domingo, 15 de julio de 2007

Erótica para tus oídos


Imagen tomada de http://www.lavitrola.8k.com

Algo light, para un domingo como éste. Diez canciones en español que son, desde mi punto de vista, particularmente cachondas.

  • La mujer que yo quiero. Joan Manuel Serrat. Interpreta Idem.
La mujer que yo quiero, no necesita
bañarse cada noche en agua bendita.
Tiene muchos defectos, dice mi madre,
y demasiados huesos, dice mi padre.

Pero ella es más verdad que el pan y la tierra.
Mi amor es un amor de antes de la guerra
para saberlo...
La mujer que yo quiero, no necesita
deshojar cada noche una margarita.

La mujer que yo quiero, es fruta jugosa
prendida en mi alma como si cualquier cosa.
Con ella quieren dármela mis amigos,
y se amargan la vida mis enemigos...

porque sin querer tú, te envuelve su arrullo
y contra su calor, se pierde el orgullo
y la vergüenza...
La mujer que yo quiero, es fruta jugosa
madurando feliz, dulce y vanidosa.

La mujer que yo quiero, me ató a su yunta,
para sembrar la tierra de punta a punta
de un amor que nos habla con voz de sabio
y tiene de mujer la piel y los labios.

Son todos suyos mis compañeros de antes...
Mi perro, mi Scalextric y mis amantes.
¡Pobre Juanito...!
La mujer que yo quiero, me ató a su yunta:
pero, por favor, no se lo digas nunca.

Pero, por favor, no se lo digas nunca...

  • Y el amor. Joan Manuel Serrat. Interpreta Idem.
El milagro de existir, el instinto de buscar,
la fortuna de encontrar, el gusto de conocer,
la ilusión de vislumbrar, el placer de coincidir,
el temor a reincidir, el orgullo de gustar,
la emoción de desnudar y descubrir, despacio, el juego,
el rito de acariciar prendiendo fuego,
la delicia de encajar y abandonarse,
el alivio de estallar y derramarse.
Y el amor...
  • Te digo compañero. José Manuel Pintado/Guillermo Griseño. Interpreta Eugenia León.
Una luna se acostó
su luz te quita la sed
el agua se despertó
con su cara entre tu piel.

Tu cuerpo es mi porvenir
tu mirada mi ciudad
contigo empiezo a sentir
que alumbra la oscuridad.

Se rompe la soledad
se suicida la pared
asaltas la realidad
el mundo empieza a nacer.
  • Lía. José María Cano. Interpreta Ana Belén
Lía con tu pelo un edredón, de terciopelo
que me pueda guarecer
si me encuentra en cueros al amanecer.
Lía entre tus labios a los míos
respirando en el vacío aprenderé
como por la boca muere y mata el pez.

Lías telaraña que enmaraña mi razón
que te quiero mucho y es sin ton ni son
lías cada día con el día posterior
y entre día y día, lía, lía.

Lía con tus brazos
un nudo de dos lazos
que me ate a tu pecho, amor
lía con tus besos
la parte de mis sesos
que manda en mi corazón.

Lías tus miradas a mi falda
por debajo de mi espalda, y digo yo
que mejor que el ojo, pongas la intención.
Líame a la pata de la cama
no te quedes con las ganas de saber
cuánto amor nos cabe de una sola vez.

Lías cigarrillos de cariño y sin papel
para que los fume dentro de tu piel
lías a la cruceta de ésta pobre marioneta
y entre lío y lío, lía, lía.

Lía con tus brazos...

  • La flor de la mañana. Nacho Mañó. Interpreta Presuntos implicados.
Eran sólo dos extraños
concediéndose deseos
como dos enamorados.
Que vaciaron sus manos
de desengaños y miedos
y de afecto las llenaron.

Calmaron con fresas su hambre,
con vino su sed,
y el frío, con su calor.
Y el sueño venció.
La mañana volvió
y pensaron los dos:

"Que habrá tras tu mirada,
que tanto oculta y tanto da.
Vuelve a la cama a soñar,
que, amor que mucho piensa,
verás como comienza;
y entonces pronto acabará.

La flor de la mañana hoy
sembraste en mi ventana
fingiendo que fingías
que me amabas".

Y prometieron locuras,
y cumplieron las promesas,
y se derramó ternura.
Y confundieron sus cuerpos
en un solo abrazo largo;
como dos enamorados.

Calmaron con fresas su hambre...

  • Aire. Miguel Bosé. Interpreta Idem.
Una idea, un continente, una mirada.
Casi sin querer...
Se me escapa, se me nubla, no se acaba
Casi sin querer...

No hay nada ya,
No hay nada ya
Tocarte por dentro, besar...
No hubo y no habrá
No hay nada aquí ya
Volarme y al tiempo volar...

Aire soy y al aire
El viento no, el viento, el viento no
Que sin ti soy nadie...
Sin ti yo no, sin ti, sin ti yo no...

Una fuga.
Un SOS.
Una parada.
Casi sin querer...
Y la duda en sentimiento transformada
Casi sin querer...

No hay nada ya,
No hay nada ya.
Tan bello es caer a tus pies...
No hubo y no habrá.
No hay nada aquí ya.
¿De quién este cielo es?
¿De quién?

Aire soy y al aire...

  • Derroche. Manuel Jiménez. Interpreta Ana Belén.
El reloj de cuerda suspendido
el teléfono desconectado
en una mesa, dos copas de vino
Y a la noche se le fue la mano...

Una luz rosada imaginamos
comenzamos por probar el vino
con mirarnos todo lo dijimos
Y a la noche se le fue la mano...

Si supiera contar todo lo que sentí
no quedó un lugar que no anduviera en ti...

Besos, ternura
qué derroche de amor
cuánta locura
Besos, ternura
qué derroche de amor
cuantá locura

Que no acabe esta noche
ni esta luna de abril
para entrar en el cielo, no es preciso morir

Besos, ternura...

Parecíamos dos irracionales
que se iban a morir mañana...
Derrochábamos, no importaba nada
las reservas de los manantiales
Parecíamos dos irracionales
que se iban a morir mañana...

Si pudiera contar, todo lo que sentí
No quedó un lugar que no anduviera en ti...

Besos, ternura...

Que no acabe esta noche
ni esta luna de abril
para entrar en el cielo
no es preciso morir...

Besos, ternura
Y la noche es testigo de esta inmensa locura
Besos, ternura
nuestra ruta de amor, se convierte en ternura
Besos, ternura
Besos...
  • Kumbala. Maldita vecindad y los hijos del quinto patio. Interpreta Idem.
Luz roja es la luz
luz de neón
que anuncia el lugar
baile Kumbala va
y adentro la noche es
música y pasión

Sol no entiendes lo
que pasa aquí
esto es la noche
y de la noche son
las cosas del amor
el corazón a media luz
siempre se entregará

Mar todo el ambiente
huele a mar
mucho calor
sudores en la piel
sudor sabor a sal y en
la pista una pareja
se vuelve a enamorar

(hablado)
sol no entiendes
lo que pasa aquí
esto es la noche
y de la noche son
las cosas del amor oye oye

una risa una caricia
y en la pista una pareja
se vuelve a enamorar

un sabroso y buen danzón
a media luz el corazón
y en el Kumbala todo es
música y pasión.
  • Han caído los dos. Santiago y Luis Auserón. Interpreta Radio Futura.
Han caído los dos...
Han caído los dos cual soldados fulminados al suelo
y ahora están atrapados los dos en la misma prisión
vigilados por el ojo incansable del deseo voraz
sometidos a una insoportable tensión de silencio.

Han caído los dos bajo el punto de vista exclusivo
iniciando una guerra en que nadie pudo vencer jamás
ella sabe lo que el hombre espera sin haberlo aprendido
y él encuentra sentido al enigma que no le dejaba existir.

Antes eran dos barcos sin rumbo
hoy son dos marionetas que van
persiguiendo una luz cegadora
por la línea del tiempo.

Han caído los dos en la boca de un dios tenebroso
que sonríe mostrando sus dientes de acero.

Han caído los dos cual soldados fulminados al suelo...

Antes eran dos barcos sin rumbo
hoy son dos marionetas que van
persiguiendo una luz cegadora
por la línea del tiempo.

Han caído los dos en la boca de un dios tenebroso
que sonríe mostrando sus dientes de acero.

Ella sabe lo que el hombre espera sin haberlo aprendido
y él encuentra un sentido al enigma que no le dejaba existir
  • Juegos de seducción. Gustavo Ceratti. Interpreta Soda Stereo.
Voy a ser tu mayordomo
y vos harás el rol de señora bien
o puedo ser tu violador
la imaginación esta noche todo lo puede

Te llevaré hasta el extremo
te llevaré, abrázame,
este es el juego de seducción

Estamos solos en la selva
nadie puede venir a rescatarnos
estoy muriéndome de sed
y es tu propia piel la que me hace sentir este infierno

Te llevaré hasta el extremo
te llevaré, abrázame
este es el juego de seducción

Estoy muriéndome de sed
y es tu propia piel la que me hace mover,
me hace mover, me hace mover
en extremo
  • Bésame mucho. Consuelo Velázquez. Interpreta (muchos).
Bésame, bésame mucho
como si fuera esta noche la última vez
Bésame, bésame mucho
que tengo miedo perderte, perderte después.

Quiero tener muy cerca
mirarme en tus ojos
verte junto a mí
piensa que tal vez mañana
yo ya estaré lejos,
muy lejos de ti.

Bésame, bésame mucho
como si fuera esta noche
la última vez
bésame, bésame mucho
que tengo miedo perderte,
perderte después.


¿Alguien podría aportar a esta incipiente y nada exhaustiva lista de canciones para ponerse a tono?

sábado, 14 de julio de 2007

Algo personal

Imagen tomada de: http://www.criminalistaenred.com.ar/Lectores%20de%20huellas%202.html

El erotismo es la apreciación subjetiva de la sexualidad, la interpretación intelectual, la forma en que le damos sentido y significamos esa realidad biológica de ser sexuados. Es, digamos, la parte más estrictamente humana de la sexualidad y, claro está, aquello que nos hace únicos.
No hay nada tan personal como el erotismo en las personas. Si uno hiciera una encuesta y preguntara a la gente qué es lo que le parece erótico, encontraríamos un gran tronco de coincidencias, un cuerpo simbólico que remite a nuestra cultura y a los valores que compartimos en común. También encontraríamos aquellos que socialmente es considerado no sexual, un saber y una forma de percibir el mundo que está allá afuera y que es aprendida individualmente por cada uno de nosotros. Sin embargo, el detalle fino, la diferencia que nos hace únicos se encuentra en las ramas de ese gran árbol, esas pequeñas hojitas que dan cuenta de nuestra personal interpretación del mundo y del sexo, es por decirlo de algún modo, el lente con la que enfocamos nuestra experiencia sexual.
Esa individualidad erótica se vive en la práctica en el encuentro de las parejas. Toparnos con gente que hace el amor tal como nos gusta es bastante difícil, es casi un golpe de suerte, pero hacer coincidir todo nuestro mapa erótico con alguien me parece que es una empresa imposible.
Como en todas las etapas de mi vida en pareja, hoy me encuentro en una con la que tenemos grandes coincidencias en lo sexual pero también grandes diferencias. Por ejemplo, a él no le gusta mucho hablar durante el sexo, porque dice que se desconcentra, en cambio a mí me encanta. Él muere de ganas de que un día nos bañemos de aceite, de gel, de crema o de cualquier sustancia resbaladiza y nos frotemos el uno contra el otro. Esa es, de hecho, una de unas mayores fantasías no satisfechas en nuestra relación de pareja. A mí, en cambio, eso no me atrae mayor cosa y siempre le contesto que sí lo podemos hacer, pero no en mi cama, que es donde siempre o casi siempre hacemos el amor.
En el terreno de la imaginación las diferencias también existen. A él le gustaría que hiciéramos un trío con alguien más, un hombre siempre, con el que organizáramos un ménage a trois en el que él estuviera en el medio y fuera penetrado por mí y por el invitado especial. Eso le parece sumamente erótico. A mí no tanto. En cambio, cuando se trata de ménages a trois, lo que a mí se me antoja es un trío con una mujer, en la que nosotros dos estemos penetrándola, mientras nos vemos a los ojos.
La Flaca, en cambio, tiene una persistente fascinación por el exhibicionismo. Le excita poderosamente la idea de ser observada mientras hace el amor con alguien. Nunca ha llevado a cabo su fantasía, pero simplemente con que se le venga a la mente la idea se enciende sexualmente. Otra cosa que le erotiza es imaginar que ella deja entrar a un hombre a su casa con la intención de hacer algún servicio doméstico, como plomería, carpintería, pintura, etcétera, lo seduce y tiene relaciones con él.
El amigo telefónico tiene la fantasía de penetrarme violentamente, de una sola vez y atestiguar que me duele. Eso le excita porque supongo que tiene una callada fascinación por ser un atacante. Le gusta decir malas palabras durante el sexo, insultar y eso también tiene coherencia con el perfil que estoy haciendo de él. Es un hombre amable, muy respetuoso y seguramente tímido, pero cuando estamos imaginando hacer el amor, se vuelve alguien agresivo y vive su fantasía de esa forma. A pesar de ser gay, tal como él me lo ha hecho saber, no le gusta mucho dar sexo oral a un hombre, tampoco lo han penetrado nunca, ni le gusta mucho la idea. Su personaje erótico es algo que yo francamente no comparto mucho. Bueno, hay una parte que sí, una pequeña parte de su persona sexual que sí me gusta a veces y que es el uso de cierta fuerza aplicada para la provocación, para tener relaciones aunque la otra persona diga que no. Para mí un "no" es excitante y convertirlo en un "sí" se vuelve un objetivo.
A Audrey le gustaba mucho el drama, la personificación. Era toda una actriz de clóset y creo que secretamente guardaba su gusto por ser una dominatriz, alguien fuerte en la cama, que pudiera atar a su hombre y tener el control de todo. Si eso es cierto, fue una fantasía que nunca llevamos a cabo, pero creo que por ahí iba la cosa. A veces yo sentía además que ella estaba viviendo su propio cuento cuando hacíamos el amor. Como que se desconectaba o como que actuaba demasiado sus expresiones. Sus gemidos eran bastante cinematográficos, tanto que a veces yo pensaba que debía estar exagerando. Ella aseguraba que no, pero yo no me quedaba muy convencido. A mí me gustaba imaginar escenas en las que ella era una mujer que estaba más arriba en la escala social (realmente lo estaba) que yo. Por ejemplo, que era una princesa medieval y yo un guerrero que hacía el amor con ella secretamente, evadiendo la vigilancia de sus padres quienes me habían conferido a mí la responsabilidad de cuidar su virginidad. Otras veces me imaginaba siendo un guerrero árabe que cuidaba del harem de un sheik poderoso y, burlando las reglas, hacía el amor con una de sus mujeres. Así mis fantasías.
Puedo seguir contando otras formas del erotismo en las personas que conozco sexualmente, o de aquellas con las que no he tenido sexo pero que los momentos de intimidad han permitido hacer espacio para las confesiones. Lo que quería expresar acá es esta vivencia personal que es el erotismo, esto único que tenemos como individuos, aquello que nos hace personas, que nos separa y al mismo tiempo nos une con los demás es algo que todos llevamos dentro y que ponemos en marcha tanto en la intimidad como en la esfera de lo público, que moldea nuestra personalidad y le da forma a esa huella digital, a ese código genético único que es nuestra experiencia del sexo.

jueves, 12 de julio de 2007

Testigo


Imagen tomada de http://www.playatroncones.com/

Hace un año, como otros veranos, fui a acampar a una playa en la costa del Pacífico mexicano. Había organizado con una amiga unos días lejos de todo en un lugar que a los dos nos gusta mucho porque hay poca gente, la playa es hermosa y se puede estar en paz sin vendedores, ni música invasiva, ni nada que moleste.
En cuanto llegamos, nos instalamos en el lugar que más o menos teníamos pensado ubicarnos, cerca de un hotelito donde hay unos amigos que nos apoyan con algunos requerimientos básicos: baño, restaurante, alberca (piscina) y algunos otros servicios, pero al mismo tiempo relativamente separados de ellos para no invadir ni ser invadidos.
El lugar había sido ideal, algo así como una pequeña isla de arena rodeada de vegetación por un lado y por el otro la vista hermosa del mar.
Instalamos la tienda de campaña, organizamos todo tal como nos gusta, ya que tenemos larga experiencia en irnos de camping y por la noche hicimos una fogata y conversamos hasta tarde mientras compartíamos un toque y unos tragos.
A la mañana siguiente llegó un grupo de chicos, serían unos ocho, que venían con la intención de instalarse cerca de nosotros. Amablemente nos preguntaron si teníamos algún problema en que se instalaran en los alrededores y nosotros respondimos que ninguno. Se veían buena onda, chavos universitarios, medio hippiosos algunos (eso fue lo que nos gustó) y otros medio nerds, pero todos muy educados y respetuosos. Eran algo así como cinco hombres y tres mujeres, no recuerdo bien. Todos de unos 22 o 23 años más o menos, no más que eso. Se instalaron a una prudente distancia y en tres tiendas de campaña de distintos tamaños, una de cuatro personas y dos para parejas.
Por la noche hicieron una gran fogata con pedazos de madera y cocos secos que encontraron en las cercanías. La quisieron hacer tan espectacular que se la pasaron todo el tiempo consiguiendo material combustible para mantenerla viva y eso a mi amiga y a mí nos causaba mucha gracia. Más que descansar, estaban dedicados a alimentar el fuego que consumía con una enorme velocidad todo aquello que le daban.
Poco a poco se fueron a dormir y nosotros hicimos lo mismo un poco más tarde, porque no queríamos perder ni un momento el espectáculo de las estrellas fugaces que siempre o casi siempre se observa en la playa en las noches en que no hay luna y que, paradójicamente, se pierde cuando se está cerca de una gran fuente de luz, como una fogata.
A la mañana siguiente nosotros nos levantamos muy temprano. Ellos fueron apareciendo tiempo después, bastante tiempo después. Tal como iban asomándose por las puertas de las tiendas de campaña, se estiraban con una enorme flojera y se alejaban para caminar a la orilla de la playa, en el momento más agradable para hacerlo por que el calor es menos y el sol no quema tanto.
Una de las parejas que estaba acomodada en una de las casas de campaña por separado se demoró un poco más en salir. Él asomó la cabeza un rato después, nos saludó y se fue caminando, posiblemente al auto a buscar algunas cosas. Regresó al poco rato y volvió a meterse a su tienda de campaña donde estaba todavía su chica.
Por la posición del sol y el lugar en el que yo estaba acomodado la tienda de campaña de ellos se transparentaba de una forma impresionante. Podía verlos perfectamente allí dentro, acostados y suponía que ellos no podían verme a mí.
"Nomás falta que estos se pongan a coger", pensé yo en un momento imaginando la escena y pensando qué dirían sus amiguitos si me vieran observándolos mientras hacen el amor sin darse cuenta que alguien los está viendo.
Efectivamente, los dos chicos se empezaron a sacar la ropa y, sin mucho preámbulo, se acomodaron en la posición de misionero y, frente a mis ojos, se pusieron a hacer el amor allí, mientras el resto de sus amigos se habían ido a caminar y otros todavía no se levantaban.
Yo pude haberme retirado de donde estaba y dejarlos "solos", sin embargo me quedé allí, maravillado con lo que estaba viendo. Primero que nada, creo que nunca había visto a una pareja hacer el amor así, delante de mis ojos, a dos metros de distancia. En segundo lugar, ellos no me veían a mí y yo esperaba que no se dieran cuenta que su tienda de campaña se transparentaba de esa manera. Pero en tercer lugar, y más importante que todo lo demás, me quedé allí porque, al verlos, su imagen mi hizo recordar otra época de mi vida en la que me hice pareja de Tita, justamente en la playa y más o menos a esa misma edad. Verlo a él me hacía verme a mí, casi veinte años antes y verla a ella me recordaba a esa mujer de la que yo me enamoré justo cuando no debía, pero que no me importó.
El sexo que tuvieron estos chavitos no duró mucho más de diez o quince minutos y no tuvo prácticamente ninguna gracia, no hubo casi ningún preámbulo, no cambiaron de posición, no hubo quejidos, ni respiraciones agitadas ni nada. Eso hizo también que yo viera la escena completita, desde que él se acercó a ella hasta que se acostó de espaldas a su lado y se quedaron jugando con las manos.
No sabía si decirle o no a mi amiga lo que yo había visto. Me sentía un poco culpable por haberme quedado de mirón en un momento ajeno y privado. Finalmente se lo conté y los dos nos reímos un poco de todo eso. Irónicamente, cuando llegaron estos niños sentimos que el hecho de que se instalaran cerca de nosotros era, de alguna manera, una invasión a nuestra intimidad y no estábamos muy convencidos de tenerlos ahí. Sin embargo, quien hizo una verdadera invasión a la intimidad fui yo, de manera involuntaria, eso sí, pero de cualquier manera el momento me puso frente a ellos, sin que tuvieran la menor idea de que yo observé todo y mucho menos de que estaría contando su historia en este blog. Eso fue hace apenas un año. ¿Qué habrá sido de ellos?

domingo, 8 de julio de 2007

El regalo de La Internauta Italiana

Imagen tomada de: http://www.allposters.com

La misma noche que hace blanquear los mismo árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Pablo Neruda
Poema 20.

