martes, 19 de junio de 2007

Días solitarios

Foto: Tomada de la colección Soledad saturada, de Óscar Monzón Moreno. Tomada de http://www.obrasocialcajamadrid.es/ObraSocial/os_cruce/0,0,71996_1316961_0_2_1,00.html

Siempre he dicho que la soledad es uno de mis estados favoritos. Me gusta vivir solo, me gusta estar en casa solo, me gusta hacer un sin fin de actividades en solitario, como ir al cine, meterme a una tienda de discos o de libros o simplemente caminar por algún lado. Me gusta la soledad, a pesar de que me he mantenido en pareja durante muchos años.

En mi relación de pareja actual existen periodos de soledad más o menos de forma constante aunque no de manera sistemática. La razón son las actividades y los viajes de ambos. La cosa es que continuamente estoy solo.

Dentro de unos cuantos días esa circunstancia se volverá a repetir. Voy a estar sin pareja por un mes y medio, más o menos y entonces volveré a disfrutar de momentos de dedicación exclusiva a mi persona. Es justo en estos momentos donde más fácilmente busco -y encuentro- otra persona con quien estar, sexualmente hablando.

Debo confesar que he estado esperando este momento. Tengo ganas de sentirme libre para hacer lo que yo quiera y, definitivamente, para tener un encuentro sexual con una persona distinta a mi pareja. No hay nadie en puerta, o más o menos, pero no es la experiencia que yo quisiera.

Ya comenté en otro post sobre el amigo telefónico. Hace unos días, conversando con él antes de tener nuestra acostumbrada y coreografiada sesión, me propuse hacerle un poco de charla porque no tenía muchas ganas de entrar en materia tan pronto. Recordando que hacía pocos días había escrito sobre él en esta blog, se me ocurrió preguntar cuánto tiempo llevábamos haciendo aquello del phone sex. Mi sorpresa fue enorme cuando me dijo que lo nuestro existe desde hace cuatro años. Sí señor, créase o no, yo tengo una relación telefónica con este compadre desde hace cuatro años y, por razones que sería difícil definir, no hemos querido encontrarnos personalmente. En esta charla reciente él me propuso que nos conociéramos y yo acepté. Si esto lo juntamos con que estaré solitario unas semanas, la cosa se está poniendo muy fácil.

Sin embargo, no es exactamente el tipo de encuentro que quiero tener porque no me siento tan atraído a los hombres últimamente y estoy añorando un encuentro con una mujer. La última vez que tuve sexo con una chica fue en enero, con La Cosmetóloga, justo antes de que ella se fuera a vivir con su novio y luego se casara. Nos dimos la cogidita del adiós. Y no estuvo muy buena en realidad, así que me quedé con más ganas. No de ella, sino de tener sexo con una mujer.

Cuento todo esto aquí no tanto para reseñar el anecdotario de mi vida erótica, sino para reflexionar sobre esta sensación que me da el volver a ser libre una vez más, aunque sea por breve tiempo. Esa circunstacia me estimula muchísimo eróticamente. Me hace sentir que puedo hacer otras cosas, estar con otras personas, tener otras experiencias. Es como un lienzo en blanco que se le entrega a un pintor para desarrollar una idea. Es también como una hoja en blanco para escribir, es decir, es como cuando doy click en "crear una nueva entrada" en este blog. Es un tiempo-espacio cuya simple conciencia me despierta los sentidos. ¿Será que estaré destinado a la soledad por este hecho?

Me gusta tener pareja. He disfrutado también cuando he vivido con alguien y sé que cada vez que llegue a casa, alguien estará esperándome. Pero también encuentro muy grato que eso se interrumpa de vez en cuando y que haya nuevos aires donde respirar. En este sentido pienso que la infidelidad puede llegar a ser algo positivo, liberador. Como si pudiéramos decir "ahora vengo, no me tardo" y luego volver y hacer como si nada hubiera pasado. Sobretodo si nada importante ha pasado.

Allí está. En unos días no habrá con quien reportarse. Qué maravilla.

No hay comentarios.: