero lo cierto es que no había identificado que el amante que tenía en aquél entonces era un eyaculador precoz. No tenía una palabra para identificar aquello que a él le pasaba con ella y, como muchas otras y otros, pensaba que la calentura de este hombre era tan grande que hacía que no pudiera contenerse y se venía a los pocos minutos de haber iniciado la penetración. Incluso recuerdo que alguna vez mencionó que el tipo se había venido antes de penetrarla, o sea era un eyaculador precoz "ante portas" un término que conocí trabajando en asuntos de sexualidad hace algunos años.
Así entonces. Yo creo que este fin de semana tuve un buen sexo. Yo lo disfruté mucho y sé que me esmeré en que ella quedara satisfecha. Hice un buen trabajo. Pero con todas esas exclamaciones de admiración sobre mis habilidades sexuales, más allá de convencerme de que soy un amante excelente, me queda la sensación de que soy más bien una especie de caso único por no ser tan malo como los demás, algo así como una flor en el desierto. Incluso, cuando terminamos me dijo "ahora entiendo, mejor no te cases, sería un desperdicio que eso lo disfrutara solamente una mujer. Todo eso que sabes hacer no es para una sola". Vaya, vaya.

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