Ella apareció en una noche de fiesta, cuando yo ni siquiera había empezado a vivir mi vida anterior. Tenía unos 19 años y un escuálido novio con cara de tonto. Yo tenía 23 y la mirada puesta en otra mujer. Me gustó desde el primer momento en que la vi, pero su actitud y su manera de ignorarme me hizo sentir que yo estaba muy lejos de llamar su atención. Se parecía a Catherine Deneuve, siempre se lo dije aunque nunca me lo creyó.
La vida nos hizo amigos primero. O incluso menos que eso, porque ella fue en realidad la amiga de mi ex mujer, compañeras de escuela y copartícipes de un mundo al que yo no tenía mucho acceso, el de los niños que van a escuelas privadas y que son hijos de padres universitarios, un mundo entre intelectual y snob que al mismo tiempo me atraía y repelía.
Amigos o compañeros de fiesta fuimos los primeros ocho años, más o menos. A pesar de que yo estaba perfectamente consciente de que ella me gustaba, nunca hice nada para conquistarla en ese tiempo. Incluso, una vez, en una fiesta, pocos años después de habernos conocido, ella se animó a coquetear conmigo directamente. Al calor del alcohol y entrada la noche, dejó claro que yo le gustaba. Mi ex mujer -ex novia en aquel tiempo- se dio cuenta y no le causó la menor gracia. Ni siquiera perdonó que todo había sido producto de los tragos.
La Internauta Italiana cambió de novio y con éste nos hicimos más amigos. Los cuatro salíamos frecuentemente junto con otras dos parejas. Fueron años muy felices, ahora lo tengo muy claro. De aquellos tiempos no sobrevive ninguna de esas uniones.
Muchos tiempo pasó y de pronto nos encontramos ella y yo viviendo más o menos en el mismo vecindario y recuperándonos de nuestras respectivas rupturas amorosas más importantes. Mi ex se había ido de la casa y su ex había hecho lo mismo con una diferencia de un mes. Ambos estábamos destrozados, perdidos, aturdidos por la pena. Fue esa circunstancia la que nos acercó. Primero, sin afán de nada, más que saber cómo iban nuestras respectivos procesos de sanación. Empezamos a salir solamente para acompañar nuestra soledad y porque de alguna manera sentíamos que el otro estaba viviendo lo mismo y podía comprender más que las demás personas el dolor y la desorientación.
Seis meses después de haber terminado con mi ex, La Internauta Italiana y yo nos dimos el primer beso e hicimos el amor por primera vez. Para mí eso no significó el inicio de una nueva relación porque yo en realidad no quería tener en ese momento ninguna relación. Sin embargo, mirando retrospectivamente, esa primera noche fue el comienzo de una vida de pareja que me costó mucho entender, aceptar y disfrutar.
La Internauta Italiana y yo fuimos pareja durante cinco años. Varias veces terminamos pero volvíamos y volvíamos, a veces a mi pesar, otras más convencido. Ella me gustaba mucho y en muchos aspectos nuestras vidas eran muy similares, aunque en ese tiempo yo no quisiera verlo.
El sexo con ella era siempre muy bueno, por muchas razones. Es muy rico irse a la cama con alguien que de verdad te gusta mucho y creo que ella ha sido la mujer que más me ha gustado físicamente. Yo tenía fascinación por su cuerpo y por lo que hacíamos en privado.
Siempre estaba dispuesta a hacer el amor. Para mí, que venía de una relación donde muchas veces me escatimaron los encuentros, esto era como llegar al paraíso. Cuando yo le preguntaba ¿quieres hacer el amor? ella siempre me contestaba lo mismo ¿alguna vez te he dicho que no? Era fantástico.
Un día decidimos probar el sexo anal y ambos nos hicimos adictos. No fue instantáneo para ella, claro está, porque el sexo anal es un gusto adquirido la mayor parte de las veces, pero aprendió a relajarse y ambos lo disfrutamos enormemente. A ella le gustaba la idea de que yo fuera el único que había entrado en su cuerpo de esa manera. A mi me gustaba la idea de que estábamos transgrediendo "el orden natural de las cosas". Cada loco con su tema.
Con La Internauta Italiana exploramos un montón de cosas. Nos gustaba hacer el amor con un toque; a los dos nos encantaban las fantasías y hablar mucho mientras lo hacíamos; a ella le atraía la idea de introducirme un dedo en el ano y a mí también me gustó cuando lo hizo; ambos nos dimos besos negros; ella descubrió un día entre mis libros El punto G, de Beverly Wiple y lo leyó muy interesada. Así aprendió a eyacular y eso a mí me hizo todavía más feliz. Creo que de lo único que me podría quejar sería que no era muy buena en el sexo oral. Tenía la boca pequeña y no era muy hábil con ella. Tampoco con los besos, pero igual me encantaba besarla.
Con ella hice el amor en muchas partes, además de nuestras respectivas casas. Viajamos por México y en todos lados buscábamos donde coger. También lo hicimos en mi oficina un sábado en que no había nadie, frente a un gran espejo que había a la entrada. La masturbé en el auto, a media carretera rumbo a la playa y de regreso a México. Le hice el amor miles de veces, miles y nunca me dejó de gustar. Cuando besaba sus senos perfectos siempre la decía que ella era una fruta y era para mí.
Transcurrieron los cinco años de nuestra relación y las cosas empezaron a cambiar en mi vida. No entraré en detalles ahora. Simplemente anotaré que fue cuando quise probar la otra parte de mi sexualidad, cuando conocí al Neurólogo Catalán y otras historias. Finalmente nos separamos gracias a mí y a pesar de ella.
La Internauta Italiana me regaló un día la imagen que ilustra esta entrada. Yo la portaba en mi Palm y la veía cada vez que la encendía para trabajar. Me recordaba su gusto por el arte, su amor por mí y aquella conexión entre ella y yo que nos hacía eternos. Born away, to the stars, es el título de este dibujo de Henry Matisse, uno de sus pintores favoritos y representa para mí la urgencia de fundirse en un abrazo hasta hacerse uno solo. Una especie de danza cósmica.
Han pasado siete años desde que nos separamos y, aunque recuerdo perfectamente por qué decidí hacerlo, aún me pregunto si tomé la mejor decisión y a veces me descubro pensando cómo sería mi vida hoy a su lado.

viernes, 6 de julio de 2007

Pesadilla al amanecer



Hoy viernes estoy despertándome con una pesadilla que quiero relatar cuanto antes aquí antes de que se me olvide. Fue bastante violento mi despertar y creo que tiene relación con lo que escribo acá así que por eso decidí compartirla en este blog.
Estaba en Miami o algo así, como de vacaciones en el mar y junto a mi familia. Estábamos todos en un balcón tomando la brisa pero cubriéndonos del sol. Yo me encontraba de muy buen humor, cosa que no siempre sucede.
De pronto les aviso a mis familiares con los que estaba que voy a ir a bañarme para sacarme la sal del mar. Serían algo así como las 14:00 o 15:00 hrs., más o menos. Lo calculo por el tipo de luz que había. Lo curioso es que los baños de ese hotel estaban hacia adentro del mar y para llegar a ellos había que caminar por una especie de muelle hasta llegar a una instalación desde la que se podía ver por las ventanas el hotel frente a la costa de Miami. Allí me encontraba yo, dentro del baño, que era más como un baño de vapor o uno de esos grandes baños de gimnasio. Estaba orinando cuando se aparece un tipo también completamente desnudo y me saluda. Yo inmediatamente capté que el tipo era gay y quería ligar conmigo. Yo lo saludo cordialmente pero no le hago mayor caso. De cualquier manera recuerdo que me dio cierto gusto y cierta incomodidad que alguien quisiera abordarme ahí, en ese baño. Al tipo se le notaba bastante que era gay, así que para mí eso es una buena razón para ignorarlo.
No bien había terminado mi reflexión sobre el tipo aquél, cuando empieza un fuerte terremoto. Las cosas empiezan a moverse violentamente de un lado para el otro y lo que a mí más me impresionaba era que la fuerza telúrica era más bien una fuerza magnética que amenazaba con desprender la parte de los baños, donde me encontraba yo, del resto del hotel donde se encontraba mi familia.
El movimiento era muy intenso y con mucha dificultad el tipo que estaba conmigo y yo alcanzamos la puerta, muy asustados. Abrimos la puerta del baño y vemos pasar a un hombre volando justo frente a nosotros. Era un hombre mayor, que había perdido fuerza para sostenerse de los barandales y se encontraba a merced del movimiento de la tierra y el mar.
Poco a poco el tipo y yo logramos salir del baño y empezamos a caminar por el muelle en dirección al hotel, para buscar un sitio más seguro. Se movía todo, la tierra, el mar, el cielo estaba gris y corría un aire intenso. Yo veía al tipo adelante de mí. Estaba muy asustado y de pronto grita "¡no quiero morir así!" y a mí me dá más miedo todavía de que su pánico tenga justificada razón.
En un momento el tipo pierde fuerza y se suelta del barandal. Sale volando y lo pierdo de vista. Me doy cuenta de que la cosa es mucho más grave de lo que pensaba y empiezo a dudar que pueda llegar a la parte del hotel donde se encontraba mi familia. Mientras avanzo hacia allá pienso que esa es justo la peor manera que tendría para morir. Siempre me ha parecido que morir ahogado es la peor de las muertes y la angustia de ahogarme en el mar me ha generado muchas pesadillas.
Poco a poco sigo avanzando atenazado al barandal que es mi único asidero antes de llegar a tierra firme. Se mueve todo. En un momento, esa fuerza magnética, gravitacional, hace que las estructuras del muelle comiencen a estirarse, como si fueran un chicle y a alejarse del resto de la construcción donde estaba mi familia. Empiezo a ver que me alejo de ellos y que el mar amenaza con tragarme. Todo empieza a borrarse, a perderse en una tormenta que además me nubla la vista. La estructura se estira más y más, pero no se rompe...
En ese momento desperté. Estaba en casa, en mi cama, en México. Todo seguro.
¿Qué diría Freud de mi sueño?

jueves, 5 de julio de 2007

Baño de hombres

Imagen tomada de http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/misc/newsid_6076000/6076718.stm


Una experiencia que siempre me ha llamado la atención es la de compartir con otros hombres la desnudez en los vestidores de un club deportivo o de un gimnasio. Tuve la primera oportunidad de hacerlo cuando tenía más o menos 15 años y desde entonces me llamó la atención esa sensación de libertad que se experimenta ahí dentro. Yo era todo un adolescente en ese tiempo y sufría las típicas pulsiones de pudor por mis genitales, el desarrollo del vello público, etc., sin embargo, estando ahí dentro eso parecía no importar.
El primer baño que compartí fue el de la piscina olímpica de la ciudad de México. Siendo un espacio construído para las Olimpiadas de 1968, las instalaciones eran enormes, con un baño que tenía no sé cuántas duchas instaladas una al lado de la otra, a cada lado de un pasillo.
El flujo de personas que se bañaban ahí era siempre muy intenso. Las clases de natación en la esa piscina son masivas y, a la hora de terminar la clase, los vestidores se atiborran de niños, jovencitos y adultos que se bañan al mismo tiempo en una especie de camaradería que únicamente está limitada por el sexo -ya que solo hay hombres- pero que atraviesa edades, apariencias físicas, orígenes sociales y hasta preferencias sexuales. Allí todos éramos simplemente hombres (y heterosexuales, por obvia añadidura).
Recuerdo de aquellos tiempos la sensación de libertad de la que gozaba estando desnudo en el vestidor. Disfrutaba bañarme "en público" y demoraba el momento para ponerme la ropa interior con el fin de aprovechar cada momento de mi compartida desnudez. Al mismo tiempo, me llamaba la atención que otros adolescentes eran mucho más pudorosos que yo. Se daban una ducha de 10 segundos y nunca se sacaban el traje de baño. Salían de las duchas siempre con la toalla enredada en la cintura, se sacaban el traje de baño por abajo de la toalla y se ponían los calzones de la misma forma. Me parecía sumamenten ridículo y pensaba que en su familia debían de tener valores religiosos muy arraigados y muy conservadores que les hacían ser tan pudorosos con su propio cuerpo.
Años más tarde, en un club deportivo, tuve de nuevo la experiencia de compartir con hombres en el baño y en los vestidores. Ahora la cosa era diferente porque aquí además había baño sauna y eso cambia un poco la dinámica porque no se trata únicamente de darse un duchazo y vestirse rápidamente. No. Acá la cosa era más recreativa y tanto los hombres mayores como los niños disfrutaban de largas duchas con agua muy caliente y muchos entraban al sauna un buen rato. Esos, en su mayoría eran los hombres adultos o mayores, quienes disfrutaban de sesiones de calor intenso mucho más allá de lo que yo podía soportar. En esta segunda época yo era ya completamente adulto pero muy joven todavía. Unos 25 años más o menos. Las duchas eran ligeramente distintas que en vestidor anterior porque aquí sí había divisiones entre cada ducha, aunque no había puertas así que, si uno entraba por el pasillo buscando un lugar libre, podía ver a todos completamente desnudos bañándose.
En este vestidor la gente estaba siempre de buen humor, los niños corrían por todos lados persiguiéndose mientras sus papás conversaban con otros hombres en total relajación. Allí fue cuando me empezó a llamar la atención que, si bien yo siempre me he sentido cómodo con la desnudez, creo que ellos se sentían mucho más cómodos que yo, porque sus conversaciones siempre eran hablando en voz muy alta, cantando en grupo, diciéndose muchas bromas e incluso haciéndose pesadeces como pegarse con la toalla o esconderse las cosas de aseo personal. Me llamó la atención porque ya no se trataba de bañarse después de hacer ejercicio, sino de pasar un rato con los amigos. La mayoría eran hombres mayores, de 60 años, que, sin prisa por salir a trabajar, se quedaban horas "en bolas" en un pequeño mundito que era solo de hombres.
Esas escenas se repitieron en otros vestidores y baños que compartí a lo largo de los años y me di cuenta de que había una relación directamente proporcional entre la edad de los usuarios y el tiempo de estancia en el baño. Eso además se relacionaba con su actitud abierta, desenfadada, despreocupada y poco pudorosa respecto a su cuerpo. Los hombres gordos, viejos, canosos, arrugados y con unos penes que daban más tristeza que otra cosa eran los más relajados y contentos allí dentro, mientras que aquellos más jóvenes y con mejor físico eran más propensos a ir exclusivamente a bañarse, vestirse y salir. Nada de hacer amigos, nada de conversar con los demás.
Y respecto a mirarse o no, yo creo que todos lo hacemos, pero también creo que la forma es muy discreta. Pienso que todos bajamos en algún momento la vista para ver el pene de los demás, pero las reglas tácitas están tan claras que nadie comete el error de querer ver el pene del otro sin que se arriegue a que el objeto de sus miradas lo considere un maricón descarado. Eso se hace discretamente y como si fuera de forma distraída y desinteresada.
Durante esas experiencias me di cuenta de que, si yo alguna vez me consideré vanidoso por verme en el espejo y fijarme en mi arreglo personal, estaba muy lejos de lo que muchos otros hacían (bueno, empezando por mi padre, que pueden pasar horas entre que sale de la ducha y se pone los pantalones). Allí los hombres se toman el tiempo. Se meten al vapor o al sauna a relajarse y a afeitarse. Se bañan largo y calmadamente y se acicalan después con calma y usando a veces un montón de productos de belleza, sobre todo lociones y talcos perfumados. Es a veces más el tiempo que ocupan en el baño que lo que practican deporte. Tal vez de eso se trate y quizá por eso también los hombres disfrutan de los spas ahora que están tan popularizados. Nos encantan la desnudez, nos gusta el agua y también nos gusta la compañía de otros hombres desnudos, aunque no sean nuestros amigos, ni siquiera nuestros conocidos, pero ese circular de hombres tiene algo mágico y definitivamente muy placentero.
Esto lo saben bien los orientales. Chinos, japoneses, indios y en general el mundo asiático hace del baño todo un arte y un ritual. En contraste, en occidente, cada vez somos más concientes del desperdicio de agua de de combustible con esas sesiones maratónicas en el baño. En algún momento, en nuestro latinoamericano mundo, esto también estará prohibido y se convertirá en un recuerdo los tiempos idos y de la inconciencia ecológica de las generaciones anteriores. Algo demodé en beneficio del medio ambiente. Pero eso es otra historia.

Esto sí, esto todavía no




Hace unos días, en el ámbito laboral, me tocó hacer un ejercicio en un grupo que consistía en escribir tres habilidades que yo identificaba en mí mismo y tres debilidades o carencias que según mi criterio, considerara que debía trabajar. El ejercicio fue interesante porque, dado que se hizo con la participación de mucha gente, consistía en empalmar las carencias de unos con las habilidades de los otros y viceversa. Lo menciono aquí porque quiero que me sirva de reflexión ya que, cuando me tocó escribir lo que se me pedía, me costó identificar tanto lo positivo, es decir, mis capacidades y habilidades, como lo negativo, o sea, mis carencias y debilidades.
Quisiera aquí hacer un ejercicio similar pero relacionado con mi vida sexual como para identificar aquello que yo considero que me sale bien, en lo que yo me siento seguro y “talentoso” y las otras que pienso que podría mejorar o que de a tiro no tengo, cualidades que no poseo y que a lo mejor no voy a tener. En el momento que estoy escribiendo estas líneas, no tengo la menor idea de qué voy a decir.
Las tres habilidades.
1. Soy muy paciente con el sexo. Me gusta la seducción en cámara lenta, con cosas que no son directamente sexuales pero muy eróticas como una buena conversación, una música agradable, una rica comida. No soy un atacante de primer momento, soy más bien un corredor de carrera de fondo. Lo mismo aplica en el sexo explícito, soy un fanático del juego previo y de llevar las cosas a un punto en el que me pidan más.
2. Duro mucho tiempo en un coito. Puedo controlar mi proceso de excitación todo lo que yo quiera, sin problemas de eyaculación precoz, de cansancio o de desesperación por acabar pronto. Esto en realidad puede ser tanto positivo como negativo. En el caso del sexo con las mujeres creo que definitivamente es positivo, porque para ellas, mientras más tiempo, mejor. En el caso de los hombres, por el contrario, tal vez no sea tan positivo porque, en mi experiencia, las penetraciones anales son más irritantes y quien me está recibiendo puede terminar con molestias o pidiéndome que termine pronto porque ya se siente incómodo.
3. Creo que soy imaginativo en el sexo. No me gusta repetir el menú muy seguido porque eso me aburre mucho. Dado que tiendo a ser controlador, siempre estoy cambiando la manera de hacer sexo. Parto de la idea de que el sexo siempre es diferente, pero uno es quien lo hace diferente, con los cambios en las posiciones, en los lugares, en la duración, en la fantasía incluida, en la intensidad, etc.
Ahora las carencias y lo que se podrían trabajar.
1. No soy muy afecto a recibir caricias. Prefiero mil veces darlas que recibirlas, soy muy activo en ese aspecto. Me desespera una caricia torpe, o muy lenta, o que no me toque lo suficiente. A veces creo que esto se arreglaría con que yo fuera diciendo el qué, cómo, cuando y dónde.
2. En concordancia con el punto tres de la sección anterior, soy bastante controlador. No he tenido muchos problemas hasta ahora porque creo que a las mujeres –y algunos hombres- les gusta sentir la dominación y yo puedo proveer eso. Sin embargo, algunas de las razones por las que yo considero que he tenido mal sexo es porque dicha persona quiere dominar y llevar la batuta y eso no es tan fácil que suceda porque yo puedo soltar algo de poder, eso sí, pero siempre dificultosamente.
3. Tiendo a desconcentrarme si algo me está molestando y a veces llegan a ser muchas las cosas que me molestan, como la excesiva saliva de la otra persona, sobre todo cuando me está dando sexo oral, el televisor encendido, las caricias mal hechas o que me hagan hacer cosas que no me gustan.
Bueno, ahí está, casi a punto de dormirme esta noche, entrego este post, pero creo que seguiré reflexionando sobre él porque, sobretodo en la segunda sección, que es donde encuentras posibilidades para trabajar en la mejora de la calidad de tu vida.
Ni modo, terminó con un tono empresarial pero conste que yo avisé que este post estaba inspirado en un ejercicio laboral.

martes, 3 de julio de 2007

Cuando el amor se interpone


Hace unos días, estando lejos de casa por cuestiones laborales, caminaba en solitario por las calles de una ciudad en donde era prácticamente imposible encontrarme con alguien conocido. Disfrutaba de una hermosa puesta de sol mientras aprovechaba para recorrer un poco de aquella ciudad a la que nunca había ido.
Allí me di cuenta de que podía hacer cualquier cosa loca, conocer a cualquier persona, tomar un trago, platicar y ver cómo corría la noche. Pensaba que de lo que hiciera esa noche de luna llena nadie se enteraría y yo no tendría de qué preocuparme. Si bien me daba algo de miedo meterme con alguien que de a tiro hubiera conocido en plena calle, también la idea me llenaba de excitación, porque podía suceder algo muy divertido.
Caminé mucho tiempo, fui de un lado a otro de la ciudad pensando en mi vida, en el disfrute de mi soledad, en la libertad, en el anonimato, en la aventura, en la excitación.
De pronto, empecé a pensar en mi pareja, en lo que me hubiera gustado caminar con él por esa ciudad y durante ese atardecer, conversando sobre lo que fuera, mirando a la gente disfrutar de la tarde, con sus hijos, con sus viejos.
Me di cuenta que, aunque tenía todas las posibilidades de portarme mal, no tenía la menor intención de hacerlo. En eso, mi celular sonó indicándome que había recibido un mensaje de texto.
-Hola, me tienes muy abandonado. Te extraño harto.
Era él. Mientras yo tenía su cara en mi mente, él se me había adelantado mandándome un mensaje.
Intercambiamos unos cuantos más, todos cariñosos y diciéndonos cuánto nos hacíamos falta, mutuamente.
Lo último que le mandé a decir fue que ahora que había recibido su mensaje estaba en mejores condiciones de seguir caminando solo, ya que no estaba solo.
Continué mi larga caminata. Me fui alejando del bullicio. Escogí un restaurante que quedaba retirado del lugar donde se concentraba la gente y me senté a ver de lejos el panorama citadino. Una cena a la luz de las estrellas fue mi acompañante. Estaba tranquilo.
Esa noche, en plena libertad de acción, el amor me metió el pie y me hizo una zancadilla. Perdonarán ustedes el desliz amoroso, pero a veces eso también es algo erótico.

Solitude


A partir de esta noche me quedo solitario por un mes y un poco más. Por solitario quiero decir que mi pareja se va de viaje.
Solamente lo comento para dar contexto a mis reflexiones -y a mis acciones- en estos días.
¿Por qué la foto? Básicamente porque me gustó, porque también me gustó el título que tiene "Magic Number", porque coincide con mi edad y porque apareció en un sitio cuando busqué imágenes bajo la palabra Solitude.