miércoles, 6 de junio de 2007

Placeres culposos


Tengo algunos respecto al sexo. Uno de ellos es que tengo en casa dos DVD porno y los uso cada tanto para masturbarme. A veces con un toque (unas fumadas de mota) o bien así nomás. Funcionan bastante bien, es decir, siempre llego al orgasmo si pongo una de esas películas y empiezo a masturbarme. Sin embargo, a pesar de que sé que me dan placer, hay cosas que no me terminan de convencer. Primero porque, en el caso de esas películas, ya las he visto muchas veces, de manera que no me atraen en lo más mínimo como para verlas completas nuevamente y solo necesito un fragmento, una escena erótica para excitarme y llegar al orgasmo. En consecuencia, ese orgasmo es rápido, pero no profundo. Algún día tendré que hablar de los tipos de orgasmo que he sentido.


El orgasmo provocado por una película porno es como ir a un establecimiento de comida rápida y pedir algo con el único objetivo de calmar el hambre. Sabemos que esa comida no nos servirá de nada y únicamente nos dará un placer instantáneo, una sensación de satisfacción momentánea y tiempo más tarde sentiremos que, o bien nos cayó mal, o fueron calorías vacías que nos dan hambre de nuevo. Lo mismo con las cintas XXX.


No es lo mismo en el caso de que nunca haya visto una de esas películas. Ahí puedo estar más tiempo frente al televisor viendo una escena tras otra y eso acumula energía sexual, para finalmente estallar en un orgasmo fuerte, muy excitado y quedar muy satisfecho.


La cosa es que, cuando me masturbo viendo un video porno, al poco rato no resisto ni siquiera que la caja del DVD esté a la vista. Lo guardo en cuanto la termino de usar. No tiene mucho sentido que haga eso porque vivo solo, así que daría igual que la guardara cuando fuera, pero lo cierto es que no resisto su presencia. Me da cierta culpa de haber recurrido a una excitación fácil y, en consecuencia, haber obtenido un orgasmo pobre.


Lo que me gusta, lo que considero correcto y constructivo, es recurrir a mis propias fantasías a la excitación lenta, al uso de la respiración, al disfrute del proceso. Cualquier otra cosa me llena de suspicacias.


Otro placer culposo es ver gente masturbándose en internet. A veces entro a ciertos sitios en los que, hombres mayormente, utilizando una webcam muestran sus genitales y se masturban. Es tontísimo ver eso, pero a veces los veo y termino excitándome. Muchos, la mayoría, piden webcam a cambio, pero yo no tengo, así que a veces me bloquean para que no los siga mirando. Hay algo que me gusta de todo ello. Es ver que hay gente en el mundo con un enorme deseo sexual y que por una u otra razón decide exhibirlo con desconocidos a los que tampoco nunca conocerá. Es como sentir una energía sexual compartida globalmente, sin embargo, es también un placer culposo porque ese voyeurismo no participativo me parece tramposo de mi parte. ¿Será que me tengo que comprar una webcam y así acabar con mis culpas?


Un último placer culposo que quiero mencionar ahora y que seguramente desarrollaré con mayor profundidad más adelante es uno mucho más complicado que los anteriores. Me gusta mucho seducir a las mujeres, pero no siempre llevármelas a la cama. Ejemplos de eso podría enumerar muchos, pero lo importante es que frecuentemente actúo de una manera, digamos, tramposa en ese aspecto, planteando ambiguamente mis intenciones. Eso lleva a las mujeres a confundirse mucho conmigo y a veces a llegar a la desesperación. Lo he hecho muchas veces, no con todas las mujeres, claro, pero sí con muchas. El plan es siempre el mismo, ser el mejor amigo, el confidente, el amigo open mind, pero al mismo tiempo dejar abierta la posibilidad de que todo puede suceder. Es un juego de poder, un partido de ajedrez para ver si la otra persona muerde el anzuelo. Pocas veces fallo, pero eso ha traído dolor y enojo a otros y para mí momentos incómodos en los que hay que aclarar, ¿vas o no vas?


Definitivamente tendré que desarrollar esto en post siguientes, especialmente en casos como mi relación con la Flaca y con otras mujeres. En algunas ocasiones me he sentido como en la película Relaciones peligrosas, haciendo el papel de John Malckovich.


Bendita sea la blog que me permite escribir estas cosas sin caretas.

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