viernes, 11 de mayo de 2007

Waiting in vain


Más enamorado de la espera que esperando el amor. Así anuncia el disco de Bob Marley la canción Waiting in vain, que siempre me ha gustado tanto. No solamente me gusta la canción sino también esa frase que dice más sobre estar en relación con algo abstracto que con algo real y materializado. Así me siento en estos momentos en relación con mi vida sexual, con mi deseo erótico. Estoy esperando que suceda algo, estoy queriendo que suceda algo, un encuentro sexual nuevo, que me sacuda y que me haga sentir nuevamente lleno de energía erótica. Sin embargo, cuando me planteo seriamente salir a buscar la materialización de ese deseo, cuando me imagino contactando a través de la red a alguien, cuando pienso que algún amigo o alguna amiga pudiera presentarme alguien con quien iniciar algo y terminar por irme a la cama, las ganas no florecen y la consideración de las miles de consecuencias que eso podría traer, el daño que quizá pudiera causar a mi pareja y, en consecuencia, el daño que me pudiera causar a mí mismo hacen que mis pasos se detengan y no intente nada.

Y es que es cierto, estoy un poco aburrido sexualmente hablando. La vida sexual con mi pareja actual (que de ahora en adelante será conocido como El señor de las imágenes) no es nada entretenida y para ponerlo claro voy a enumerar por qué lo digo:

1. La mayor parte de las veces yo tengo que hacer el rol activo porque a él lo que más le gusta es recibir una penetración.
2. Nuestros encuentros sexuales se han ido restringiendo lentamente a tener relaciones en la cama. Hace mucho tiempo que no salimos de la habitación para tener sexo en otro lugar de la casa.
3. No es muy bueno haciendo sexo oral porque me da la impresión que me hace sexo oral para su propio placer y no para darme placer a mí y eso me enfada.
4. Detesta hablar o compartir fantasías en voz alta mientras tenemos relaciones. Dice que no se puede concentrar si está hablando o si yo le estoy hablando. Necesita abstraerse con el silencio. Para mí, en cambio, la cosa es completamente al revés, me encanta hablar para compartir las sensaciones y las fantasías cuando estoy teniendo sexo.
5. Si tenemos coito penetrativo no podemos durar más de 10 o 15 minutos porque él empieza a sentirse irritado. Y no es que yo tenga un portento de pene ni nada por el estilo, sino simplemente él empieza a quejarse de irritación y entonces debo apurar el orgasmo para terminar pronto.
6. Siempre soy yo el que debe decir cómo vamos a tener un encuentro sexual. Cuando le pregunto qué es lo que se le antoja, cuál es su deseo en ese momento, nunca puede responder y siempre prefiere que yo decida qué posición, qué práctica, etc.
7. Nuestras relaciones sexuales son bastante genitalizadas. Si no soy yo el que trato de hacer algún ejercicio o alguna práctica distinta, no penetrativa, algo sensual o incluso romático para conectarnos mutuamente y para extender el encuentro sexual, a él no se le ocurre nunca nada.
8. Tampoco le gusta hablar mucho sobre nuestro erotismo cuando no estamos en la cama y nos encontramos en un contexto completamente distinto. No es que él tenga rechazo al tema, sino que se chivea (se corta), le da vergüenza o bien no se le ocurre qué decir.
9. Durante mucho tiempo, al principio de nuestra relación, siempre teníamos sexo cuando ya habíamos tomado varias copas de alcohol. Un día protesté por eso y lentamente empezamos a cambiar esa dinámica, sin embargo siempre me quedé con la idea de que él necesitaba nublarse un poco la razón para poner tener buen sexo y eso me parecía que escondía algo que yo no acababa de entender. Tal vez fuera que no se aceptaba él mismo, tal vez otra cosa, no lo sé.
10. Hemos tenido varias veces discusiones sobre su pasividad a la hora de tener sexo. No solamente en el sentido de la iniciativa, sino también en la actitud durante el coito. Siempre busca la posición más cómoda para él, ya sea que esté recostado recibiendo sexo oral o recostado dando sexo oral. Siempre prefiere estar abajo que arriba, prefiere que yo me mueva a él moverse, etc. Eso termina por restringir muchísimo el tipo y la calidad de los encuentros sexuales y termina convirtiéndose en algo monótono.

¿Por qué estoy entonces con una pareja como esa? sería la pregunta que salta inmediatamente. Hay muchas razones muy buenas, muchas. No tienen que ver tanto con el sexo como con otras cosas que complementan muchísimo la vida. Pero seguramente eso será tema de otro post.

Lo importante ahora es retomar lo que empecé diciendo. Quisiera una nueva historia en el terreno sexual, un terremoto, un vuelco del corazón, el descubrimiento de una veta no explorada. Quisiera un encuentro con una mujer porque ya empieza a acumularse el tiempo y yo no he tenido sexo con ninguna desde hace unos meses y nunca he pensado dejar de tener sexo con mujeres. Incluso sería más fácil pensar que ya no tuviera sexo con hombres. De hecho, no se me antoja mucho tener sexo ahora con otro hombre. Quisiera encontrar una mujer que esté dispuesta a compartir esa urgencia conmigo.

No hay comentarios.: