jueves, 5 de julio de 2007

Baño de hombres

Imagen tomada de http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/misc/newsid_6076000/6076718.stm


Una experiencia que siempre me ha llamado la atención es la de compartir con otros hombres la desnudez en los vestidores de un club deportivo o de un gimnasio. Tuve la primera oportunidad de hacerlo cuando tenía más o menos 15 años y desde entonces me llamó la atención esa sensación de libertad que se experimenta ahí dentro. Yo era todo un adolescente en ese tiempo y sufría las típicas pulsiones de pudor por mis genitales, el desarrollo del vello público, etc., sin embargo, estando ahí dentro eso parecía no importar.
El primer baño que compartí fue el de la piscina olímpica de la ciudad de México. Siendo un espacio construído para las Olimpiadas de 1968, las instalaciones eran enormes, con un baño que tenía no sé cuántas duchas instaladas una al lado de la otra, a cada lado de un pasillo.
El flujo de personas que se bañaban ahí era siempre muy intenso. Las clases de natación en la esa piscina son masivas y, a la hora de terminar la clase, los vestidores se atiborran de niños, jovencitos y adultos que se bañan al mismo tiempo en una especie de camaradería que únicamente está limitada por el sexo -ya que solo hay hombres- pero que atraviesa edades, apariencias físicas, orígenes sociales y hasta preferencias sexuales. Allí todos éramos simplemente hombres (y heterosexuales, por obvia añadidura).
Recuerdo de aquellos tiempos la sensación de libertad de la que gozaba estando desnudo en el vestidor. Disfrutaba bañarme "en público" y demoraba el momento para ponerme la ropa interior con el fin de aprovechar cada momento de mi compartida desnudez. Al mismo tiempo, me llamaba la atención que otros adolescentes eran mucho más pudorosos que yo. Se daban una ducha de 10 segundos y nunca se sacaban el traje de baño. Salían de las duchas siempre con la toalla enredada en la cintura, se sacaban el traje de baño por abajo de la toalla y se ponían los calzones de la misma forma. Me parecía sumamenten ridículo y pensaba que en su familia debían de tener valores religiosos muy arraigados y muy conservadores que les hacían ser tan pudorosos con su propio cuerpo.
Años más tarde, en un club deportivo, tuve de nuevo la experiencia de compartir con hombres en el baño y en los vestidores. Ahora la cosa era diferente porque aquí además había baño sauna y eso cambia un poco la dinámica porque no se trata únicamente de darse un duchazo y vestirse rápidamente. No. Acá la cosa era más recreativa y tanto los hombres mayores como los niños disfrutaban de largas duchas con agua muy caliente y muchos entraban al sauna un buen rato. Esos, en su mayoría eran los hombres adultos o mayores, quienes disfrutaban de sesiones de calor intenso mucho más allá de lo que yo podía soportar. En esta segunda época yo era ya completamente adulto pero muy joven todavía. Unos 25 años más o menos. Las duchas eran ligeramente distintas que en vestidor anterior porque aquí sí había divisiones entre cada ducha, aunque no había puertas así que, si uno entraba por el pasillo buscando un lugar libre, podía ver a todos completamente desnudos bañándose.
En este vestidor la gente estaba siempre de buen humor, los niños corrían por todos lados persiguiéndose mientras sus papás conversaban con otros hombres en total relajación. Allí fue cuando me empezó a llamar la atención que, si bien yo siempre me he sentido cómodo con la desnudez, creo que ellos se sentían mucho más cómodos que yo, porque sus conversaciones siempre eran hablando en voz muy alta, cantando en grupo, diciéndose muchas bromas e incluso haciéndose pesadeces como pegarse con la toalla o esconderse las cosas de aseo personal. Me llamó la atención porque ya no se trataba de bañarse después de hacer ejercicio, sino de pasar un rato con los amigos. La mayoría eran hombres mayores, de 60 años, que, sin prisa por salir a trabajar, se quedaban horas "en bolas" en un pequeño mundito que era solo de hombres.
Esas escenas se repitieron en otros vestidores y baños que compartí a lo largo de los años y me di cuenta de que había una relación directamente proporcional entre la edad de los usuarios y el tiempo de estancia en el baño. Eso además se relacionaba con su actitud abierta, desenfadada, despreocupada y poco pudorosa respecto a su cuerpo. Los hombres gordos, viejos, canosos, arrugados y con unos penes que daban más tristeza que otra cosa eran los más relajados y contentos allí dentro, mientras que aquellos más jóvenes y con mejor físico eran más propensos a ir exclusivamente a bañarse, vestirse y salir. Nada de hacer amigos, nada de conversar con los demás.
Y respecto a mirarse o no, yo creo que todos lo hacemos, pero también creo que la forma es muy discreta. Pienso que todos bajamos en algún momento la vista para ver el pene de los demás, pero las reglas tácitas están tan claras que nadie comete el error de querer ver el pene del otro sin que se arriegue a que el objeto de sus miradas lo considere un maricón descarado. Eso se hace discretamente y como si fuera de forma distraída y desinteresada.
Durante esas experiencias me di cuenta de que, si yo alguna vez me consideré vanidoso por verme en el espejo y fijarme en mi arreglo personal, estaba muy lejos de lo que muchos otros hacían (bueno, empezando por mi padre, que pueden pasar horas entre que sale de la ducha y se pone los pantalones). Allí los hombres se toman el tiempo. Se meten al vapor o al sauna a relajarse y a afeitarse. Se bañan largo y calmadamente y se acicalan después con calma y usando a veces un montón de productos de belleza, sobre todo lociones y talcos perfumados. Es a veces más el tiempo que ocupan en el baño que lo que practican deporte. Tal vez de eso se trate y quizá por eso también los hombres disfrutan de los spas ahora que están tan popularizados. Nos encantan la desnudez, nos gusta el agua y también nos gusta la compañía de otros hombres desnudos, aunque no sean nuestros amigos, ni siquiera nuestros conocidos, pero ese circular de hombres tiene algo mágico y definitivamente muy placentero.
Esto lo saben bien los orientales. Chinos, japoneses, indios y en general el mundo asiático hace del baño todo un arte y un ritual. En contraste, en occidente, cada vez somos más concientes del desperdicio de agua de de combustible con esas sesiones maratónicas en el baño. En algún momento, en nuestro latinoamericano mundo, esto también estará prohibido y se convertirá en un recuerdo los tiempos idos y de la inconciencia ecológica de las generaciones anteriores. Algo demodé en beneficio del medio ambiente. Pero eso es otra historia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

me parece muy interesante tu manera de demostrar tus sentimientos y sobre todo tu valentia en el baño de hombres, me interesaria conocerte un poco más sobre tu manera de escribir, mi correo es richi_1939@hotmail.com

Bruno el meditabundo dijo...

Gracias por tu interés en mi blog. Se trata de hacer un ejercicio de honestidad, aunque resulte a veces doloroso, pero casi siempre es muy placentero. Acá andamos pues.