viernes, 15 de junio de 2007

La mois

Imagen tomada de http://www.danielcasado.com/web/contenido/Derivas/2006.septiembre/septiembre2006.htm
La única droga que he consumido en mi vida, fuera del alcohol, es la marihuana. En México, cuando alguien está bajo los efectos de alguna droga, en especial la marihuana, se dice que "está pacheco"; cuando alguien consume frecuentemente marihuana se dice "es bien pacheco". Bueno pues, aplicando ese breviario cultural, diré que yo soy un pacheco tardío.

La primera vez que fumé mota (así se le dice a la marihuana además del nombre que titula este post) fue ya mayorcito, en la universidad, cuando La Poco Pelo me invitó a una fiesta y ahí rolaron un churro de mota. Yo probé, pero no me hizo ningún efecto y tuvo que pasar algún tiempo y conociera más gente que fumara y que me compartiera. Después de eso y hasta la fecha, el uso de la mois es bastante regular en mi vida y, por supuesto, la he utilizado para tener sexo.

Cuando escribí el post del perfil de las 100 cosas que más o menos me definen dije una frase sobre la mota que tomé prestada de Audrey: si la mota no fuera ilegal, deberían venderla en las sex shops. Definitivamente coincido con esa opinión, porque mi experiencia en ello siempre ha sido de lo más estimulante, agradable y sin consecuencias a la mañana siguiente.

Con muchas de mis parejas sexuales he compartido alguna vez (o muchas veces en algunos casos) un toque. Tita, La Internauta Italiana, Audrey, El Señor de las Imágenes, La Cosmetóloga y otras han disfrutado conmigo de los efectos de la combinación de la cannabis con el sexo y de eso tengo muchas anécdotas.

La liberación que se consigue con la mois es muy particular y bastante diferente a la que se produce con el consumo de alcohol. La cannabis combina la supresión de una parte del sistema nervioso, particularmente el que controla las inhibiciones con la hipersensibilidad, de modo que, por una parte, uno se siente mucho más libre durante una sesión de sexo y, por otro, también tiene la sensación de que la percepción es mayor, de que la estimulación se recibe con más fuerza. Las caricias, los besos, los olores, los sabores, los movimientos, todo se siente más fuerte. Dado que uno de los efectos es la relajación, eso beneficia en muchos aspectos un encuentro sexual.

En fin, no se trata aquí de dar una clase del uso de la marihuana en el sexo, sino, como en todos los demás posts que integran este blog, hacer un recuento, una reflexión y sobretodo una confesión sobre mi personal experiencia.

Una vez me pasó con Audrey que, habiendo compartido un churro entre ambos, estuvimos conversando y muriéndonos de la risa. De pronto se me ocurrió decirle que una de las cosas locas que le pasa a uno cuando está haciendo el amor con mota es que a veces uno no se puede concentrar y tener claro con quién está haciéndolo, de manera que, por momentos, uno siente que simplemente está teniendo sexo pero que no se acuerda bien con quien. Eso le pareció ligeramente ofensivo porque acabábamos de tener sexo bajo esos efectos.

Con La Internauta Italiana era bastante frecuente que fumáramos antes de hacer el amor. Lo disfrutábamos muchísimo y coindicíamos en que era una delicia el sexo en esas condiciones. Con ella, como con muchas otras parejas, pudimos hacer cosas que en otras ocasiones no nos hubiéramos atrevido a hacer o bien que hubiéramos sido incapaces de hacer, en ambos casos por estar demasiado concientes. En ese sentido creo que parte de una buena experiencia sexual está basada en liberarse de la conciencia que nos hace tener pudores e inhibiciones y lograr un estado mental semiborroso en el que de alguna forma sentimos que perdemos el control.

Ha habido, claro está, experiencias desagradables en el uso de la mota. Una vez La Flaca se sintió pésimo porque combinó marihuana con alcohol y eso la puso mal. Tanto que, a pesar de que habíamos fumado en otras ocasiones, juró que nunca más lo volvería a hacer y parece que lo ha cumplido. De eso hace ya bastante tiempo.

Antes, mucho antes, con Tita nos pasó que yo fumé más de la cuenta y estaba completamente pacheco y tirado en la cama. Ella se asustó de pronto porque yo no le contestaba. Yo apenas podía emitir una voz lejana, gutural. Ella se murió de miedo porque pensó que me estaba pasando algo malo. Afortunadamente no fue nada de eso y luego de un buen rato pude contestarle. Ella, al borde de la histeria, quería llevarme a un médico o algo así. La pasó mal pero fue por mi culpa. Yo, en cambio, la estaba pasando genial.

También con Tita hay una anécdota de las más tristes de nuestra vida de pareja. De viaje por Oaxaca y en compañía de La Internauta Italiana y su ex pareja habíamos llegado a Puerto Escondido. Luego de una cena para los cuatro en uno de los restaurantes de la zona, cada pareja se introdujo en su habitación. Nosotros nos encontrábamos en plena crisis, pero así y todo quisimos ir de vacaciones para aligerar las cosas y ver si la pasábamos bien. Dentro de la habitación empezamos a tener sexo (eso ya no se llamó nunca más hacer el amor), cuando de pronto la pareja de La Internauta Italiana llamó por la ventana del cuarto que daba a un balcón. A pesar de que él no podía entrar porque había una división entre una habitación y la otra, sentimos que estaba llamándonos para invitarnos a fumar un churro. Yo, que estaba en ese preciso momento penetrando a Tita, me levanté y salí al balcón desnudo, con el pene erecto y recibí el churro que me estaba ofreciendo mi amigo. De pronto se asomó La Internauta Italiana y me vio desnudo. Yo apenas me tapé el pene con lo que pude y ella entró de nuevo a su habitación. Cuando regresé, Tita estaba furiosa por lo que yo había hecho y de ahí en adelante seguimos la vacación completamente peleados. Bien dicen que las drogas destruyen.

En fechas más recientes he consumido mota con El Señor de las Imágenes y también el sexo ha sido bastante bueno en esas condiciones. A él lo libera de una forma muy particular y podemos llegar a tener sexo salvaje durante un buen rato sin ningún problema, porque él se siente completamente relajado. Tenemos sesiones memorables al respecto. Desgraciadamente la última vez que nos vimos, hace algunos días, nos fumamos un churro y luego empezamos a tener sexo pero no fue tan afortunada como en otras ocasiones. Estábamos haciendo un bonito 69 y todo iba bien. Sin embargo yo de repente sentí ganas de cambiar de posición. Le hice señas para que cambiármos pero él no hizo caso. Dejé de hacerle sexo oral para que se diera cuenta de que quería cambiar y nada, él seguía pegado a mi pene. Lo empecé a empujar y a decirle que parara, que se detuviera un momento pero él creyó que yo ya estaba alcanzando el orgasmo y estaba a punto de venirme. Nada más lejos de eso, por cierto. La cosa es que no me soltaba y quería forzarme a venirme a pesar de que yo le decía que parara. Sin más que hacer, me incorporé y lo empujé varias veces para que me soltara hasta que por fin lo hizo. Le reclamé que no me hacía caso, me metí al baño y, cuando salí de ahí ya ninguno de los dos tenía ganas de continuar. No nos peleamos ni nada, pero la cosa se arruinó en ese momento. Al día siguiente él pidió disculpas por lo que hizo. Yo le reclamé: si crees que yo me voy a venir -cosa que no estábamos ni cerca, en fin- pero en ese momento quiero evitarlo y te pido que pares ¿por qué crees que es buena idea no soltarme y, al contrario, acelerar la estimulación para "forzarme" a eyacular?

Definitivamente no hay nada más pendejo que eso. También eso fue un efecto de las drogas.

En resumen, hay unas y hay otras. No todo es del mismo color siempre, sin embargo, la cannabis es una linda cosa que algunos tenemos a la disposición y que le da un "toque" a mis encuentros cercanos de vez en cuando.

2 comentarios:

Cain dijo...

Das verdadera pena... primero por andar promoviendo una DROGA y segundo por ser incapaz de disfrutar de la vida sin consumirlas.

Anónimo dijo...

buen comentario amigo, por lo que entiendo eres bi, igual que yo y solo he usado mota para tener sexo, de ahi que cada ves que percibo el olor accidentalmente lo relaciono inmediatamente con esa actividad y me prende.
saludos de Jesús