domingo, 8 de julio de 2007

El regalo de La Internauta Italiana

Imagen tomada de: http://www.allposters.com

La misma noche que hace blanquear los mismo árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Pablo Neruda
Poema 20.

Ella apareció en una noche de fiesta, cuando yo ni siquiera había empezado a vivir mi vida anterior. Tenía unos 19 años y un escuálido novio con cara de tonto. Yo tenía 23 y la mirada puesta en otra mujer. Me gustó desde el primer momento en que la vi, pero su actitud y su manera de ignorarme me hizo sentir que yo estaba muy lejos de llamar su atención. Se parecía a Catherine Deneuve, siempre se lo dije aunque nunca me lo creyó.
La vida nos hizo amigos primero. O incluso menos que eso, porque ella fue en realidad la amiga de mi ex mujer, compañeras de escuela y copartícipes de un mundo al que yo no tenía mucho acceso, el de los niños que van a escuelas privadas y que son hijos de padres universitarios, un mundo entre intelectual y snob que al mismo tiempo me atraía y repelía.
Amigos o compañeros de fiesta fuimos los primeros ocho años, más o menos. A pesar de que yo estaba perfectamente consciente de que ella me gustaba, nunca hice nada para conquistarla en ese tiempo. Incluso, una vez, en una fiesta, pocos años después de habernos conocido, ella se animó a coquetear conmigo directamente. Al calor del alcohol y entrada la noche, dejó claro que yo le gustaba. Mi ex mujer -ex novia en aquel tiempo- se dio cuenta y no le causó la menor gracia. Ni siquiera perdonó que todo había sido producto de los tragos.
La Internauta Italiana cambió de novio y con éste nos hicimos más amigos. Los cuatro salíamos frecuentemente junto con otras dos parejas. Fueron años muy felices, ahora lo tengo muy claro. De aquellos tiempos no sobrevive ninguna de esas uniones.
Muchos tiempo pasó y de pronto nos encontramos ella y yo viviendo más o menos en el mismo vecindario y recuperándonos de nuestras respectivas rupturas amorosas más importantes. Mi ex se había ido de la casa y su ex había hecho lo mismo con una diferencia de un mes. Ambos estábamos destrozados, perdidos, aturdidos por la pena. Fue esa circunstancia la que nos acercó. Primero, sin afán de nada, más que saber cómo iban nuestras respectivos procesos de sanación. Empezamos a salir solamente para acompañar nuestra soledad y porque de alguna manera sentíamos que el otro estaba viviendo lo mismo y podía comprender más que las demás personas el dolor y la desorientación.
Seis meses después de haber terminado con mi ex, La Internauta Italiana y yo nos dimos el primer beso e hicimos el amor por primera vez. Para mí eso no significó el inicio de una nueva relación porque yo en realidad no quería tener en ese momento ninguna relación. Sin embargo, mirando retrospectivamente, esa primera noche fue el comienzo de una vida de pareja que me costó mucho entender, aceptar y disfrutar.
La Internauta Italiana y yo fuimos pareja durante cinco años. Varias veces terminamos pero volvíamos y volvíamos, a veces a mi pesar, otras más convencido. Ella me gustaba mucho y en muchos aspectos nuestras vidas eran muy similares, aunque en ese tiempo yo no quisiera verlo.
El sexo con ella era siempre muy bueno, por muchas razones. Es muy rico irse a la cama con alguien que de verdad te gusta mucho y creo que ella ha sido la mujer que más me ha gustado físicamente. Yo tenía fascinación por su cuerpo y por lo que hacíamos en privado.
Siempre estaba dispuesta a hacer el amor. Para mí, que venía de una relación donde muchas veces me escatimaron los encuentros, esto era como llegar al paraíso. Cuando yo le preguntaba ¿quieres hacer el amor? ella siempre me contestaba lo mismo ¿alguna vez te he dicho que no? Era fantástico.
Un día decidimos probar el sexo anal y ambos nos hicimos adictos. No fue instantáneo para ella, claro está, porque el sexo anal es un gusto adquirido la mayor parte de las veces, pero aprendió a relajarse y ambos lo disfrutamos enormemente. A ella le gustaba la idea de que yo fuera el único que había entrado en su cuerpo de esa manera. A mi me gustaba la idea de que estábamos transgrediendo "el orden natural de las cosas". Cada loco con su tema.
Con La Internauta Italiana exploramos un montón de cosas. Nos gustaba hacer el amor con un toque; a los dos nos encantaban las fantasías y hablar mucho mientras lo hacíamos; a ella le atraía la idea de introducirme un dedo en el ano y a mí también me gustó cuando lo hizo; ambos nos dimos besos negros; ella descubrió un día entre mis libros El punto G, de Beverly Wiple y lo leyó muy interesada. Así aprendió a eyacular y eso a mí me hizo todavía más feliz. Creo que de lo único que me podría quejar sería que no era muy buena en el sexo oral. Tenía la boca pequeña y no era muy hábil con ella. Tampoco con los besos, pero igual me encantaba besarla.
Con ella hice el amor en muchas partes, además de nuestras respectivas casas. Viajamos por México y en todos lados buscábamos donde coger. También lo hicimos en mi oficina un sábado en que no había nadie, frente a un gran espejo que había a la entrada. La masturbé en el auto, a media carretera rumbo a la playa y de regreso a México. Le hice el amor miles de veces, miles y nunca me dejó de gustar. Cuando besaba sus senos perfectos siempre la decía que ella era una fruta y era para mí.
Transcurrieron los cinco años de nuestra relación y las cosas empezaron a cambiar en mi vida. No entraré en detalles ahora. Simplemente anotaré que fue cuando quise probar la otra parte de mi sexualidad, cuando conocí al Neurólogo Catalán y otras historias. Finalmente nos separamos gracias a mí y a pesar de ella.
La Internauta Italiana me regaló un día la imagen que ilustra esta entrada. Yo la portaba en mi Palm y la veía cada vez que la encendía para trabajar. Me recordaba su gusto por el arte, su amor por mí y aquella conexión entre ella y yo que nos hacía eternos. Born away, to the stars, es el título de este dibujo de Henry Matisse, uno de sus pintores favoritos y representa para mí la urgencia de fundirse en un abrazo hasta hacerse uno solo. Una especie de danza cósmica.
Han pasado siete años desde que nos separamos y, aunque recuerdo perfectamente por qué decidí hacerlo, aún me pregunto si tomé la mejor decisión y a veces me descubro pensando cómo sería mi vida hoy a su lado.

No hay comentarios.: