martes, 29 de enero de 2008

Un vouyeur con escrúpulos

Imagen tomada de http://elproyectomatriz.files.wordpress.com/2007/06/prohibido.jpg

Hace unos días me compré unas películas porno straight. Fue curioso porque se las compré a una señora de mi oficina, que todas las semanas pasa con cada uno de nosotros y nos ofrece películas. En esta ocasión, además de llevar muchas más de las que lleva habitualmente, tenía un paquete envuelto en bolsas negras de plástico con una etiqueta que decía "XXX".
¿Y esto? -le pregunté a mi dealer.
Pues son películas triple equis, por si se le antojan.
No me di cuenta si me puse colorado o no pero la verdad sí me dio un poco de vergüenza la situación. Yo sentado en mi escritorio, frente a una señora, compañera de oficina comprándole películas porno. Sin embargo, pensé que si a ella no le causaba incomodidad venderlas, pues a mí no tendría por qué causarme incomodidad comprarlas, así que me animé a abrir la bolsa aquella y echar una mirada al contenido.
Finalmente me decidí por dos casi al azar, porque tampoco me iba a poner a analizar con detalle cuál sería la mejor compra y tampoco le iba a estar preguntando a la señora que me las estaba vendiendo cuál sería su recomendación. Cerramos la compra, le pagué y ella se fue a seguir ofreciendo películas por la oficina. Yo me apresuré a guardar todo en mi portafolios para que nadie viera nada, especialmente esas películas que compré al último.
Llegué a casa y, por la noche, ya listo para dormir, me animé a poner una de las películas para adultos. La que revisé se ve bastante bien, es una producción más o menos reciente y bueno, está bien. Pero hay algo con las películas pornográficas de hoy que yo francamente no alcanzo a comprender. En la búsqueda por hacer las cosas más extremas, más atrevidas o más novedosas, se están convirtiendo todas en experiencias desagradables para mí como expectador.
Ahora los blowjobs están llenos de saliva colgante, de escupitajos al pene y de penetraciones a la garganta de las mujeres en las que se ve que ellas tratan de contener las arcadas pero que no pueden evitarlas. Se ven escenas también donde el hombre ya no le hace sexo oral a la mujer, sino que le escupe la vagina simplemente para penetrarla (y con lo que me gusta a mí hacer sexo oral). De igual forma algo que me resulta sorprendente es esto de penetrar por el ano a una mujer y después que ella se de media vuelta y chupe el pene que acaba de salir de su ano (?). No son cosas que me exciten verdaderamente, sino que me revuelven un poco el estómago. Lo mismo me pasa con las venidas en la cara o en la boca en las que las mujeres juegan con el semen, hacen burbujas con la boca o se empeñan en mostrar el contenido con la boca abierta. Ufff, tengo que adelantar esas imágenes para evitarlas.
Sin embargo, la peor de todas, aquella que se lleva las palmas, es la escena donde el hombre, después de eyacular en el recto de una mujer, retira su pene y le pide a ella que puje para que le salga el semen por el ano, lo recojan en una vasija y ella se lo beba. ¡Guácala, por Dios! ¿Qué les pasa? ¿En qué momento ese tipo de cosas se convirtieron en algo excitante para la vista.
Definitivamente creo que me estoy quedando atrás en la evolución de la pornografía de los tiempos modernos. No me extraña encontrar en internet la más diversa de las propuestas, una variedad infinita de preferencias y de encuentros extremos, pero una película que simplemente trae coitos entre un hombre y una mujer o entre una mujer y dos hombres (mis favoritos), no necesitan más, de verdad, por lo menos no toda esa serie de juegos con las secreciones. No sé, tal vez sea un vouyeur chapado a la antigua pero todo eso, la neta, I don't get it.

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